miércoles, 14 de mayo de 2014

OFRECIENDO Y RECIBIENDO


Salimos al mundo a buscar lo que nos faltó ofreciendo a cambio de lo que recibimos.

Y mismo estoy bastante satisfecho de dar mi amor, mi cuidado, mi protección y mis normas, cuando el otro viene y me dice: acá estoy, yo te reconozco, vení que te acaricio, vamos a jugar... Esto no tiene nada de malo.

Lo que no sería muy sano es que yo conteste enojado:
“Ah, no. ¡No es el momento!. Porque ahora... ¡hay que trabajar!...”.

A veces, la disparidad entre las cosas que pedimos y las que damos a cambio puede ser muy grande. Por supuesto, uno puede elegir para dar a cambio otras cosas que las que recibió en casa de sus padres. Porque aunque la tendencia natural es a dar estas cosas, uno ha crecido, se ha nutrido, ha aprendido.

Ojalá descubra que si bien hay un condicionamiento en lo que recibí, puedo conocerme y librarme de el para dar lo que elijo dar, y si no puedo hacerlo solo, puedo pedir ayuda.

Cuidado, ayuda no es sinónimo de terapia, es mas, lamentablemente hay cosas que la terapia no enseña, cosas que hay que aprenderlas viviendo la vida. Con respecto a esas cosas, un terapeuta sirve cuando las otras instancias para recibir lo que necesito han fracasado. Sólo ahí.

Y pese a lo que ustedes crean, la mayor parte de mis colegas está de acuerdo con esto y asume con vocación y responsabilidad el rol reparador o de sustituto que el paciente necesaria. Creo que cuando uno no ha recibido en la casa de los padres estas cosas que le han faltado, las va a buscar afuera. Y si uno busca, en realidad siempre encuentra. Y la verdad es que la única posibilidad de que alguien reciba algo de su terapia es que se vincule humanamente con el terapeuta. No pasa por una técnica, sino por el vínculo sano entre ellos.

Una vez, en un grupo terapéutico, una mujer que estaba muy afectada y muy dolida, en una situación personal muy complicada, hizo el ejercicio delante del grupo. Pensó mucho tiempo y dijo: ¿Qué recibí?. Y anotó: “Nada”. Y agregó: “Por lo tanto me faltó : Todo”.

Cuando hice la devolución, tuvo que darse cuenta que ella vivía en el mundo exigiendo “todo” a cambio de lo cual no daba “nada”.

Y por supuesto que lloraba todo el tiempo sus carencias y su soledad.

Y por supuesto que se quejaba de la injusticia de que nadie le quisiera dar lo que ella necesitaba.

Porque estaba puesta en este lugar: buscaba a alguien que le diera “todo” a cambio de “nada”.

La vida es una transacción: dar y recibir son dos caras de la misma moneda. Si la moneda tiene una sola cara, es falsa, cualquiera sea la cara que falte. Es de todas formas dramático que alguien no quiera recibir “nada” a cambio de darlo “todo”.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay