miércoles, 31 de diciembre de 2014
RENDICIÓN COMPATIBLE CON LA ACCIÓN
CUANDO TU SITUACIÓN DE VIDA TE RESULTA INSATISFACTORIA o incluso intolerable, sólo si empiezas por rendirte podrás romper el patrón de resistencia inconsciente que perpetúa esa situación.
La rendición es perfectamente compatible con la acción, con iniciar cambios o alcanzar objetivos.
Pero, en el estado de rendición, tu acción fluye desde una energía completamente diferente, de otra cualidad.
La rendición te conecta con la fuente-energía del Ser, y tu hacer, imbuido de Ser, se convierte en una alegre celebración de la energía de vida que te lleva más profundamente al ahora.
La no-resistencia realza enormemente la cualidad de tu conciencia y, por tanto, la cualidad de cualquier cosa que estés haciendo o creando. Entonces los resultados vendrán por sí mismos y reflejarán esa cualidad. A esto lo podríamos denominar «acción rendida».
EN EL ESTADO DE RENDICIÓN, ves con claridad lo que hay que hacer y empiezas a actuar; vas haciendo una cosa cada vez, te centras en una cosa cada vez.
Aprende de la naturaleza: observa cómo se hace todo y cómo se despliega el milagro de la vida sin insatisfacción ni infelicidad.
Aprende de la naturaleza: observa cómo se hace todo y cómo se despliega el milagro de la vida sin insatisfacción ni infelicidad.
Por esta razón Jesús dijo: «Mira los lirios del campo, cómo crecen; ni se afanan ni se enredan.»
PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA (extracto)
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart TolleFotografía de internet
RETROCEDER
No hay vuelta atrás, y no hay necesidad de volver atrás. Tienes que avanzar, no retroceder:
Una y otra vez pensaras en cómo volver atrás. No es posible, no hay necesidad de hacerlo. Tienes que avanzar. Tienes que alcanzar tu propia luz; y eso se puede lograr. No hay, posibilidad de retroceder, y aunque la hubiera, la misma experiencia ya no te satisfaría más. Solo sería una repetición... no te estimularía: el estímulo estaba en la novedad. Ahora la misma experiencia no te va a proporcionar ningún gozo. Dirás: «Esto lo conozco... pero ¿qué más hay? ¿Qué tiene de nuevo?». Y si se repite algunas veces, te aburrirás con ello.
Hay que avanzar, y cada día hay experiencias nuevas. La existencia es tan eternamente nueva que nunca repetirás la misma visión. Posee tantos millones de aspectos que cada día puedes tener una nueva visión... entonces, ¿para qué molestarte con la antigua? No hay necesidad.
Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 262
Osho
Día 262
Fotografía tomada de internet
martes, 30 de diciembre de 2014
EL PRESENTE VIVO
Interlocutor: Por lo que yo puedo ver, no hay nada irregular en mi cuerpo ni en mi ser real. Ninguno de ellos son de hechura mía y no necesitan ser mejorados. Lo que no ha ido bien es el «cuerpo interior», llámelo mente, consciencia, antahkarana, cualquiera que sea el nombre.
Maharaj: ¿Qué considera usted que no va bien en su mente?
Int: Es inquieta, codiciosa de lo agradable y temerosa de lo desagradable.
Mah: ¿Qué hay de malo en su búsqueda de lo agradable y en su huida de lo desagradable? El río de la vida corre entre las orillas del dolor y del placer. Es solo cuando la mente se niega a correr con la vida y se aferra a las orillas, cuando eso deviene un problema. Por correr con la vida quiero decir aceptación —dejar que venga lo que viene y que se vaya lo que se va. No desee, no tema, observe lo que acontece, cómo y cuando acontece, pues usted no es lo que acontece, usted es a quien ello acontece. Finalmente usted no es ni siquiera el observador. Usted es la potencialidad última de la que la consciencia omniabarcante es la manifestación y expresión.
Int: Sin embargo, entre el cuerpo y el sí mismo hay una nube de pensamientos y de sentimientos que no sirven ni al cuerpo ni al sí mismo. Estos pensamientos y sentimientos son inconsistentes, transitorios y desprovistos de significación, mero polvo mental que ciega y sofoca; sin embargo, están ahí, oscureciendo y destruyendo.
Mah: Ciertamente, la memoria de un acontecimiento no puede pasar por el acontecimiento mismo. Tampoco lo puede su anticipación. Hay algo excepcional, único, en el acontecimiento presente, que no tienen el acontecimiento pasado ni el venidero. Hay en él una viveza, una actualidad; destaca como si estuviera iluminado.
En lo que acontece ahora hay el «sello de la realidad», que el pasado y futuro no tienen.
Int: ¿Qué es lo que da al presente ese «sello de la realidad»?
Mah: No hay nada peculiar en el acontecimiento presente que lo haga diferente del pasado y del futuro. Por un momento el pasado fue actual y el futuro lo devendrá también. ¿Qué hace al presente tan diferente? Obviamente, mi presencia. Yo soy real porque yo soy siempre ahora, en el presente, y lo que está conmigo ahora participa en mi realidad. El pasado está en la memoria, el futuro —en la imaginación. No hay nada en el acontecimiento presente mismo que lo haga destacar como real. Puede ser un suceso simple, periódico, como la campanada de un reloj. A pesar de nuestro conocimiento de que las campanadas sucesivas son idénticas, la campanada presente es completamente diferente de la anterior y de la siguiente —en tanto que recordada, o esperada. Una cosa enfocada en el ahora está conmigo, pues yo soy siempre presente; es mi propia realidad la que yo imparto al acontecimiento presente.
Int: Pero nosotros tratamos cosas recordadas como si fueran reales.
Mah: Nosotros consideramos los recuerdos, solo cuando irrumpen en el presente.
Lo olvidado no cuenta hasta que uno lo recuerda —lo cual implica traerlo al ahora.
Int: Sí, puedo ver que hay en el ahora algún factor desconocido que da realidad momentánea a la actualidad transitoria.
Mah: Usted no necesita decir que es desconocido, pues usted lo ve en constante operación. Desde que usted nació, ¿ha cambiado alguna vez? Las cosas y los pensamientos han estado cambiando todo el tiempo. Pero la sensación de que lo que es ahora es real no ha cambiado nunca, ni siquiera en sueño.
Int: En el sueño profundo no hay ninguna experiencia de la realidad presente.
Mah: La vacuidad del sueño profundo se debe enteramente a la falta de recuerdos específicos. Pero hay una memoria general de bienestar. Hay una diferencia de sensación cuando decimos «yo estaba profundamente dormido» y «yo estaba ausente».
Int: Vamos a repetir la pregunta con la que comenzamos: entre la fuente de la vida y la expresión de la vida (que es el cuerpo), está la mente y sus estados siempre cambiantes. La corriente de los estados mentales es sin fin, sin significación y dolorosa. El dolor es el factor constante. Lo que nosotros llamamos placer es sólo un lapso, un intervalo entre dos estados dolorosos. El deseo y el temor son la trama y la urdimbre del hecho de vivir, y ambos están hechos de dolor. Nuestra pregunta es: ¿puede haber una mente feliz?
Mah: El deseo es el recuerdo del placer y el temor es el recuerdo del dolor.
Ambos hacen a la mente inquieta. Los momentos de placer son meramente lapsos en la corriente del dolor. ¿Cómo puede ser feliz la mente?
Int: Eso es verdad cuando deseamos placer o esperamos dolor. Pero hay momentos de dicha inesperada, imprevista. Dicha pura, no contaminada por el deseo.
No buscada, no merecida, dada por Dios.
Mah: Sin embargo, la dicha solo es dicha frente a un trasfondo de dolor.
Int: ¿El dolor es un hecho cósmico, o puramente mental?
Mah: El universo es completo y donde hay completud, donde no falta nada, ¿qué puede dar dolor?
Extracto del libro:
Yo Soy Eso
Sri Nisargadatta Maharaj
Fotografía de Internet
lunes, 29 de diciembre de 2014
LA VERDADERA REHABILITACIÓN
Otra de las grandes líderes espirituales de nuestros tiempos. Ya teníamos tiempo de no publicar algo de ella pero por fin hemos encontrado algunos vídeos que serán de mucho interés.
TU VIDA ES TU OPORTUNIDAD...SI TÚ QUIERES
Carta 11
Tu vida es tu oportunidad... si tú quieres.
«Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias, y las crea si no las encuentra.»
George Bernard Shaw
Apreciado y convaleciente jefe:
He sabido que en realidad no tienes gripe. Dos semanas empezaban a ser mucho tiempo y no he podido evitar hacer indagaciones. Sé que te has tomado un descanso forzoso, una baja temporal por estrés. Al parecer, a la gente le sigue dando vergüenza reconocer que está estresada, cansada, bloqueada, débil.
Prefiere inventarse cualquier mentira. La presión social en este sentido sigue siendo muy fuerte y veo que tú tampoco escapas a ella.
Y esto me lleva a pensar que probablemente me necesitas tanto como yo a ti. Yo esperaba que tú me dieras las respuestas a mis inquietudes, pero a base de preguntarme e investigarme, a base de observar el mundo que me rodea y bucear en mi interior, estoy alcanzando esas respuestas por mis propios medios.
Voy a seguir compartiendo este proceso de búsqueda y reflexión contigo, pues veo que a los dos —y quién sabe si a más gente— nos puede ayudar a ser más felices. O sencillamente felices.
En este proceso, empiezo a darme cuenta de que mi vida está llena de oportunidades. He perdido el miedo y cada vez estoy más convencido, como te decía en una carta anterior, de que soy yo quien lo acerco y lo alejo todo de mi vida, quien acerco y alejo las oportunidades.
El diccionario define oportunidad como «conveniencia de lugar y tiempo». Y esta conveniencia para tener la vida que deseamos existe aquí y ahora, y puede ser creada por nosotros mismos.
Apreciado jefe, si hay cosas en tu vida que consideras «inoportunas», que crees que deben cambiar, plantéate seriamente en qué medida eres tú el que decides que se mantengan ahí. Porque vivir con circunstancias inoportunas es molesto, incómodo y sólo comprensible bajo un esquema muy neurótico y masoquista.
Vivir rodeado de circunstancias inoportunas es también la excusa ideal que tienen muchos para no abandonar su posición de víctima y manifestar permanentemente los síntomas de una victimitis con la que se acaban sintiendo de manera constante «jodidos, pero contentos».
Algunos de los síntomas más evidentes de la victimitis son la queja continua sobre la vida y los demás, la sensación de vivir como resultado de las circunstancias más que como generador de ellas, el uso frecuente —a veces permanente— de los demás como muleta o paño de lágrimas, una visión dura y
difícil de la vida (donde hay muchos más enemigos y amenazas que amigos y oportunidades) y la dificultad para experimentar placer, entre otras.
Una de las principales causas de infelicidad que hay en el mundo es el secreto placer que a veces encontramos en sentirnos miserables. Como dice el chiste:
«¿Por qué no sales y te diviertes, cariño?».
«¡Sabes perfectamente que nunca disfruto divirtiéndome!»
Uno puede elegir el tipo de vida que quiere vivir y, en definitiva, dejar de sufrir victimitis. De hecho, siempre hay una oportunidad para deshacernos de la vida que nosotros mismos hemos complicado, para tener la vida que deseamos y que nos espera.
Algunas personas no saben ver sus oportunidades y, por el contrario, ven constantemente terribles amenazas.
Las amenazas son, salvo en el dramático caso de que sean claramente explícitas y directas (como las que nacen del terrorismo, por ejemplo), una cuestión de percepción y, sobre todo, de interpretación de la realidad que a cada uno le rodea.
La vida no amenaza, la vida ocurre. Los hechos son neutros y cada cual les pone el color que quiere. O como dice un genial aforismo tibetano:«No hay situaciones desesperadas, sólo personas que se desesperan».
De hecho, uno puede resignificar toda experiencia vivida, incluso la que ha sido interpretada como amenazante, y darle un nuevo y completo sentido.
Un sentido de aprendizaje, de experiencia.
Por tanto,
VIVIR LAS CIRCUNSTANCIAS COMO AMENAZAS O COMO OPORTUNIDADES ES UNA ELECCIÓN.
Lo que vemos es lo que vemos, no lo que es. En la percepción juegan sobre todo nuestros sentidos y el patrón psicológico y cultural en el que hemos sido formados. Lo que para algunos es un reto, para otros es una dificultad insuperable. Lo que la gente llama «aglomeración» en un tren, se convierte en «ambiente» en una discoteca.
Nuestro inconsciente, a través de sus mecanismos de percepción selectiva, nos hace ver la realidad de una determinada manera. La interpretación combina los estímulos que llegan a nuestro cerebro y monta una película donde ubica tres ingredientes fundamentales: a uno mismo (o una misma), a los demás y a las circunstancias.
Según el papel que nos adjudique nuestro inconsciente en esa película, el resultado final de la escena interpretada puede ser totalmente distinto en signo (de positivo a negativo), en intensidad (de mucho a poco) y en posibilidad percibida de cambio (de todo a nada). Si tenemos una idea negativa y acobardada de nosotros mismos, percibiremos la realidad como más dura, triste, desagradable y difícil de cambiar que si esa idea es positiva, relajada y asertiva.
La forma en que decidamos actuar en esa película nos condicionará para los siguientes y nuevos estímulos que vayan apareciendo en nuestra vida.
Entre los estímulos que recibimos y las respuestas que damos existe nuestra capacidad de decidir qué responder.
La decisión es una elección personal. A mayor grado de conciencia, mayor libertad de elección en esa decisión.
Por lo tanto, cuanto más se abren los ojos de la mente, más posibilidades hay de resignificar nuestro ser, la vida, las experiencias y a los demás, de modo que las amenazas vayan convirtiéndose progresivamente en oportunidades.
Para quitar la sábana y las cadenas a las amenazas fantasma sólo tenemos que cambiar nuestro chip, nuestra actitud, nuestra manera de ver el mundo. Y escucharnos, hacer un análisis de nuestras habilidades y talentos es una pieza clave para la conversión de amenazas en oportunidades.
Así que voy a empezar a sustituir el «si no lo veo, no lo creo» por el «si no lo creo, seguro que no lo veré». Es decir, decido crear mis propias oportunidades.
LAS OPORTUNIDADES NO SON SÓLO FRUTO DEL AZAR, SINO QUE PUEDEN CREARSE.
Y para crearlas tenemos que saber lo que queremos y expresar ese deseo.
Con mucha más frecuencia de la que cabría esperar seguimos actuando como bebés y creemos que los demás son como nuestra mamá, es decir, que adivinan nuestros deseos. Y nos olvidamos de que si queremos algo, si consideramos, además, que lo merecemos, tenemos que pedirlo.
Un buen amigo mío es un gran compositor musical y poeta, un auténtico genio de treinta y cinco años. Su sueño hasta hace poco era que sus letras aparecieran en las canciones de un renombrado y admiradísimo solista a nivel internacional. Un día, en la conversación que acompaña a una buena comida, me manifestó su deseo. Mi respuesta fue muy simple: «¿Y por qué no se lo dices y le mandas un e-mail con fragmentos de tus composiciones?». Él se quedó paradísimo: «¿Yo? Pero... ¡si nadie me conoce! ¿Qué va a pensar de mí? ¿Tú crees? Debe de estar muy ocupado. ¿Se lo leerá...?». «Si no lo pruebas, nunca lo sabrás», le respondí. Así que lo probó. Y en este preciso momento están preparando un disco juntos.
Por lo tanto, aunque es obvio, a veces las oportunidades aparecen porque pedimos lo que creemos que es justo o simplemente porque lo deseamos: desde un aumento de sueldo hasta salir a cenar con alguien que nos gusta.
La cantidad y calidad de oportunidades que nos aparecen en la vida son directamente proporcionales a la actitud que tenemos frente a ella.
O dicho de otra forma: las oportunidades pasan por delante de nuestras narices, así que... ¡tengamos la caña y el anzuelo a punto!
Afectuosamente,
Álex
P. D. Oscar Wilde dijo: «El aplazamiento es el asesino de la oportunidad». Y un antigua fábula lo confirma. Dice así:
Un joven describía entusiasmado lo que soñaba hacer con su vida.
«¿Y cuándo piensas hacer realidad tus sueños?», le preguntó el maestro.
«Tan pronto como llegue la oportunidad de hacerlo», respondió el joven.
«La oportunidad nunca llega», replicó el maestro. «La oportunidad ya está aquí.»
Extracto del libro:
La brújula interior
Conocimiento y éxito duradero
Álex Rovira Celma
EL DESEO SEXUAL HACIA LA MADRE
A favor del conflicto edípico, el psicoanálisis explica que eróticamente uno está inevitablemente conectado a su mamá. Cuando el chico tiene cuatro años, esto no es problema, pero después cuando cumple doce, empieza a serlo. Porque si hay un tabú generalizado en todas las culturas, es este: con la madre no se coge.
Con el padre, algunas culturas dicen que si, con los hermanos y los primos también, pero con la madre está prohibido en todas las culturas de todos los tiempos. Entonces, uno se da cuenta sólito de que su deseo está mal, que no se hace. ¿Qué pasa con este pequeño caballerito de doce años que quiere cogerse a su madre?.
En el mejor de los casos, se identifica con su papá y le dice internamente: “Cogétela vos, papi, que lo hacés bien”, y se siente tranquilo. Pero no siempre es tan fácil. Lo cierto es que tiene que hacer algo con su deseo que no sea estrictamente cogerse a la madre.
Y lo que en general hace es tomar esta imagen de mujer única que es la madre y dividirla en dos imágenes antagónicas: una, la mujer santa, casta, pura y angelical, que representa a la madre, con la cual, por supuesto, no se coge. Y otra, la mujer puta (no la que cobra, sino la que goza) para disfrutar, con la cual se coge, absolutamente, de hecho está para eso.
Casi todos los hombres llegamos al mundo sexual adulto con esta imagen dividida. Las mujeres pertenecen a dos grupos: madres y putas. Cuando un varón busca a una chica para coger, sabe dónde encontrarla.
Cuando busca a una chica para formar pareja y casarse, recurre al grupo de madres. Entonces sucede algo que parece lógico pero que a el lo asombra:
No sabe por que, no tiene ganas de coger con ella.
¡Quiero coger con todas las demás menos con la que eligió!
Y es lógico, porque fue elegida sobre la impronta del aspecto amado de su mamá.
El 70% de los tipos que están en pareja y tienen un vínculo estable con esa mujer que eligieron y que les
resulta bárbara para estar en pareja, tienen que salir a putanear por ahí porque las que realmente los calientan
son las otras.
Y para agravar este asunto, las madres les han enseñado a las hijas que hay que ser casta y pura, no puta.
¿Cómo resolvemos esa conducta disociada de un modo saludable?. Encontrando a una mujer cuya actitud
personal tenga tales características que nos permitan volver a unir las imágenes que alguna vez separamos.
Esto es, una mujer que pueda sumar los aspectos de los dos grupos arquetípicos: el de las madres y el de las
putas.
Dicen un paciente mío que cuando uno tiene una mujer capaz de ser madre y de ser puta, tiene una mujer de
puta madre,
Y es cierto y es maravilloso, no sólo para ese hombre.
Cuando una mujer se anima a ser madre y puta, tierna y sensual, buena y erótica, se siente otra vez
completa.
Las mujeres también tienen que aprender que no hay diferentes grupos, que ser puta no es ser prostituta, es s
aber disfrutar del sexo.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía
domingo, 28 de diciembre de 2014
NO TIENES POR QUÉ ACEPTAR UNA SITUACIÓN DE VIDA DESAGRADABLE
NO TIENES POR QUÉ ACEPTAR UNA SITUACIÓN DE VIDA DESAGRADABLE O INDESEABLE. Tampoco tienes que engañarte y decirte que no tiene nada de malo. No. Reconoces plenamente que quieres salir de ella, y entonces limitas tu atención al momento presente sin ponerle ninguna etiqueta mental.
Eso significa que no hay juicio sobre el ahora. Por tanto, no hay resistencia ni negatividad emocional. Aceptas el momento tal como es.
Después te pones en acción y haces todo lo posible por salir de la situación.
Eso es lo que denomino acción positiva. Es mucho más eficaz que la acción negativa, surgida de la ira, de la desesperación o de la frustración. Hasta alcanzar el resultado deseado, continúas practicando la rendición negándote a etiquetar el ahora.
Permíteme una analogía visual para ilustrar el punto que estoy tratando de exponer. Vas caminando de noche por un sendero y estás rodeado por una densa niebla. Pero tienes una linterna muy potente que la atraviesa y crea un espacio estrecho y claro frente a ti. La niebla es tu situación de vida, que incluye el pasado y el futuro; la linterna es tu presencia consciente; el espacio claro es el ahora.
La no-rendición endurece tu forma psicológica, el caparazón del ego, creando así una fuerte sensación de separación. El mundo que te rodea, y en particular la gente, pueden parecerte amenazantes. Surge una necesidad compulsiva inconsciente de destruir a los demás mediante juicios, y también la de competir y dominar. Hasta la naturaleza se convierte en tu enemigo, porque tus percepciones e interpretaciones están gobernadas por el miedo. La enfermedad mental que llamamos paranoia sólo es una forma un poco más aguda de este estado de conciencia, normal pero disfuncional.
No sólo tu forma psicológica, sino también tu forma física, tu cuerpo, se endurece y se pone rígido a causa de la resistencia. Surge tensión en distintas partes del cuerpo y éste en su totalidad se contrae. El libre flujo de energías corporales, que es esencial para la salud, queda muy restringido.
El trabajo corporal y ciertos tipos de terapia física pueden ayudar a recuperar el flujo, pero, a menos que practiques la rendición en la vida cotidiana, esas terapias se limitan a aliviar los síntomas de forma pasajera, porque la causa de la tensión —el patrón de resistencia— no se ha disuelto.
Hay algo dentro de ti que no es afectado por las circunstancias pasajeras que conforman tu situación de vida, y sólo la rendición te permite acceder a ello. Es tu vida, tu Ser mismo, que existe eternamente en el reino intemporal del presente.
PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA (extracto)
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart Tolle
Fotografía de internet
sábado, 27 de diciembre de 2014
LOGRAR UNA VICTORIA
Mientras cueces las patatas has de tapar la olla para evitar que el calor se disipe.
La concentración también es esto. De ahí que mientras hagas la práctica de caminar o respirar de manera consciente para cuidar de tu ira, no debes hacer nada más. No escuches la radio, no mires la televisión ni leas un libro, tapa la olla y haz únicamente una cosa: haz la práctica de meditar andando y de respirar profunda y conscientemente, y pon el cien por cien de ti en abrazar la ira que sientes, exactamente igual que si cuidaras de un bebé.
Después de haber abrazado la ira y haberla observado profundamente durante un rato, empezarás a descubrir cosas y tu ira disminuirá. Te sentirás mucho mejor y desearás volver para ayudar a la otra persona. Cuando abras la olla, las patatas despedirán un delicioso aroma. Habrás transformado la ira que sentías en la energía del amor compasivo.
Y esto es posible, es como los tulipanes. Cuando la energía del sol es lo bastante fuerte, el tulipán tiene que abrirse y mostrar su corazón al sol. Tu ira es una especie de flor. Has de abrazarla con el sol de la plena conciencia. Deja que la energía de la plena conciencia penetre la energía de la ira y, al cabo de cinco o diez minutos, tu ira se habrá transformado.
Cada formación mental -la ira, la envidia, la desesperanza, etcétera- es sensible a la plena conciencia del mismo modo que la vegetación es sensible al sol. Al cultivar la energía de ser consciente, puedes curar tu cuerpo y tu conciencia, porque la plena conciencia es la energía del Buda. En el cristianismo se dice que Jesús tiene en él la energía de Dios, del Espíritu Santo, por eso puede curar a tanta gente. Su energía curativa se llama Espíritu Santo. En el lenguaje budista, esta energía es la energía del Buda, la energía de ser consciente.
La plena conciencia contiene la energía de la concentración, la comprensión y la compasión. La práctica de la meditación budista es, pues, la práctica de generar la energía que nos ofrecerá concentración, compasión, comprensión, amor y felicidad. Todo el mundo que está en un centro de práctica hace precisamente esto: juntos creamos una zona de energía colectiva y poderosa que nos abraza y protege a los que vivimos en el centro y a la gente que viene para estar con nosotros.
Después de hacer una sesión de práctica, ya notamos que podemos cuidar de la ira que sentimos. Hemos logrado una victoria para nosotros mismos y para nuestros seres amados.
Cuando perdemos, nuestros seres amados también pierden.
Pero cuando logramos una victoria, los demás también la han logrado. Por eso, aunque la otra persona no conozca la práctica, podemos practicar por los dos. No esperes a que tu pareja practique para empezar a hacerlo. Puedes hacerlo por ambos.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Thich Nhat Hanh
Fotografía de Internet
viernes, 26 de diciembre de 2014
EL AMOR NO CASTIGA
¿Castigar o no castigar?. El amor no castiga nunca. El «respeto» no es más que miedo y, de la misma forma, el castigo no es más que venganza. El acto de reflexión (que puede ser incluso violento) no es castigo, sino un acto de amor porque lleva en él la curación como fin.
El castigo como venganza es un acto de odio, que engendra más odio.
Cuando el niño no respeta tu libertad o la de los demás, puedes pegarle una palmada en ese momento, para que asocie de dónde viene el golpe; no hay dificultad, porque él aprenderá y comprenderá sin dejarle más residuos. El acto comenzó y terminó con un resultado lógico, como ocurre en la vida.
Cuando le echas un sermón que no entiende y percibe tu disgusto y tu rechazo, que sí entiende, y comienza a sentirse culpable de algo que es la moral, el «deber» y las «normas» que él no llega a entender pero que necesita cumplir para tenerte contento, entonces sí le estás hacienda mucho daño. Y si percibe en ti el resentimiento de la venganza, estarás fomentando en él un violento, vengador y resentido, no lo dudes.
Si se sube a un árbol y se cae haciéndose daño, aprenderá a ir con más cuidado otra vez y no tendrá sentido de culpabilidad. De la misma manera, el cachete que le puedes dar inmediatamente lo asociará a lo que acaba de hacer, pero ahí no entra la moral ni la culpabilidad, sino la realidad. Pero hazlo siempre sin estar molesto, para que no haya rastro de recriminación ni de acusación, conscientes de que eso es amor. Lo que no te privará de consolarlo si llora, como harías si se cae del árbol. Esto es lo que lo diferencia.
Si yo quiero cambiarme a mí mismo tendrá que ser en base a la comprensión, intuición, consciencia, tolerancia, sin violencia. Pues eso mismo necesitan los demás. Todas las represiones tienen un sólo motivo: la insatisfacción de ti mismo, tu intolerancia. No se puede dar libertad si tú no eres libre. No puedes amar si tú no te amas. Y no podrás fingirlo, pues tu boca puede decir una cosa, pero tu voz, tu actitud y todo tu cuerpo estarán diciendo otra. Habrá una contradicción que contaminará el ambiente. Es preferible mostrar tu verdad a los demás mostrando el estadio en que estás con sencillez y tu capacidad real en ese momento.
Cuando haces el bien desde toda tu persona, como una expresión natural de tu ser, no eres consciente de ello. Cuando eres consciente y te enorgulleces de ello, es que ha entrado en ti el «yo» que todo lo complica, y desde ahí el creerte más que los demás. Lo peor de todo es la hipocresía de los padres y maestros haciendo de modelos que luego no son capaces de cumplir y de ahí llega el desconcierto y la desconfianza de los niños cuando el ídolo se viene abajo. De esa desilusión de los niños surge luego el odio.
Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello
Fotografía de internet
jueves, 25 de diciembre de 2014
SI NO TE ADMIRAN, NO TE AMAN
La indiferencia es un monstruo de mil cabezas, y una de ellas es la falta de admiración.
Puede haber admiración sin amor, pero lo contrario es imposible. ¿Cómo amar a alguien que no te deslumbra en algún sentido? Amar también es maravillarse y sorprenderse positivamente por lo que el otro hace o piensa, aunque sea de vez en cuando. Admirar a tu pareja es sentirte orgulloso de estar con ella, es fascinación por alguna característica y/o atributo que destacas y te atrapa. Quizá no lo veas más que tu, pero es suficiente para que el entusiasmo te mantenga en vilo. ¿Qué se admira?
Cualquier cosa, lo que te plazca y lo que se le antoje al corazón: belleza, inteligencia, capacidad de trabajo, tenacidad, honradez, su manera de hacer el amor, o todas las anteriores: lo que quieras y como lo quieras. No es obediencia ciega o culto a la personalidad, sino entusiasmo.
Si no sientes esporádicamente cierto embeleso, si nada te deslumbra ni te cautiva de tu pareja, la relación no va bien. En cierta ocasión le pregunté a un hombre qué admiraba de su mujer y después de pensar un rato, me respondió: «Admirar... No sé, supongo que debe de haber algo que admire en ella, si no, no estaría enamorado».
¡Exacto!: si no te admiran, no te aman.
Cómo hacerle frente a la indiferencia de la pareja y no dejarte aplastar por el sufrimiento. (Lo veremos en los siguientes posts)
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
Fotografía de internet
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