Dejad que vengan vientos, dejad que venga el sol... todo es bienvenido. Era cuanto os sintonicéis con vivir con el corazón abierto, jamás os cerraréis. Pero hay que darle algo de tiempo. Y debéis mantener esa apertura, de lo contrario volverá a cerrarse.
La apertura es vulnerabilidad. Cuando estas abierto, al mismo tiempo sientes que algo malo puede entrar en ti. No se trata solo de una sensación; es una posibilidad.
Por eso las personas están cerradas. Si abres la puerta para dejar pasar a un amigo, también puede entrar el enemigo. La gente inteligente ha cerrado sus puertas. Para evitar al enemigo, ni siquiera se la abren a un amigo.
Pero entonces toda su vida está muerta.
Pero no puede pasar nada, porque básicamente no tenemos nada que perder... y aquello que tenemos no se puede perder. Lo que se puede perder no merece la pena que se retenga. Cuando esta comprensión se vuelve algo tácito, uno permanece abierto. Puedo ver que hasta los amantes se defienden a sí mismos. Luego lloran porque no sucede nada. Han cerrado todas las ventanas y se asfixian. No ha entrado ninguna luz nueva v resulta casi imposible vivir, pero, no obstante, siguen adelante. Sin embargo, no se abren porque el aire fresco parece peligroso.
De modo que cuando te sientas abierto, trata de disfrutarlo. Son momentos raros. En ellos, avanza para poder tener una experiencia de apertura. Una vez que la experiencia está ahí, sólida en tus manos, entonces puodes desprenderte del miedo. Verás que estar abiertos es un tesoro que estabas perdiendo de manera innecesaria. Y el tesoro es tal, que nadie te lo puede arrebatar. Cuanto más lo compartes, irás creciendo. Cuanto más abiertos estas, más eres.
Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 67