viernes, 31 de marzo de 2017

ABRE TU MENTE


Meditación 
Silencio
Mente 
Pensamiento
Pasividad

Sé más meditativo. Sé más callado. Deja que cada vez te penetre más quietud. ¿Qué se debe hacer? ¿Cómo ser más medita­tivo? En cierto sentido, no se puede hacer na­da directamente porque, en cualquier cosa que hagas directamente, la mente va a interfe­rir. Si tratas de hacer silencio, no podrás, por­que es la mente la que lo intenta. Allí donde está la mente, hay molestias. La mente es la molestia; la mente es el ruido. Entonces, si tra­tas de estar callado, la mente intentará hacer silencio. Producirás más ruido, que ahora se relaciona con el silencio. Ahora intentarás, y pensarás, y harás esto y aquello, y te sentirás más y más incómodo.

Nada se puede hacer con el silencio. El silen­cio ya está allí; tienes que permitirlo. Es como la luz del sol: tus ventanas están cerradas y no puedes hacer entrar a tu casa la luz del sol en haces, en baldes. ¡No puedes! Si lo intentas, se­rá una tontería; y muchos lo hacen. Simplemen­te, abre las ventanas, abre las puertas y deja que sople la brisa, permite que entren los rayos; invítalos y espera: no puedes forzar nada. Cuando fuerzas las cosas, salen mal. Si un hom­bre se obliga a permanecer callado, su silencio será horrible, tortuoso, forzado, artificial, sólo en la superficie. Por dentro, habrá agitación.

Entonces, ¿qué se debe hacer? Abre tu mente y espera. Mira los árboles, mira a los loros chillando. Escúchalos, no ha­gas nada. Pase lo que pase a tu alrededor, conserva una atención pasiva. La luz sobre el agua, el río que fluye, el rui­do, los chicos que juegan, se ríen, lanzan risitas nerviosas. Tú sólo mantente allí, como una presencia pasiva, abierta, que escucha y ve, pero no pienses. Los pájaros están allí so­bre los árboles haciendo ruido, cantando... Simplemente, escucha. No pienses, no crees una segunda serie acerca de lo que está sucediendo. Sólo deja que suceda y, más tarde o más temprano, sentirás que la mente ha desaparecido y que un silencio ha llegado a ti. En verdad, lo sentirás llegar a ti, penetrar en ti por todos los poros del cuerpo, ganando más y más profundidad.

Al comienzo, será sólo por momentos, pues eres un pen­sador tan acostumbrado, tan adicto al pensar, como quien es adicto al alcohol o a alguna otra droga, que sólo por momentos se producirá un intervalo, y nuevamente empe­zarás a pensar. Puedes comenzar a pensar sobre este silen­cio que te está llegando. Puedes empezar a pensar: "¡Oh! Éste es el silencio del cual siempre han hablado los maes­tros", y lo destruiste. O puedes comenzar a pensar: "Éste es el silencio que los Upanishads mencionan como el objeti­vo por conseguir; éste es el silencio del que han estado ha­blando los poetas, el silencio que supera la comprensión", y lo dejaste pasar.

Los poetas han entrado, los maestros han entrado, los Upaníshads han llegado. Y te lo perdiste, lo dejaste pasar. Ahora, estás nuevamente perturbado; ahora, no estás hecho una pasividad ni estás alerta. Ahora, esos pájaros que canta­ban ya no están allí fuera para ti. Tu mente se volvió hacia adentro. Ahora, esos hermosos árboles desaparecieron. El sol ya no está en el cielo, y las nubes ya no están allí flotan­do. Tú no estás abierto; cerradas, tus ventanas están cerra­das, tus puertas están cerradas.

El pensamiento, el pensar, es la vía para cerrar la mente. No pensar, la ausencia de pensamiento es la vía para abrirla. Siempre que no estás pensando, estás abierto; siempre que estás pensando, se levan­ta una pared. Cada pensamiento se convierte en un ladrillo, y todo el proceso del pensamiento se trans­forma en una pared. Entonces, estás oculto detrás del muro, llorando y gimiendo: ¿por qué el sol no te alcanza? No es el sol; eres tú, que creado pa­redes a tu alrededor.


Referencia:
El dios de todos (Osho)
Un camino espiritual para descubrir a Dios
Fotografía tomada de internet