jueves, 8 de mayo de 2014

LOS CHICOS CRECEN


Cuando una pareja se constituye y decide parir hijos, aunque no piense en lo que va a pasar, está asumiendo una responsabilidad fantástica, pero también dramática a futuro. Y uso esta palabra porque siempre es dramático darme cuenta de que aquel a quien amo tanto como a mi mismo, o mas, me va a abandonar, me va a criticar, me va a despreciar, va a decidir en algún momento vivir su vida sin mi.

Y esto es lo que nuestros hijos van a hacer, lo que deben hacer, lo que debemos enseñarles que hagan. Con un poco de suerte los veremos abandonar el nido aunque carguen con las carencias de nuestras miserias y aunque a veces tengan que padecer los condicionamientos de nuestros aciertos.

Recomiendo una pequeña tarea.

Tomen una página y divídanla en dos columnas: una encabezada por “Recibí” y la otra por “Me faltó”. En la primera columna, anoten todo lo que ustedes hayan recibido en sus casas de origen, y la segunda, todo lo que crean que les ha faltado.

Si yo tuviera que escribir esto para mi, diría que recibí mucho amor, cuidado, protección, estímulo, normas y conciencia de la importancia del trabajo, y diría que me faltó presencia, reconocimiento, caricias y juegos.

Esta es mi historia, como yo la cuento, la de ustedes será diferente.

Las cosas que he recibido y las cosas queme han faltado condicionaron mi manera de ser en el mundo.
Indudablemente, este que soy está claramente determinado por aquellas cosas que recibí y aquellas cosas que 
me faltaron.

La lista de ustedes ocasiona que sean de una determinada manera. Y serían de otra forma si hubieran 
recibido y les hubieran faltado otras cosas.

Ahora bien, saquémosle el juego al ejercicio.

Cuando yo salga de la casa de mis padres para ir al mundo a buscar mi propia vida, voy a tener tendencia (no 
condicionamiento absoluto) a elegir a alguien, o algunos, que en principio me puedan dar lo que me faltó.

¿Cómo podría no ir a buscar a aquellos que me den las cosas que me faltaron?.
Y entonces, seguramente, yo, fue al mundo a buscar a alguien que estuviera siempre presente, que me 
valorara y me reconociera, que me diera las caricias que a veces me faltaron y que fuera capaz de jugar y de 
divertirse conmigo (lo que recuerdo que me faltó).

Cuando crecemos, en lugar de transformar esa falta en una acusación hacia los padres, salimos a buscar lo 
que sentimos que nos faltó.
Sin duda, nuestra manera de evaluar lo que nos faltó está condicionada por lo que somos, pero no se trata ya 
de mis padres, sino de mi.
Este juego está aquí para mostrar cómo mi historia puede condicionar mi libertad para elegir, pero también 
para establecer que esa libertad no puede evitarse.

Y si es cierto que salgo a buscar lo que me faltó, también es verdad que lo que mas tengo para ofrecer es lo 
que recibí. Y entonces, aunque suene incoherente, a cambio de todas mis demandas, yo voy a tener 
tendencias a ofrecer, mi amor, mi cuidado, mi protección, mi estímulo, mis normas y mi conciencia de la 
importancia de trabajar.

Y esta es mi manera de ser en el mundo.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay