viernes, 31 de julio de 2015

EL MAL NO EXISTE


Párate a pensar si, en algún momento de tu vida, has hecho mal a sabiendas, y si no lo has hecho, ¿Por qué crees tú que los demás sí son capaces de hacerlo?. Algún enfermo mental puede qué lo haga, pero éste no es responsable de sus actos. Todos, sin excepción, buscamos nuestro bien, aunque lo disimulemos, pero la mayor parte de las veces ese «bien» es equivocado, no es bien en realidad.

El miedo y el recelo a perder el «bien» nos hace egoístas, interesados y hasta crueles. ¡Cuando el verdadero bien es libre y gratuito y está dentro de nosotros!. Cuando creemos atrapar el bien nos volvemos vanidosos, ¡Tonto, pero si ha estado siempre contigo y no es obra tuya!.

El bien existe, es la esencia de la vida. Cuando no sabemos verlo o disfrutarlo, a esa sensación le llamamos «mal», pero en sí el mal no existe, lo que apreciamos es una ofuscación o menor percepción del bien, y a eso le llamamos «mal» y nos da miedo, porque estamos hechos para el bien y la felicidad, y el perderlos de vista nos asusta, nos inquieta hasta el sufrimiento cuando no somos capaces de ver la realidad tal cual es.

Si lo comprendes todo, lo perdonas todo, y sólo existe el perdón cuando te das cuenta de que, en realidad, no tienes nada que perdonar. Así es el perdón del Padre. La civilización no ha avanzado lo suficiente para comprender que el criminal es un enfermo que no es responsable de sus actos, como no lo son los locos. Ambos necesitan cura y no que los encierren.

Todos en presencia del amor cambiamos, aun cuando el amor puede ser muy duro. No olvidemos que la respuesta del amor es siempre la que el otro necesita, porque el amor verdadero es clarividente y es comprensivo. Siempre está de parte del otro.

Un niño malo no existe y un hombre malo no existe. Pero sí equivocados, mal programados y locos. Pegando al hombre o encerrándolo no lo curas. Puedes hacerle cambiar su conducta presionándole mucho, por miedo, pero no cambiarás la enfermedad que lo hace funcionar así, su compulsión. La puedes reprimir, pero saldrá luego y saldrá con más agresividad y violencia.

Los actos compulsivos vienen, la mayoría de las veces, por la represión sexual, que sale de una forma simbólica — como la cleptomanía — para satisfacer deseos que están reprimidos en el inconsciente. Como no llegues a descubrirlo y des libre paso a esa represión, los actos compulsivos seguirán ahí y no se curarán nunca por mucho que te empeñes en cambiar la conducta.

Si descubriésemos el origen de nuestras represiones, nos curaríamos para siempre, por eso es tan importante que nos conozcamos a fondo, bien despiertos y conociéndonos nosotros fácilmente conoceremos a los demás.

El inconsciente humano tiene una enorme importancia. Es algo muy delicado y enormemente complicado en su sensibilidad, con casos de efectocausa que, al descubrirlos, se logran resultados mágicos. Pero si esto no se conoce, ¿Cómo se puede cambiar?. El mal que haces a los demás es lo mismo que hacerte mal a ti mismo. El día que comprendas esto, el perdón será muy fácil para ti. Tú podrás defenderte del otro, lo pararás, pero no sentirás ningún odio, sino la comprensión del amor clarividente.

El hombre es libre, pero no existe libertad para distorsionar el bien. Sólo un loco o un dormido hacen el mal — los que no saben lo que es la libertad o no tienen libertad para ser ellos mismos — porque son esclavos de sus compulsiones o sus miedos. Son llevados por su resentimiento y su egoísmo que los hace crueles. Te tienes que defender de sus modos, pero no confundir al enfermo con su enfermedad y condenarlo.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello
Fotografía de internet

HUMILDAD, LIBERTAD, FORTALEZA Y LUCIDEZ


jueves, 30 de julio de 2015

LA VOZ CRÍTICA


Esta voz crítica nunca es tuya. Eras niño y el padre te decía: «No hagas esto»; y la madre te decía: «No hagas esto». Lo que querías hacer siempre estaba mal, y lo que nunca querías hacer, ellos querían que lo hicieras... y siempre estaba bien.

Te encuentras en un doble aprieto. Tienes el derecho de no hacer lo que no quieres hacer... de manera que si lo haces, lo realizas como un deber. Entonces no hay júbilo; sientes que te estas destruyendo, que desperdicias tu vida. Si haces aquello que te gusta, te sientes culpable, consideras que haces algo malo. 

De modo que tienes que deshacerte de tus padres, eso es todo. Y es algo muy sencillo, porque ya eres adulto... ellos no están presentes, solo están en el interior de tu mente. 

No me refiero a que vayas a matarlos... me refiero a que mates esto... esta simple resaca del pasado. Ya no eres niño: reconoce ese hecho. Asume la responsabilidad, es tu vida. Así que haz lo que más te apetezca, y jamás hagas algo que no desees. Si tienes que sufrir por ello, sufre. Hay que pagar un precio por todo; nada es gratis en la vida. 

Si disfrutas de algo y todo el mundo lo condena, ¡bien! Deja que lo haga. Tu aceptas esa consecuencia, merece la pena. 

Si no te gusta algo y el mundo dice «hermoso», carece de sentido, ya que nunca disfrutaras de la vida. Es tuya... y quién sabe? Mañana puedes morir. ¡Así que disfruta mientras estes con vida! No es asunto de nadie... ni de los padres, ni de la sociedad, de nadie. Es tu vida.

Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 294
Fotografía tomada de internet

EQUIVOCACIONES


miércoles, 29 de julio de 2015

LA CLAVE DE LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL


En situaciones de emergencia que amenazan la vida, el cambio en la conciencia del tiempo a la presencia ocurre a veces naturalmente. La personalidad que tiene un pasado y un futuro se retira momentáneamente y queda reemplazada por una intensa presencia consciente, muy calmada, pero muy alerta al mismo tiempo. Cualquier reacción que se requiera surge entonces del estado de conciencia. 

La razón por la que a algunas personas les encanta embarcarse en actividades peligrosas, como el montañismo, las carreras de autos u otras, aunque puede que no sean conscientes de ello, es que los fuerzan a entrar en el Ahora, ese estado intensamente vívido que está libre del tiempo, libre de problemas, libre del pensamiento, libre del peso de la personalidad. Resbalar fuera del momento presente, siquiera por un segundo, puede significar la muerte. Desafortunadamente, llegan a depender de una actividad particular para estar en ese estado. Pero usted no necesita escalar la cara norte del Eiger. Puede entrar en ese estado ahora. 

Desde los tiempos antiguos, los maestros espirituales de todas las tradiciones han señalado al Ahora como la llave de entrada a la dimensión espiritual. A pesar de ello, parece haber permanecido como un secreto. Ciertamente no se enseña en las iglesias y los templos. Si usted va a una iglesia, puede escuchar lecturas de los Evangelios tales como "No se preocupen por el día de mañana, porque cada día trae sus preocupaciones" o "Nadie que pone sus manos en el arado y mira hacia atrás está listo para el Reino de los Cielos". O puede oír el pasaje sobre la belleza de las flores que no se preocupan por el mañana sino que viven tranquilas en el Ahora sin tiempo y Dios provee abundantemente para ellas. La profundidad y la naturaleza radical de estas enseñanzas no son reconocidas. Nadie parece darse cuenta de que fueron dichas para ser vividas y para traer así una profunda transformación interior. 

Toda la esencia del Zen consiste en caminar por el filo de la navaja del Ahora, en estar tan absolutamente, tan completamente presente, que ningún problema, ningún sufrimiento, nada que no sea quién es usted en su esencia, pueda sobrevivir en usted. En el Ahora, en la ausencia del tiempo, todos sus problemas se disuelven. El sufrimiento necesita del tiempo; no puede sobrevivir en el Ahora.

El gran maestro de Zen, Rinzai, para apartar la atención de sus alumnos del tiempo, levantaba su dedo y preguntaba lentamente: "¿Qué falta en este momento?" Una pregunta poderosa que no necesita respuesta en el nivel de la mente. Tiene la intención de llevar su atención profundamente al Ahora. Una pregunta similar en la tradición Zen es esta: "Si no ahora ¿cuándo?" 

El Ahora es también fundamental en la enseñanza del sufismo, la rama mística del Islam. Los sufís tienen un dicho: "El sufí es el hijo del tiempo presente". Y Rumi, el gran poeta y maestro del sufismo, declara: "El pasado y el futuro ocultan a Dios de nuestra mirada; quémalos con fuego". 

Meister Eckhart, el maestro espiritual del siglo XIII, lo sintetizó maravillosamente: "El tiempo es lo que impide que la luz llegue a nosotros. No hay mayor obstáculo hacia Dios que el tiempo".

Del libro: 
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle

VIVIR NO ES UNA OBLIGACIÓN


martes, 28 de julio de 2015

CUANDO ESTÉS ENOJADO, OFRECE UN REGALO


Alguna vez puede ocurrirte que cuando estás enojado con alguien e intentas hacer todo lo posible para transformar la cólera que sientes, nada parece funcionar. En este caso, el Buda te propone ofrecer un regalo a la otra persona. Suena infantil, pero es muy eficaz. Cuando estamos enojados con alguien, queremos hacerle daño. El hecho de ofrecerle un regalo cambia esta actitud por la de desear hacerle feliz. Cuando estés enojado con alguien, mándale un regalo. Una vez se lo hayas enviado, dejarás de sentirte enojado con esa persona. Es un método muy sencillo y siempre funciona.

No esperes a estar enojado para ir a comprar un regalo. Cuando te sientas muy agradecido con alguien, cuando sientas que le amas mucho, sal entonces a comprar un regalo enseguida.

Pero no se lo mandes, no se lo des aún. Guárdalo. Permítete el lujo de esconder dos o tres regalos en un cajón, y más tarde, cuando estés enojado, saca uno y mándaselo. Es un método muy eficaz, el Buda era muy listo.

Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Fotografía de Internet

VIDAS QUE CANSAN


SÓLO QUIEN ES LIBRE


lunes, 27 de julio de 2015

LARGO ES EL CAMINO


Sutra 42: Largo es el camino

Y que largo es el camino para el viajero, errando a través de tantas vidas! Permítele descansar, no dejes que sufra, no lo dejes caer en el sufrimiento. 
(Budha).

Vives tantas vidas y todas al mismo tiempo… con seguridad debes estar cansado. Si vivir la propia cansa, imagina cómo cansará vivir las vidas ajenas. Descansa, que la felicidad nace en un corazón descansado.

Extracto del libro:
Recopilaciones "Cuentos y Fábulas del Buda" 
Sri Deva Fénix
Fotografía de internet

MUERTOS O VIVOS


domingo, 26 de julio de 2015

RELACIONES IMBERBES


¿Qué podemos decir de aquellas relaciones de pareja en las que los enamorados son casi unos niños y se han ido a vivir juntos? Me refiero a los matrimonios imberbes, patrocinados o no por los padres. Hemos dicho que el amor no tiene edad, pero a veces hay que ponerle pañales. Si apenas puedo con mi vida, ¿cómo voy a congeniar con otra? He atendido a muchos jóvenes, casi adolescentes, que intentaban llevar una vida de pareja adulta imposible. Mi conclusión no es optimista: la mayoría de estas relaciones no funcionan o requieren de mucha ayuda profesional para salir adelante.

Hay un tiempo cronológico y mental para sentar cabeza y otro para volar sin freno, y por eso crear «madurez» o «juventud» en el consultorio es imposible. 

Hay épocas influidas por determinados mandatos sociales, ciclos vitales y variaciones hormonales que nos empujan a actuar de tal o cual manera. No quiero decir con esto que no existan matrimonios entre gente muy joven que vivan bien, pero su porcentaje de éxito es bastante bajo. Algunos progenitores corren a casar a su joven hija porque se ha quedado embarazada, sin darse cuenta de que es preferible una madre soltera psicológicamente sana que una madre mal casada y ansiosa; más aún, yo diría que estar casado no es una virtud a la que hay que acceder a cualquier precio. El matrimonio requiere de una decisión pensada y analizada con el corazón palpitante y la cabeza fría: no es un juego de niños.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso
Fotografía de internet

QUIERO SABER SI TODAVÍA COTIZO


«Quiero saber si todavía cotizo»

Esta motivación se desprende de un problema más complicado. Podríamos llamarlo el síndrome del actor o la actriz en decadencia. Por ejemplo, muchas personas que fueron famosas convierten la edad de oro en una tragedia porque se apegan a lo que fueron y ya no son. He conocido actores y actrices maduros que sin ser ancianos se avergonzaban de sus arrugas y pasaban gran parte de su tiempo encerrados mirando vídeos y fotos del pasado (recordemos a Greta Garbo). Entregar el poder personal a los demás y dejar que la aprobación social, los aplausos, la fama o los piropos le den sentido a nuestra vida es depositar nuestra felicidad en los demás.

En otros casos, negarse a envejecer y a pasar de moda hace que algunas personas pierdan el sentido de la proporción, sobre todo de la estética, y desarrollen actitudes ajenas a su edad tratando de recuperar la juventud perdida. Te los encuentras en cualquier parte y es como si llevaran un anuncio: «Yo me mantengo joven, ¿y tú?». A lo cual yo respondería: «¡Yo no, afortunadamente!». ¿Cuál es el indicador que toman para escamotearle años o meses a la madurez y el envejecimiento natural?: la conquista, el acto de generar deseo en los demás. Es verdad que social y médicamente hablando los cincuenta de hoy se parecen a los treinta de antes, sin embargo, también es cierto, como ya dije, que cada edad tiene su encanto, si la aceptamos con naturalidad.

Un paciente de sesenta y cuatro años, que había sido toda su vida un donjuán, nunca había aceptado su verdadera edad y trataba de suplir sus aventuras de antaño con prostitutas. Prácticamente todos los días pagaba los servicios de una mujer e incluso llegaba a enamorarse «locamente» de alguna de ellas, lo cual complicaba enormemente su vida: gastaba más dinero del que podía y vivía deprimido. Lo que lo motivaba no era el sexo o una adicción a las prostitutas, sino el intento de revivir el viejo papel de conquistador empedernido: parodiaba la conducta del seductor y se perdía en el juego creyendo que era real. El día que tocó fondo y fue consciente de lo que hacía me dijo: «Soy un iluso, lo único que he logrado es ser una caricatura de lo que fui».

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso
Fotografía de internet

NO TE ROBES


sábado, 25 de julio de 2015

CRECER


Desde el principio mismo hasta el final, mirar en nuestro propio corazón para descubrir la verdad no es sólo cuestión de honestidad, sino también de compasión y de respeto por lo que vemos.

EN MI OFICINA TENGO un rollo de pergamino con una caligrafía japonesa y un cuadro de Bodhidharma, el maestro Zen. Bodhidharma es un hombre gordo, con aspecto enojado y las cejas muy pobladas. Parece que tuviera indigestión. La caligrafía dice: «Encuentras al Buda mirando directamente a tu propio corazón.»

Escuchar charlas sobre el dharma y sobre las enseñanzas del Buda o practicar la meditación no es otra cosa que estudiarnos a nosotros mismos. Estemos comiendo, trabajando, meditando, escuchando o hablando, la única razón por la que estamos en este mundo es para estudiarnos a nosotros mismos. De hecho, se ha dicho que el estudiarnos a nosotros mismos nos proporciona todos los libros que necesitamos.

Quizá la razón por la que existan charlas y libros sobre el dharma sea la de ayudarnos a entender esta enseñanza tan simple: que toda la sabiduría acerca de cómo nos causamos sufrimiento a nosotros mismos, y toda la sabiduría sobre lo alegres, vastas y simples que son nuestras mentes —ambas cosas: la comprensión de lo que podríamos llamar neurosis y la sabiduría de la verdad incondicionada— sólo pueden hallarse en nuestra propia experiencia.

Bodhidharma, que llevó el budismo Zen de India a China, era muy conocido por su fiereza e inexorabilidad.

Una de las historias que se cuentan sobre él dice que, como se quedaba dormido en la meditación, se corté los párpados, Cuando los tiró al suelo se convirtieron en la planta del té, y ¡entonces se dio cuenta de que, simplemente, podría beber té para mantenerse despierto!

Era inexorable en el sentido de que quería conocer la verdad por sí mismo y no estaba dispuesto a hacerlo a través de otros. Su gran descubrimiento consistió en que mirando directamente a nuestro propio corazón encontramos al Buda despierto, la experiencia completa y transparente de cómo las cosas son en realidad.

Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet

RETRATO DE UN PERSEVERANTE


La historia dice que este hombre fracasó en los negocios y cayó en bancarrota en 1831. Fue derrotado para la Legislatura de 1832. Su prometida murió en 1835. Sufrió un colapso nervioso en 1836. Fue vencido en las elecciones de 1836 y en las parlamentarias de 1843, 1846, 1848 y 1855. No tuvo éxito en su aspiración a la Vicepresidencia en 1856, y en 1858 fue derrotado en las elecciones para el Senado.

Este hombre obstinado fue Abraham Lincoln, elegido presidente de Estados Unidos en 1860.

La lección es muy sencilla: sólo se fracasa cuando se deja de intentar.

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet

LA VIDA ES SIMPLE


viernes, 24 de julio de 2015

TEORÍA DEL 1 + 1 = 3


El amor saca de su aislamiento a la personalidad individual conduciéndola a “nosotros” de la completud. La idea de la media naranja, fantasía de la pareja como una unidad, se apoya en esta concepción de ser uno con el otro, de que los dos renunciemos a nuestra identidad para construir un yo superior mas elevado y poderoso.

Platón cuenta que los seres humanos fueron alguna vez mitad masculinos y mitad femeninos, de hecho tenían dos caras, cuatro manos y genitales de ambos sexos. Esta unidad, parece ser, los volvía extremadamente poderosos, y estos hermafroditas empezaron a desafiar a los dioses. El Olimpo no era un lugar donde vivían deidades capaces de tolerar las rebeldías, así que los dioses decidieron matar a los humanos. Cuenta el mito que a último momento una toma de conciencia narcisista los frenó: “Si los matamos a todos no habrá quien nos adore y nos ofrezca sacrificios”. Zeus ideó la solución: “Cortaré a cada uno de los humanos en dos mitades con vida propia, así su fuerza disminuirá y no habrá mas desafíos”. La idea fue aplaudida y la escisión tuvo lugar. Apolo volvió invisibles las heridas. Y los humanos divididos en hombres y mujeres empezaron a poblar la tierra. Sin embargo, cuenta la leyenda que el esfuerzo de todo el Olimpo no puedo evitar que quedara algo del recuerdo de aquella unidad y que por eso los seres humanos siguen buscando permanentemente su otra mitad, para recuperar su fuerza y completud.

En esta teoría buscamos acercarnos a aquellos que percibimos que serán capaces de sacrificar su identidad a cambio de que nosotros hagamos lo propio en beneficio de la constitución de la pareja.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía  tomada de internet

TEORÍA DEL ENRIQUECIMIENTO ESPIRITUAL.


La visión espiritualista del amor incorpora las nociones místicas de todos los tiempos y culturas.

Encontramos al otro con quien compartimos la sensación de ser incompletos y nos valemos de nuestras ventajas para completarnos, para complementarnos, para formarnos. El contacto con el otro nos permite indagar en nuestras carencias, buscar, formarnos, darnos cuenta, cambiar, crearnos, descubrirnos mejores.

La pareja permite que yo descubra y tenga el placer de ayudar a que el otro se descubra.

La pareja constituye, pues, un encuentro privilegiado en mi camino hacia mi mismo, un encuentro simultáneo con lo otro y con lo mismo. Se parte de uno para llegar a la unidad.

El encuentro en pareja da lugar a la novedad, un espacio compartido que propicia el conflicto y la creación de nuevos paradigmas.

Si, como ya dije, el encuentro con el otro es siempre una nueva oportunidad para encontrarse con uno mismo, el vínculo de pareja es en ese sentido el mejor de los encuentros.

En este encuentro los dos marchamos hacia la meta de la individualidad pero juntos.


Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía  tomada de internet

SIN REMORDIMIENTO DE CONCIENCIA


jueves, 23 de julio de 2015

NECESITO CONTAGIARME DE LA ENERGÍA DE LA GENTE JOVEN


«Necesito contagiarme de la energía de la gente joven»

Muchas personas mayores sueñan con repetir los años mozos. En cualquier momento se les reactivan las hormonas y empiezan a buscar «carne fresca» para contagiarse de sus bríos y furor. He visto pasar por mi consulta los dos extremos del continuo: aquellos que vuelven a renacer gracias a la presencia de un compañero joven y los que se agotan al segundo o tercer encuentro con su flamante pareja porque las lumbares o la ciática no los dejan vivir. Uno no puede rejuvenecer más allá de lo que permite el organismo, aunque la mente intente hacer regresiones. La imagen de un anciano feliz, sacudiendo la cabeza al compás de unas jóvenes caderas, es una fábula de Hollywood. Cuando mi mujer y yo bailamos o cantamos canciones de nuestra época, mis hijas ponen cara de condescendencia y nos dan un golpecito en la espalda. El mensaje que consigo descifrar es: «Tranquilo, papá, si sois felices así, adelante».

Dejarse llevar por la lozanía de los cuerpos juveniles es tentador para la mayoría.

Y no sólo hablo de los hombres, pensemos también en aquellas mujeres no tan adolescentes que concurren a los lugares de striptease masculino y enloquecen de la dicha y ponen dinero en los calzoncillos de quienes se retuercen rítmicamente. No obstante, es frenesí de una noche, un momento, un rato de esparcimiento para sacar a pasear la testosterona femenina, y listo. Otra cosa sería convivir con uno de estos personajes, mantener lejos a las fans de turno y darle calmantes de vez en cuando para que sosiegue su ímpetu.

En algún momento de mi vida salí con una mujer dieciocho años menor. Yo tenía cuarenta y uno y ella veintitrés. La relación empezó bien, hasta que me di cuenta de algo que no quise o no supe manejar, posiblemente debido a mi susceptibilidad entrada en años: cada vez que sonaba una música, en el coche, en una tienda o en la calle, ella comenzaba a moverse al ritmo de lo que escuchaba. Sacudía la cabeza al estilo carioca y movía los hombros como bailando mambo. Yo no era tan viejo, pero mientras mis preferencias musicales se concentraban más en la trova cubana, los Beatles o la balada, ella entraba en éxtasis con el trans y la música electrónica. Debo confesarlo, aunque no sea muy profundo de mi parte: sus «contorsiones», gesticulaciones y espasmos sinfónicos me alejaron de ella. Las emociones «fuertes» que a mí me motivaban eran otras y no tenían nada que ver con ir saltando de una discoteca a otra.

Cada edad tiene su «locura» específica, aunque sea intercambiable a veces. No necesitas estirarte la piel como un tambor y vestirte con ropa de quinceañeros para sentir emociones. Sin dejar de ser tú, podrás encontrar gente que se te parezca. Eso es lo maravilloso de un mundo tan variado y multicultural. He conocido ancianos que harían palidecer a más de un hiperactivo y con una alegría y disposición al placer realmente envidiable. Cada pareja crea su microcosmos, su intimidad y su manera particular de sentir y degustar la vida. Ése es el vínculo secreto e irreemplazable de cada enamorado.

¿Quién dijo que se necesita ser joven para generar emociones fuertes?

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso
Fotografía de internet

LA QUEJA ES UN PECADO


miércoles, 22 de julio de 2015

EL DISTINTIVO DEL BUDISMO (Introducción)


El budismo se puede distinguir de otras tradiciones religiosas y escuelas filosóficas por cuatro «sellos». Estos son las marcas o características del budismo.

La primera de ellas es la afirmación de que todas las cosas condicionadas son impermanentes y transitorias. Esto es algo que conocemos íntimamente cuando observamos nuestro propio proceso de envejecimiento. También podemos ver reflejos de impermanencia en el mundo físico que nos rodea, pues cambia de día en día, de estación en estación y de año en año.

La impermanencia no se limita al desgaste y desintegración final de las cosas; puede ser más sutil. Las cosas existen solo de manera momentánea, siendo cada momento de su existencia la causa del siguiente, que, a su vez, es causa entonces del siguiente. Tomemos por ejemplo una manzana. El primer día, o el segundo, puede seguir teniendo una apariencia y un estado de maduración muy similar al de la manzana tal como la consideramos inicialmente. Sin embargo, con el paso del tiempo, irá madurando más y más, y al final se pudrirá. Si dejamos pasar el tiempo suficiente, se desintegrará y se convertirá en algo que ya no identificamos con una manzana. Finalmente, cuando se haya descompuesto por completo, no habrá manzana en absoluto. Esta es una manifestación del aspecto más vulgar de la impermanencia.

En un nivel más sutil, la manzana cambia de un momento a otro, y cada momento es la causa del siguiente. Cuando reconocemos esta naturaleza momentánea de la manzana, se vuelve difícil afirmar que existe una manzana subyacente que es poseedora de esos momentos de su existencia.

Esta cualidad transitoria es también una característica de nosotros mismos. Existimos momentáneamente, cada momento de nuestra existencia es causa del siguiente, que luego es, a su vez, causa del siguiente, proceso que continúa día tras día, mes tras mes, año tras año, y, tal vez, incluso vida tras vida.

Esto es cierto también de nuestro entorno. Incluso los objetos más aparentemente concretos y duraderos que nos rodean, como las montañas y los valles, cambian con el paso del tiempo —a lo largo de millones de años— y al final desaparecerán. Esa transformación enorme solo es posible debido al proceso de cambio constante que se desarrolla momento a momento. Si no se produjeran tales cambios momentáneos, no podría haber grandes cambios en un período dilatado de tiempo.

Dharmakirti, el lógico budista del siglo VII, afirmaba que «todos los fenómenos que surgen de causas y condiciones son por naturaleza impermanentes». Esto sugiere que todo lo que ha nacido debido a la agregación de diversas causas y condiciones está, por su propia naturaleza, sometido al cambio. ¿Qué es lo que produce este cambio? Los budistas sostenemos que las mismas causas que hacen que algo aparezca en la existencia son las responsables de su evolución. Por lo tanto, decimos que las cosas están bajo el poder de otras causas y condiciones: son dependientes.

Algunos pensadores budistas aceptan que la impermanencia de nuestra manzana se debe meramente a que viene a la existencia, perdura y luego se descompone, dejando al final de existir por completo. La mayoría de los budistas comprenden que la impermanencia de la manzana es su naturaleza momentánea: su existencia momento a momento a momento…, con cada momento de nuestra manzana terminando cuando el momento siguiente comienza. Considerarían que las mismas causas y condiciones que hacen que surja nuestra manzana la semilla que se transformó en el árbol del que cogimos nuestra manzana, la tierra en la que creció el árbol, la lluvia que lo regó, el sol y el fertilizante que nutrió el desarrollo de la semilla para que se convirtiera en árbol— son las causas y condiciones que producen la desintegración de nuestra manzana, no siendo necesaria ninguna otra causa.

¿Cuáles son las causas y condiciones de nuestra existencia individual, de la vuestra y de la mía? Nuestro momento de existencia presente está causado por su momento inmediatamente precedente, remontándose así hasta el momento de nuestro nacimiento, y más atrás, a través de los nueve meses en el vientre de nuestra madre, hasta el momento de la concepción. Es en la concepción donde se origina nuestro cuerpo físico por la unión del semen de nuestro padre y el óvulo de nuestra madre. Es también en la concepción donde, según el budismo, nuestro aspecto mental o conciencia —no el ser físico— es causado por el momento previo de esa conciencia, la corriente de momentos que se retrotrae, a través de las experiencias entre las vidas, a nuestra vida pasada y a la vida anterior a esa, y a la anterior…, y así sucesivamente hasta las vidas infinitas.

Se dice que la causa raíz de nuestra existencia no iluminada en este ciclo de renacimientos —samsara en sánscrito— es nuestra ignorancia fundamental: nuestra actitud de aferramos a la sensación del sí-mismo. A través de este libro exploraremos las opiniones de diferentes budistas sobre esta actitud ignorante de aferrarse al sí-mismo. Es un tema esencial, porque el budismo interpreta que su supresión es el camino a la paz y felicidad verdaderas.

También debemos identificar inicialmente las causas y condiciones que dan forma a nuestra existencia ignorante en el samsara. Estas son las actitudes mentales aflictivas como el deseo, la aversión, el orgullo y los celos. Son aflictivas porque nos producen infelicidad.

Nuestro deseo hace que anhelemos más y que estemos siempre insatisfechos con lo que tenemos. Posteriormente renacemos en situación de necesidad e insatisfacción. La aversión disminuye nuestra paciencia y aumenta la tendencia a la ira. De forma semejante, todas nuestras aflicciones —el orgullo, los celos— socavan nuestra paz mental y hacen que seamos desgraciados.

Esas aflicciones mentales han dominado nuestras acciones durante infinitas vidas pasadas. Por consiguiente, nuestra existencia condicionada se describe como una realidad contaminada en la que nuestros pensamientos están contaminados por las emociones. En la medida en que estamos bajo la influencia de esas emociones, no tenemos control sobre nosotros mismos; no somos verdaderamente libres. Debido a ello, nuestra existencia es fundamentalmente insatisfactoria y posee la naturaleza del sufrimiento.

Poco después de alcanzar la iluminación, el Buda Shakyamuni impartió su enseñanza sobre el sufrimiento. Consideró el sufrimiento dividido en tres niveles. El primer nivel del sufrimiento, el más inmediatamente evidente, es el dolor mental y físico. El segundo, más sutil, es aquel creado no por sensaciones dolorosas, sino por sensaciones agradables. ¿Por qué el placer causa sufrimiento? Porque siempre termina por cesar, dejándonos con el anhelo de más placer. Pero el nivel más importante es el tercero, una forma de sufrimiento que impregna el conjunto de nuestra vida. Es a este último al que se refiere la segunda característica que define al budismo: todos los fenómenos contaminados —es decir, todo lo que existe— están vinculados a la naturaleza del sufrimiento.

La tercera de las cuatro características o sellos del budismo es que todos los fenómenos están desprovistos de egoidad o mismidad. A lo largo de este libro descubriremos lo que se quiere decir con «mismidad» y con carencia de ella.

Repasemos estas tres primeras características: todas las cosas compuestas, sean aire, piedra o criaturas vivas, son impermanentes, están en la naturaleza del sufrimiento, y todos los fenómenos están desprovistos de mismidad. Nuestra ignorancia de esta naturaleza sin mismidad de todo lo que existe es la causa fundamental de nuestra existencia ignorante. Afortunadamente, se debe a esta naturaleza sin mismidad el hecho de que tenga.

La fuerza de la sabiduría, cultivada poco a poco, nos permite hacer disminuir y finalmente eliminar nuestra ignorancia fundamental que se agarra a la sensación del sí-mismo. El cultivo de la sabiduría producirá un estado más allá del pesar: nirvana. La cuarta característica del budismo es que el nirvana es la verdadera paz.

Así pues, la raíz de nuestra infelicidad es la idea falsamente sostenida de que poseemos alguna realidad sustancial verdadera o perdurable. Pero, dice el budismo, hay una salida a este dilema. Está en reconocer nuestra identidad verdadera: la que yace por debajo de nuestras concepciones, falsamente sostenidas, de un sí-mismo personal perdurable.

Nuestra mente es esencialmente pura y luminosa. Los pensamientos y emociones aflictivos que contaminan nuestro sí-mismo superficial, cotidiano, no pueden afectar a esa mente esencial. Al ser adventicias o accidentales, esas contaminaciones son eliminables. La práctica budista apunta principalmente a cultivar los antídotos para esos pensamientos y emociones aflictivos, con el objetivo de erradicar la raíz de nuestra existencia ignorante a fin de producir así la liberación del sufrimiento.

La técnica que empleamos para hacer esto es la meditación. Por supuesto, hay varias formas de meditación, y la práctica de muchas de ellas está ahora ampliamente difundida. La forma de meditación en la que nos centramos en este libro difiere, sin embargo, de algunos de esos métodos en que no es solo un ejercicio para calmar la mente. Es esencial el estudio diligente y la contemplación. Familiarizamos nuestra mente con ideas nuevas, como las que exploramos en este libro, analizándolas lógicamente, ampliando nuestra comprensión y profundizando nuestro discernimiento. Llamamos a esto meditación analítica. Es la forma de meditación que se debe aplicar al contenido de este libro si queremos producir un cambio verdadero en nuestra percepción de nosotros mismos y de nuestro mundo.


Extracto del libro:
Dalái Lama
La mente despierta
Cultivar la sabiduría en la vida cotidiana