sábado, 28 de septiembre de 2013

PAPI, ¿CUÁNTO GANAS POR HORA?


En el mismo momento en que lo vio llegar a casa, un niño le preguntó a su padre: 

—¿Papi, cuánto ganas por hora? 

Así, con voz tímida y ojos de admiración, un pequeño lo recibía al término de su trabajo. El padre miró con rostro severo al niño y repuso: 

—Mira, hijo, esos datos ni tu madre los conoce, no me molestes que estoy cansado. 

—Pero, papi —insistía—, sólo es una pregunta: ¿cuánto ganas por hora? 

La reacción del padre esta vez fue menos severa y contestó: —Bueno, hijo, pues $ 10.000 la hora. 

—Papi, ¿me podrías prestar $ 5.000? —preguntó de inmediato el pequeño. 

El padre montó en cólera y tratando con brusquedad al pequeño le dijo:

—¡Así que era esa la razón de saber lo que gano! ¡Vete a dormir y no molestes, muchacho aprovechado! 

Al caer la noche, el padre había meditado sobre lo sucedido y se sentía culpable. Tal vez su hijo quería comprar algo. En fin, queriendo descargar su conciencia se asomó al cuarto de su hijo. 
—¿Duermes hijo? —preguntó el padre. 
—No, papi, dime —contestó entredormido. 
—Aquí tienes el dinero que me pediste res-pondió el padre. 
—Gracias papi, contestó con alegría el pe-queño. Y metiendo su manito bajo la almohada sacó otros billetes. 
—Papi, ahora ya lo completé todo: tengo los $10.000. ¿Me podrías vender una hora de tu tiempo? 

¿Qué tanta, atención prestas a tus hijos? 
¿Alguna vez has pensado en la soledad, la inseguridad o los miedos de los niños?

Del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal