Para quien vive con un ego desvalorizado es muy fácil dejarse engatusar por personas que poseen un ego impresionante, como ciertos políticos, gurús, estrellas de cine y TV, ladrones seductores, charlatanes, artistas exhibidores de su ombligo. Viven en la envidia, deseando tener lo que el otro tiene y al mismo tiempo en la rabia y el rencor por, a causa de compararse, despreciarse a sí mismos. Buscan la felicidad en territorio ajeno, se lanzan en los brazos de su amante como si fueran niñ@s de teta, creen que la verdad está lejos… Entre los iniciados árabes se cuenta un chiste que puede ser útil:
Una noche un sabio encuentra a un bobo que está de rodillas hurgando debajo de un farol. Le pregunta: “¿Qué buscas?” El ignorante responde: “¡Un diamante que perdí en mi casa!”. “¿Y por qué lo buscas en la calle?” “¡Aquí está más iluminado!”.
En las escuelas esotéricas se dice que la obra suprema, la piedra filosofal, es la realización de un alma labrada, transparente e inmortal como el diamante. Un ser sabio trabaja en la oscuridad de su espíritu, abandonando recuerdos negativos, perfeccionando su voluntad hasta hacerla cortante cual espada para llegar a eliminar las distracciones, aclarando la diferencia entre lo objetivo y lo subjetivo, reconociendo la infinitud de su ignorancia llenándose de la sustancia de lo verdadero, expandiendo su mente hacia todas las direcciones pero también condensándola como un guijarro para cesar su diálogo interior, permaneciendo en silencio sin que ningún pensamiento lo perturbe, sintiéndose un minúsculo pero precioso órgano vital de un grandioso y maravilloso mecanismo, logrando estar libre de todo lazo: ¡Aquel ser ha sabido encontrar la naturalidad de una flor y, habiendo nacido en esta época, se ha convertido en nuestro antepasado!
Si el bobo del chiste hubiera sido sabio, habría buscado en la oscuridad de su hogar hasta encontrar el diamante. Sin embargo, por pereza, sale a la calle, se aleja de sí mismo y corre al encuentro de una luz, una enseñanza que no le sirve. ¡Fuera de sí mismo nunca encontrará! El sabio que lo ve buscar tan neciamente, no le puede enseñar. Pero sí puede darle un puntapié para obligarlo a regresar al sitio donde está el diamante, recomendándole que busque en la oscuridad. No hay Maestros que nos lo dan todo, sino instructores que nos enseñan a ser maestros de nosotros mismos. El poeta Vicente Huidobro dijo: “Es increíble el número de arco iris que hay en la tierra. Pero muchos se interesan más por el número de monederos falsos que hay en el cielo”. El individuo dormido busca la luz en el “cielo” y no en sí mismo.