sábado, 22 de marzo de 2014

ANSIEDAD ANTICIPATORIA Y SUMISIÓN


Dos consecuencias típicas de la subordinación afectiva: ansiedad anticipatoria («Me va a dejar») y sumisión («Temo decirle que ʻnoʼ»).

Si estás por debajo de tu pareja en el juego del poder afectivo, es probable que aparezcan en ti dos síntomas claros de inseguridad y temor:

A. Buscar la certeza de que nunca te dejarán, lo cual es imposible. 
Y como la probabilidad real de perder al otro nunca es cero, el miedo al abandono estará activado constantemente. A esto lo llamamos ansiedad anticipatoria: adelantarse a la «catástrofe » del desamor o de la soledad impuesta y obligada. Los dependientes afectivos suelen convertirse en expertos lectores de las emociones y los gestos de su pareja, es 
perando hallar indicadores de desamor. Un paciente me decía con angustia: «Ella es 
muy tranquila, nunca muestra celos, ni me pregunta adónde voy ni con quién. Confía 
tanto en mí que me hace dudar... ¿O será una estrategia para que yo no le pregunte?».

La paranoia siempre se filtra cuando la incertidumbre está presente. A la esposa de mi 
paciente no le pasaba nada raro, simplemente era una mujer que practicaba una relación 
independiente: podía ser ella misma estando en pareja. Nuestra cultura ha asociado 
el amor al sufrimiento, de tal manera que si la relación no genera ningún tipo de 
«dolor amoroso», el amor es insuficiente, sospechoso o enclenque. ¡Qué gran estupidez 
y cuánta gente lo piensa!

El compromiso afectivo no se instaura sobre la base de la invasión mutua, tal 
como promulgan los adictos afectivos. Amar tampoco es una declaración de guerra o 
una apropiación indebida del ser ajeno: aunque te duela reconocerlo, tu pareja no te 
pertenece, no es «tuya». Es enfermizo pensar que la persona que amas te dejará 
porque no es tan adicta como tú. Si lo que pretendes para estar tranquila o tranquilo es 
ver a tu pareja tumbada, con ojeras, deprimida y temerosa de que la dejes, tienes los 
cables cruzados: no es ella la que debe pegarse a ti, sino que eres tú quien debe desapegarse 
de ella en el sentido que he descrito antes.

B. Si la estrategia que utilizas para no dejar ir a la persona amada es la obediencia 
ciega, tal como dije antes, el efecto será paradójico: el recurso de decir «sí» a todo 
y someterse termina por cansar al otro. Si tu pareja es más desapegada que tú, no tienes 
que rendirle honores. El mecanismo de sumisión funciona como una espiral descendente: 
cada vez que te sometes, te apegas más. No digo que comiences una 
guerra de desamor y alejamiento, sino que pienses y actúes de manera más libre, sin 
estar encadenado o encadenada a nadie. La esclavitud afectiva no es una ficción o un 
hecho pasado de moda. Está vigente y destruye a infinidad de individuos en todo el 
mundo: ocurre cuando el miedo a perder al otro hace que te olvides de tu persona.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso