domingo, 31 de enero de 2016

LA MEDIDA DEL ÉXITO ES EL ÉXITO A TU MEDIDA


Carta 21

La medida del éxito es el éxito a tu medida

«No trates de hacerlo... ¡hazlo! De lo contrario, ni siquiera vale la pena que lo intentes.»
Maestro Joda a Luke Skywalker en El imperio contraataca, de George Lucas

Querido/a amigo/a:

Demasiado a menudo la complicación de la vida obedece al «efecto rebaño», a la incapacidad de pensar por nuestros propios medios, a estar más pendientes de las cosas que de nosotros y a buscar el perverso éxito social, la fama o como quieras llamar a ese engañoso espejismo.

El «efecto rebaño» puede llevarnos a querer medir nuestra capacidad de logros en base al éxito social. O a la imagen de este éxito que se nos transmite: pasarse el día jugando a golf, viajar en coches deportivos, rodearse de glamour...

Mientras que el éxito inteligente consiste más bien en ir descubriendo progresivamente el propósito de nuestra vida y disfrutar de cada paso, de estar en el camino.

A algunas personas este éxito inteligente les llevará a una vida sencilla y a otras al glamour... Dependerá de cada uno. 

En cualquier caso, lo que importa es que sientas que vives tu vida, que estés en paz con tu interior y que contribuyas abiertamente a crear una sociedad mejor.

La realización profesional es muy importante, ya que la profesión ocupa mucho tiempo de nuestra vida, casi la mitad del tiempo que pasamos despiertos (y para una gran cantidad de personas, bastante más de la mitad de ese tiempo).

Por tanto...

DEFINE EL ÉXITO A TU MANERA Y A TU MEDIDA.

No dejes que sean otros los que digan cómo ha de ser tu éxito.

Porque otros te dirán dónde llegar... pero no te dirán cómo, no te definirán el rumbo.

Si se lo permites entrarás en un laberinto, en una carrera que no es la tuya, por la que pagarás un precio muy alto... Y nunca ganarás.

El rumbo sólo lo encuentras cuando eres tú quien define el éxito a tu medida.

Tu éxito significa tu finalidad en la vida.

Encuéntrate, reconócete, sé tú...

Eso te hará ser único o única.

Y la vida te premiará por ello más de lo que puedas imaginar hoy.

Deja de ser lo que crees que los otros quieren o esperan que seas.

Piensa que sólo hay una cosa más volátil y combustible que la gasolina: el éxito social, que se esfuma rápidamente porque sólo es un sucedáneo de la verdadera felicidad.

Las librerías están llenas de libros de motivación especialmente pensados para personas que se aburren hasta el extremo haciendo un trabajo que simplemente odian. Esas personas lo tienen muy difícil para motivarse. Y corren el riesgo de acabar haciendo suyo el motivo de otro.

Sería una verdadera lástima, más aún, una tragedia insoportable, que justo antes de morir dijeras: «¡Podría haber sido tan feliz! ¡Tuve tan buenas ideas!

¡Me gustaba tanto hacer tal cosa, se me daba tan bien que...!».

¡No me digas!

¡Haberlo pensado antes!

Justo ahora que se baja el telón vas y dices que te hubiera gustado que fuese distinto...

Seamos prácticos: para saber si vocación y profesión coinciden, plantéate si seguirías haciendo lo mismo si, de repente, por herencia o lotería, te cayesen del cielo diez millones de euros.

Si respondes sí, ya tienes esa cifra, porque estás haciendo lo que te gusta. O porque no le das importancia al dinero. Dicho de otra manera, porque el dinero no paga tu pasión.

Con mis mejores deseos de éxito.

Álex.

P. D. Escribe Elisabeth Kübler-Ross en su libro La rueda de la vida:«Es muy importante que hagáis lo que de verdad os importe. Sólo así podréis bendecir la vida cuando la muerte esté cerca». Probablemente, ésta es la mejor definición de éxito que se ha hecho nunca.

Extracto del libro: 
La brújula interior
Conocimiento y éxito duradero 
Álex Rovira Celma

¿QUÉ ESTÁN BUSCANDO?


Carl Jung cuenta en uno de sus libros una conversación que tuvo con un jefe indígena norteamericano que le señaló que tal como él lo percibía los blancos tienen caras tensas, ojos penetrantes y un porte cruel. Dijo "Están siempre buscando algo. ¿Qué están buscando? Los blancos siempre quieren algo. Siempre están incó­modos e inquietos. No sabemos lo que quieren. Creemos que están locos". 

La corriente subterránea de desasosiego constante comenzó mucho antes del surgimiento de la civilización industrial occidental, por supuesto, pero en la civilización occidental, que ahora cubre casi todo el globo, incluyendo la mayor parte del Este, se manifiesta en una forma aguda sin precedentes. Estaba ahí ya en la época de Jesús y también seiscientos años antes, en la época del Buda, y mucho antes. ¿Por qué están siempre inquietos? Preguntaba Jesús a sus discípulos. "¿Puede la preocupación añadir un solo día a su vida?" Y el Buda enseñó que la raíz del sufrimiento debe buscarse en nuestro continuo desear y ansiar. 

La resistencia al Ahora como disfunción colectiva está intrínsecamente conectada con la pérdida de conciencia de Ser y constituye la base de nuestra deshumanizada civilización industrial. Freud, a propósito, también reconoció la existencia de esta corriente subterránea de desasosiego y escribió sobre ella en su libro El Malestar en la Cultura, pero no reconoció la verdadera raíz del desasosiego y no se dio cuenta de que es posible liberarse de él. Esta disfunción colectiva ha creado una civilización muy infeliz y extraordinariamente violenta que se ha convertido en una amenaza, no sólo para sí misma sino también para toda forma de vida sobre el planeta.

Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle

sábado, 30 de enero de 2016

PASAJE (Epílogo)


Este relato llegó a mis manos hace unos meses por Internet. 

Contaba en aquel entonces una historia muy parecida a ésta, pero el sentido final de cuento era espantoso: de una maravillosa idea, alguien había hecho una horrible pancarta de discriminación y resentimientos, algo parecido a lo que ocurre entre algunos amados cuando el camino deja de ser el mismo. 

Decidí pues, como tantas otras veces, reescribir el relato para que llevara el mensaje que yo le creía merecedor. 

El rey Arturo había enfermado. En tan sólo dos semanas su debilidad lo había postrado en su cama y ya casi no comía. Todos los médicos de la corte fueron llamados para curara al monarca pero nadie había podido diagnosticar su mal. Pese a todos los cuidados, el buen rey empeoraba. 

Una mañana, mientras los sirvientes aireaban la habitación donde el rey yacía dormido, uno de ellos le dijo al otro con tristeza. 

- Morirá... 

En el cuarto estaba Sir Galahad, el mas heroico y apuesto de los caballeros de la mesa redonda y compañero de las grandes lides de Arturo. 

Galahad escuchó el comentario del sirviente y se puso de pie como un rayo, tomó al sirviente de las ropas y le gritó: 

- Jamás vuelvas a repetir esa palabra, ¿entiendes?. El rey vivirá, el rey se recuperará... Sólo necesitamos encontrar al médico que conozca su mal, ¿oíste?. 

El sirviente, temblando, se animó a contestar. 

- Lo que pasa, Sir, es que Arturo no está enfermo, está embrujado. Eran épocas donde la magia era tan lógica y natural como la ley de gravedad. 

- ¡Por que dices eso, maldición! – preguntó Galahad. 

- Tengo muchos años, mi señor, y he visto decenas de hombres y mujeres en esta situación, solamente uno de ellos ha sobrevivido. 

- Eso quiere decir que existe una posibilidad... Dime como lo hizo ése, el que escapó de la muerte. 

- Se trata de conseguir un brujo mas poderoso que el que realizó el conjuro, si eso no se hace, el hechizado muere. 

- Debe haber en el reino un hechicero poderoso – dijo Galahad -, pero si no está en el reino lo iré a buscar del otro lado del mar y lo traeré. 

- Que yo sepa hay solamente dos personas tan poderosas como para curar a Arturo, Sir Galahad, uno es Merlín, que aun en el caso de que se enterarara tardaría dos semanas en venir y no creo que nuestro rey pueda soportar tanto. 

- ¿Y la otra? 

El viejo sirviente bajó la cabeza moviéndola de un lado a otro negativamente. 

- La otra es la bruja de la montaña... Pero aun cuando alguien fuera suficientemente valiente para ir a buscarla, lo cual dudo, ella jamás vendría a curar al rey que la expulsó del palacio hace tantos años. 

La fama de la bruja era realmente siniestra. Se sabía que era capaz de transformar en su esclavo al mas bravo guerrero con sólo mirarlo a los ojos, se decía que son sólo tocarla se le helaba a uno la sangre en las venas, se contaba que hervía a la gente en aceite para comerse su corazón. 

Pero Arturo era el mejor amigo que Galahad tenía en su vida, había batallado a su lado cientos de veces, había escuchado sus penas mas banales y las mas profundas. No había riesgo que el no corriera por salvar a su soberano, a su amigo, y a la mejor persona que había conocido. 

Galahad calzó su armadura y montando su caballo se dirigió a la montaña Negra donde estaba la cueva de la bruja. 

Apenas cruzó el río, notó que el cielo empezaba a oscurecer. Nubes opacas y densas parecían ancladas al pie de la montaña. Al llegar a la cueva, la noche parecía haber caído en pleno día. 

Galahad desmontó y caminó hacia el agujero en la piedra. Verdaderamente el frío sobrenatural que salía de la gruta y el olor fétido que emanaba del interior lo obligaron a replantear su empresa, pero el caballero resistió y siguió avanzando por el piso encharcado y el lúgubre túnel. De vez en cuando, el aleteo de un murciélago lo llevaba a cubriese instintivamente los ojos. 

A 15 minutos de marcha, el túnel se abría en una enorme caverna impregnada de un olor acre y de una luz amarillenta generada por cientos de velas encendidas. En el centro, revolviendo una olla humeante, estaba la bruja. 

Era una típica bruja de cuento, tal y como se la había descripto su abuela en aquellas historias de terror que le contaba en su infancia para dormir y que lo desvelaban fantaseando la lucha contra el mal que emprendería cuando tuviera edad para ser caballero de la corte. 

Allí estaba, encorvada, vestida de negro, con las manso alargadas y huesudas terminadas en largas uñas que parecían garras, los ojos pequeños, la nariz ganchuda, el mentón prominente y la actitud que encarnaba el espanto. 

Apenas Galahad entro, sin siquiera mirarlo la bruja le gritó: 

- ¡Vete antes de que te convierta en sapo o en algo peor! 

- Es que he venido a buscarte – dijo Galahad -, necesito ayuda para mi amigo que está muy enfermo. 

- Je... je... je... – rió la bruja -. El rey está embrujado y a pesar de que no he sido yo quien ha hecho el conjuro, nada hay que puedas hacer para evitar su muerte 

- Pues tú... tú eres mas poderosa que quien hizo el conjuro. Tú podrías salvarlo – argumentó Galahad. 

- ¿Por qué haría yo tal cosa? – preguntó la bruja recordando con resentimiento el desprecio del rey. 

- Por lo que pidas – dijo Galahad -, me ocuparé personalmente de que se te pague el precio que exijas. 

La bruja miró al caballero. Era ciertamente extraño tener a semejante personaje en su cueva pidiéndole ayuda. Aun a la luz de las velas Galahad era increíblemente apuesto, lo cual sumado a su porte lo convertía en una imagen de gallardía y belleza. 

La bruja lo miró de reojo y anunció: 

- El precio es este: si curo al rey y solamente si lo curo... 

- Lo que pidas... – dijo Galahad 

- ¡Quiero que te cases conmigo!. 

Galahad se estremeció. No concebía pasar el resto de sus días conviviendo con la bruja, y sin embargo, era la vida de Arturo. Cuantas veces su amigo había salvado la suya durante una batalla. Le debía no una, sino cien vidas... Además, el reino necesitaba de Arturo, 

- Sea – dijo el caballero -, si curas a Arturo te desposaré, te doy mi palabra. Pero por favor, apúrate, temo llegar al castillo y que sea tarde para salvarlo. 

En silencio, la bruja tomó una maleta, puso unos cuantos polvos y brebajes en su interior, recogió una bolsa de cuero llena de extraños ingredientes y se dirigió al exterior, seguida por Galahad. 

Al llegar afuera, Sir Galahad trajo su caballo y con el cuidado con que se trata a una reina ayudó a la bruja a montar en la grupa. Montó a su vez y empezó a galopar hacia el castillo real. 

Una vez en el castillo, gritó a los guardias para que bajaran el puente, y con reticencia lo hicieron. 

Franqueado por la gente de aquella fortaleza que murmuraba sin poder creer lo que veía o se apartaba para no cruzar su mirada con la horrible mujer, Galahad llegó a la puerta de acceso a las habitaciones reales. 

Con la mano impidió que la bruja se bajara por sus propios medios y se apuró a darle el brazo para ayudarle. Ella se sorprendió y lo miró casi con sarcasmo. 

- Si es que vas a ser mi esposa – le dijo – es bueno que seas tratada como tal. 

Apoyada en el brazo de él, la bruja entró en la recámara real. El rey había empeorado desde la partida de Galahad, ya no despertaba ni se alimentaba. 

Galahad mandó a todos a abandonar la habitación. El médico personal del rey pidió permanecer y Galahad consintió. 

La bruja se acercó al cuerpo de Arturo, lo olió, dijo algunas palabras extrañas y luego preparó un brebaje de un desagradable color verde que mezcló con un junco. Cuando intentó darle a beber el líquido al enfermo, el médico le tomó la mano con dureza. 

- No – dijo -. Yo soy el médico y no confío en la brujerías. Fuera de... 

Y seguramente habría continuado diciendo “... de este castillo”, pero no llegó a hacerlo, Galahad estaba a su lado con la espada cerca del cuello del médico y la mirada furiosa. 

- No toques a esta mujer – dijo Galahad -, y el que se va eres tú... ¡Ahora! – gritó! 

El médico huyó asustado. La bruja acercó la botella a los labios del rey y dejó caer el contenido en su boca. 

- ¿Y ahora? – preguntó Galahad. 

- Ahora hay que esperar – dijo la bruja. 

Ya en la noche, Galahad se quitó la capa y armó con ella un pequeño lecho a los pies de la cama del rey. El se quedaría en la puerta de acceso cuidando de ambos. 

A la mañana siguiente, por primera vez en muchos días, el rey despertó. 

- ¡Comida! – gritó -. Quiero comer... Tengo mucha hambre. 

- Buenos días, majestad – saludó Galahad con una sonrisa, mientras hacía sonar la campanilla para llamar a la servidumbre. 

- Mi querido amigo – dijo el rey -, siento tanta hambre como si no hubiese comido en semanas. 

- No comiste en semanas – le confirmó Galahad. 

En eso, a los pies de su cama apareció la imagen de la bruja mirándolo con una mueca que seguramente reemplazaba en ese rostro a la sonrisa. Arturo creyó que era una alucinación. Cerró los ojos y se los refregó hasta comprobar que, en efecto, la bruja estaba allí, en su propio cuarto. 

- Te he dicho cientos de veces que no quería verte cerca del palacio. ¡Fuera de aquí! – ordenó el rey. 

- Perdón, majestad – dijo Galahad -, debes saber que si la echas me estás echando también a mi. Es tu privilegio echarnos a ambos, pero si se va ella me voy yo. 

- ¿Te has vuelto loco? – preguntó Arturo - ¿Adonde irías tu con este monstruo infame?. 

- Cuidado, alteza, estás hablando de mi futura esposa. 

- ¿Qué? ¿Tu futura esposa?. Yo he querido presentarte a las jóvenes casaderas de las mejores familias del reino, a las princesas mas codiciadas de la región, a las mujeres mas hermosas del mundo, y las has rechazado a todas. ¿Cómo vas ahora a casarte con ella? 

La bruja se arregló burlonamente el pelo y dijo: 

- El precio que ha pagado para que yo te cure. 

- ¡No! – gritó el rey -. Me opongo. No permitiré esta locura. Prefiero morir. 

- Está hecho, majestad – dijo Galahad. 

- Te prohibo que te cases con ella – ordenó Arturo. 

- Majestad – contestó Galahad -, existe sólo una cosa en el mundo mas importante para mi que una orden tuya, y es mi palabra. Yo hice un juramento y me propongo cumplirlo. Si tú te murieses mañana, habría dos eventos en un mismo día. 

El rey comprendió que no podía hacer nada para proteger a su amigo de su juramento. 

- Nunca podré pagar tu sacrificio por mi, Galahad, eres mas noble aún de lo que siempre supe. – El rey se acercó a Galahad y lo abrazó -. Dime aunque sea que puedo hacer por ti. 

A la mañana siguiente, a pedido del caballero, en la capilla del palacio el sacerdote casó a la pareja con la única presencia de su majestad el rey. Al final de la ceremonia, Arturo entregó a Sir Galahad su bendición y un pergamino en el que cedía a la pareja los terrenos del otro lado del río y la cabaña en lo alto del monte. 

Cuando salieron de la capilla, la plaza central estaba insulsamente desierta, nadie quería festejar ni asistir a esa boda, los corrillos del pueblo hablaban de brujerías, de hechizos trasladados, de locura y posesión... 

Galahad condujo el carruaje por los ahora desiertos caminos en dirección al río y de allí por el camino alto hacia el monte. 

Al llegar, bajó presuroso y tomando a su esposa amorosamente por la cintura la ayudó a bajar del carro. Le dijo que guardaría los caballos y la invitó a pasar a su nueva casa. Galahad se demoró un poco mas porque prefirió contemplar la puesta del sol hasta que la línea roja terminó de desaparecer en el horizonte. Recién entonces Sir Galahad tomó aire y entró. 

El fuego del hogar estaba encendido y, frente a el, una figura desconocida estaba de pie, de espaldas a la puerta. Era la silueta de una mujer vestida en gasas blancas semitransparentes que dejaba adivinar las curvas de un cuerpo cuidado y atractivo. 

Galahad miró a su alrededor buscando a la mujer que había entrado unos minutos antes, pero no la vio. 

- ¿Dónde está mi esposa? – Preguntó. 

La mujer giró y Galahad sintió su corazón casi salírsele del pecho. Era la mas hermosa mujer que había visto jamás. Alta, de tez blanca, ojos claros, largos cabellos rubios y un rostro sensual y tierno a la vez. El caballero pensó que se habría enamorado de aquella mujer en otras circunstancias. 

- ¿Dónde está mi esposa? – repitió, ahora un poco mas enérgico. 

La mujer se acercó un poco y en un susurro le dijo:

- Tu esposa, querido Galahad, soy yo.

- No me engañas, yo se con quien me casé – dijo Galahad – y no se parece a ti ni en lo mas mínimo.

- Has sido tan amable conmigo, querido Galahad, has sido cuidadoso y gentil conmigo aun cuando sentías que aborrecías mi aspecto, me has defendido y respetado tanto como nadie lo hizo nunca, que te creo merecedor de esta sorpresa... La mitad del tiempo que estemos juntos tendré este aspecto que ves y la otra mitad del tiempo, el aspecto con el que conociste... – la mujer hizo una pausa y cruzó su mirada con la de Sir Galahad -. Y como eres mi esposo, mi amado y maravilloso esposo, tu privilegio es tomar esta decisión: ¿Qué prefieres, esposo mío? ¿Quieres que sea ésta de día y la otra de noche o la otra de día y esta de noche?

Dentro del caballero el tiempo se detuvo. Este regalo del cielo era mas de lo que nunca había soñado. El se había resignado a su destino por amor a su amigo Arturo y allí estaba ahora pudiendo elegir su futura vida.

¿Debía pedirle a su esposa que fuera la hermosa de día para pasearse ufanamente por el pueblo siendo la envidia de todos y padecer en silencio y soledad la angustia de sus noches con la bruja? ¿O mas bien debía tolerar las burlas y desprecios de todos los que lo vieran del brazo con la bruja y consolarse sabiendo que cuando anocheciera tendría para el solo el placer celestial de la compañía de esta hermosa mujer de la cual ya se había enamorado?. Sir Galahad, el noble Sir Galahad, pensó y pensó y pensó, hasta que levantó la cabeza y hablo:

- Ya que eres mi esposa, mi amada y elegida esposa, te pido que seas... lo que tu quieras ser en cada momento del día de nuestra vida juntos...

Cuenta la leyenda que cuando ella escuchó estoy y se dio cuenta de que podía elegir por si misma ser quien ella quisiera, decidió ser todo el tiempo la mas hermosa de las mujeres.

Cuentan que desde entonces, cada ve que nos encontramos con alguien que, con el corazón entre las manos, nos autoriza a ser quienes somos, invariablemente nos transformamos.

Abandonamos para siempre las horribles brujas y los malditos ogros que anidan en nuestra sombra para que, al desaparecer, dejen lugar a los mas bellos, amorosos y fascinantes caballeros y princesas que yacen, a veces, dormidos dentro de nosotros. Hermosos seres que al principio aparecen para ofrecerlos a la persona amada, pero que terminan infaliblemente adueñándose de nuestra vida, y habitándonos permanentemente.

Este es el aprendizaje cosechado a lo largo del camino del encuentro.

El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar a otro para que sea quien es: 

Mucho mas allá de que su autenticidad sea o no de mi conveniencia.

Mucho mas allá de que, siendo quien SOS, me elijas o no a mi, para continuar juntos el camino.


FIN

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía  tomada de internet

TANTO PARA APRENDER*


Aprendí que la mayoría de las cosas por las que me preocupo nunca suceden.

Aprendí que cada logro alguna vez fue considerado imposible.

Aprendí que nada de valor se obtiene sin esfuerzo.

Aprendí que la expectativa es con frecuencia mejor que el suceso en sí.

Aprendí que aun cuando tengo molestias, no necesito ser una molestia.

Aprendí que nunca hay que dormirse sin resolver una discusión pendiente.

Aprendí que no debemos mirar atrás, excepto para aprender.

Aprendí que cuando alguien aclara que se trata de principios y no de dinero, por lo general se trata de dinero.

Aprendí que hay que luchar por las cosas en las que creemos.

Aprendí que las personas son tan felices como deciden serlo.

Aprendí que la mejor y más rápida manera de apreciar a otras personas es tratar de hacer su trabajo.

Aprendí que los días pueden ser largos, pero la vida es corta.

Aprendí que si tu vida está libre de fracasos, es porque no has arriesgado lo suficiente.

Aprendí que es bueno estar satisfecho con lo que tenemos, pero nunca con lo que somos.

Aprendí que podemos ganar un centavo en forma deshonesta, pero que más tarde este nos costará una fortuna.

Aprendí que debo ganar el dinero antes de gastarlo.

Aprendí que debemos apreciar a nuestros hijos por lo que son y no por lo que deseamos que sean.

Aprendí que el odio es como el ácido: destruye el recipiente que lo contiene.

Aprendí que planear una venganza sólo permite que las personas que nos hirieron lo hagan por más tiempo.

Aprendí que las personas tienen tanta prisa por lograr una “buena vida” que con frecuencia la vida pasa a su lado y no la ven.

Aprendí a no dejar de mirar hacia el futuro; que todavía hay muchos buenos libros para leer, puestas de sol que ver, amigos que visitar, gente a quien amar y viejos perros con quienes pasear.

Aprendí que todavía tengo mucho que aprender.

_________
* Contribución de Ida Bianchi y Vicente López, de Rotolatinos, Argentina.

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet

viernes, 29 de enero de 2016

EL VERDADERO TESORO


Bodhidharma, nacido en Sri Lanka 500 años después de Jesucristo, era el tercer hijo del rey de esta región hindú. A la edad de ocho años, se podía afirmar que ya tenía el satori. He aquí porqué: 

Un día, su maestro, un gran monje llamado Hanny Tara, recibió del rey una piedra de un valor inestimable. El maestro preguntó a los tres príncipes: ¿Conocéis algo en este mundo que tenga un valor más grande que esta piedra? 

El príncipe primogénito respondió: —Solamente usted, Maestro, ha recibido este regalo, usted está en posesión del tesoro más bello de la tierra. 

El segundo príncipe respondió igualmente: —Aunque buscáramos toda nuestra vida, no podríamos encontrar en nuestro mundo una piedra comparable. 

Bodhidharma, que tenía entonces ocho años, dijo a su vez —Es un verdadero tesoro, un tesoro inestimable, pero es un tesoro de este mundo, un tesoro vulgar. 

También pienso que vuestra sabiduría es de un gran valor. Comprender el valor de este tesoro es igualmente una forma de sabiduría; no obstante, esta sabiduría no tiene profundidad; comprender que el diamante es una piedra preciosa, de más valor que un trozo de vidrio es sabiduría social. 

Y Bodhidharma añadió. —La verdadera sabiduría es comprendernos a nosotros mismos.

Tomado del libro:
El Cuenco y el Bastón
(120 cuentos Zen)
Taisen Deshimar

MAESTRÍA


Conquistar el mundo no es un verdadero acto de valor; sí lo es conquistarse a uno mismo.

Ser un luchador en el mundo, ser un guerrero con otros, no es nada extraordinario. Más o menos, todos lo son, porque el mundo entero está en lucha. Es una guerra continua, a veces encendida, a veces fría.

Y cada individuo lucha porque todos somos educados en la ambición, estamos envenenados por la ambición. Y siempre que entra en juego la ambición, hay lucha, hay competencia. Cuando se es demasiado ambicioso... como lo es todo el mundo, porque la totalidad de las sociedades que han existido hasta ahora ha vivido en la ambición... Todos los sistemas educativos no hacen otra cosa que condicionar al niño para que sea ambicioso, exitosamente ambicioso.

El verdadero valor, la verdadera lucha, no están en el exterior. La verdadera lucha está en el interior, es una conquista interior. Entonces el problema es que Alejandro Magno puede ser grande como guerrero, pero en lo concerniente a sus instintos es un esclavo. Napoleón puede ser un gran soldado, pero en lo concerniente a su propia ira, lujuria, posesividad, es tan corriente como cualquiera.

Los realmente valerosos son Jesucristo, Buda, Patanjali... esas personas. Se han vencido a sí mismos. Ningún deseo puede moverlos de un lado para otro, ningún instinto inconsciente puede ejercer algún poder sobre ellos. Son maestros de sus propias vidas.

Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 322
Fotografía tomada de internet

jueves, 28 de enero de 2016

MEJORANDO NUESTRA COMUNICACIÓN


No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela.

Comunicarnos con claridad y asertividad es la clave para triunfar en un mundo social como el nuestro. Fallar en esta área comporta confusión y malos entendidos, y en definitiva se resume en problemas.

Estas son algunas claves para mejorar nuestra comunicación:

1. Aprende lenguaje corporal. Una persona no solo se comunica con palabras, sino también con gestos.

2. Sonríe. La sonrisa no está únicamente en los labios, sino también en tus ojos y tu voz.

3. Cuida tu lenguaje. Hay que evitar las palabras negativas, hostiles o limitadoras como «imposible» o «difícil».

4. Pregunta en lugar de afirmar. Haz partícipe a la otra persona de aquello que expones, así atraerás su interés hacia el tema y la ayudarás a descubrir la idea por sí misma.

5. Amóldate a las circunstancias. Las personas y las situaciones cambian y, por ello precisamente, hay que ser flexible. Amolda tu lenguaje y tu actitud según la situación.

6. Piensa en positivo. Cuando vayas a realizar una charla o necesites exponer una idea, primero debes estar convencido de lo que vas a plantear. Eso se percibe antes de que abras la boca. Si tú crees en ello, los demás también lo harán.

7. No te consideres el centro del mundo. Para interesar a los demás, no te comportes como si fueras el ombligo del mundo. Habla de temas interesantes alejados de tu persona, haz preguntas a los demás y, sobre todo, interésate por sus problemas.

8. Recuerda sus nombres. Haz el esfuerzo de recordar quién es quién, así como sus aficiones. La persona a quien te dirijas lo agradecerá y sentirá una cercanía que la abrirá a la comunicación.

Tomado del libro:
Einstein para despistados
85 soluciones atómicas para problemas 
relativamente graves
Allan Percy
Fotografía de Internet

¿Y NO SE PUEDE AMAR A DOS A LA VEZ?


En una de mis charlas, alguien me preguntó: “¿Y no se puede amar a dos a la vez?” 

Tenemos mucho miedo a esta pregunta, porque si aceptáramos y asumiéramos que se puede amar a mas de una persona o la vez, ¿qué sería de nuestra seguridad?. 

Si sostengo: 

Que se ama una sola vez en la vida es mentira... 

Que el amor está indisoluble ligado al sexo es mentira... Que el verdadero amor es eterno es mentira... 

Si declamo: 

Que no se puede volver a amar después de haber amado es mentira... Que mis afectos dependen de mi voluntad es mentira... 

Defenderme contándome la historia de los tipos de amores, es mentira... 

Si, encima de todo, ahora dijera que es posible amara a mas de una persona a la vez... 
¿qué nos quedaría? ¿la catástrofe? 

Es una posibilidad: la absoluta inseguridad sobre el futuro, por mucho que estemos juntos hoy, mañana no se puede saber. 

Pero hay otra posibilidad: junto con las mentiras, desterrar también la idea de la catástrofe y valorar la relación que realmente uno tiene. 

Porque... 

Ahora yo sé que no se ama una sola vez ni para siempre, me doy cuenta de que mi esposa bien podría haberme dejado de amar o podría dejar de amarme mañana... 

Ahora que sé que el sexo no necesariamente está ligado al amor, me entero de que ella podría elegir con quién va a tener relaciones sexuales. 

Ahora que sé que la persona que amo puede amar a mas de una persona a la vez, me doy cuenta de que sentirme querido no garantiza que ella no ame a otros. 

Ahora que yo sé que se deja de amar y que ella elige sobre su propia vida... 

Ahora... 

Cuando yo llego a mi casa y mi esposa realmente está para encontrarse conmigo y para amarnos, entonces le doy a ese encuentro el valor que tiene.

Ahora que sé todo esto, y estoy seguro de que ella lo sabe, la conciencia de nuestra libertad de elección lejos de ser una catástrofe es el pasaporte a una relación de pareja mas plena y trascendente.

Si a pesar de la conciencia, ella y él deciden seguir juntos, entonces es maravilloso.

Si negamos la conciencia de los hechos para sostener lo que ya no sucede, aparece la verdadera catástrofe.

- Vieja – dice él -, ¿por qué no matamos un pavo para nuestro aniversario?.

- No me parece una buena idea – dice ella, que ya no lo aguanta - . ¿Qué culpa tiene el pavo? ¿Por qué no matamos mejor a tu amigo José que nos presentó?.

Un matrimonio vivo es un vínculo donde todavía palpita la pareja y no un museo recordatorio de todo lo que fuimos, ni un panteón donde se guardan los restos de nuestra pareja muerta.

La única pareja posible es la que se da entre dos individuos iguales que deciden establecer un acuerdo y lo hacen. Rousseau dice puesta de límites, este pacto no está en oposición a la libertad de cada uno, por el contrario, la observación del contrato y la posibilidad de revisarlo y repactar constituyen la libertad.

Son estos puntos de acuerdo con el otro los que nos vinculan como unidad.

Pero atención, esta unidad no es estática, está en continuo movimiento y cambio. Es imprescindible ir modificando lo pactado para mantener el equilibro inestable que es el vínculo de pareja.

El cambio es constante y gracias a él que seguir juntos tiene sentido.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía  tomada de internet