Algunas sugerencias para trabajar el desapego y nivelar el poder afectivo en la pareja.
4. EXPLORA SITUACIONES NUEVAS
Si quieres desapegarte debes sacar a relucir el espíritu aventurero que hay en ti.
Hasta el más cobarde o el más recatado lo posee, sólo es cuestión de pulsar la tecla adecuada. Por desgracia, aunque nacemos con el instinto de husmear en el mundo, el aprendizaje social está organizado para frenar este impulso: mucha investigación vivencial asusta, no vaya a ser que nos liberemos «demasiado». Las personas que no sufren de apego son exploradoras de corazón y de acción, son curiosas y observadoras: voyeuristas de la existencia. No me refiero a las indagaciones irresponsables como probar drogas y estupideces similares, sino al don de maravillarse o decepcionarse ante lo existente, investigar por investigar, ver lo que es, fisgonear, como hace un gato.
Las personas apegadas a su pareja pierden este comportamiento, lo sacrifican «por amor» y creen que la exploración es potencialmente peligrosa porque sienten que su pareja podría alejarse de ellas. Por eso adoran la rutina y la defienden a capa y espada: el miedo a perder al otro nubla la pasión por el descubrimiento, aquieta el impulso viajero, lo amansa.
Si de verdad quieres cambiar, empieza por cosas sencillas. Trata de romper tus costumbres cotidianas: coge atajos, aprende a ser más nómada. Si merodeas por tu entorno de otra manera, con despreocupación y frescura, encontrarás infinidad de cosas que no habías degustado o sentido antes. Hablo de desempolvar tu capacidad de asombro y echarla a rodar. ¡No necesitas estar en pareja para hacerlo! La gente dependiente termina en una especie de sopor existencial de tanto pensar y actuar en función de su «mitad». El «yo» se adormece en los automatismos. ¿A veces no tienes la impresión de que se han acabado los temas de conversación con tu pareja? ¡Y cómo no habrían de acabarse si nunca pasa nada nuevo! Un paciente me decía: «Lo que usted me pide es peligroso. Si yo exploro, le estaré dando a ella autorización para que también lo haga». Le respondí: «¿Y cuál es el problema? Tendrán muchas más cosas de que hablar, mucho más que compartir, serán personas vivas y despiertas». Más tarde me confesó: «Sólo me siento verdaderamente en paz cuando ella está dormida o en casa». Celos patrocinados por la dependencia: un cóctel mortal. Independencia no es desamor, es renovación, es ser uno a pesar del amor y por encima de él.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso