En el momento que te enojas, tiendes a creer que tu desdicha la ha creado otra persona, y la culpas de tu sufrimiento.
Pero al observarlo más a fondo, quizá descubras que el principal causante de tu sufrimiento es la semilla de la ira que hay en ti. Muchas otras personas, al afrontar la misma situación, no se enojarán como tú. Oyen las mismas palabras, ven la misma situación y, sin embargo, son capaces de mantenerse tranquilas y no se dejan llevar por las emociones.
¿Por qué te enojas tú con tanta facilidad? Quizá te ocurre
porque la semilla de la ira que hay en ti es demasiado fuerte. Y
como no has practicado los métodos para cuidar de tu ira, en el
pasado la semilla de la ira se ha regado con demasiada
frecuencia.
Todos tenemos una semilla de la ira en el fondo de nuestra
conciencia. Pero en algunos de nosotros, esa semilla es más
grande que otras semillas, como las del amor o la compasión.
La semilla de la ira puede ser más grande porque en el pasado
no hemos practicado. Cuando empezamos a cultivar la energía
de ser conscientes, la primera percepción que tenemos es que la
principal causa de nuestro sufrimiento, de nuestra desdicha, no
es otra persona, sino la semilla de la ira que hay en nosotros, y
dejamos entonces de culpar a los demás de nuestro sufrimiento.
Comprendemos que esa persona es sólo una causa
secundaria.
Cuando tienes esta clase de percepción te sientes mucho
mejor. Pero la otra persona puede seguir viviendo en un infierno
porque no sabe cómo practicar. Una vez te has ocupado de tu
ira, ves que esa persona aún está sufriendo, así que ahora
puedes centrar tu atención en ella.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh