Meditación
Silencio
Mente
Pensamiento
Pasividad
Sé más meditativo. Sé más callado. Deja que cada vez te penetre más quietud. ¿Qué se debe hacer? ¿Cómo ser más meditativo? En cierto sentido, no se puede hacer nada directamente porque, en cualquier cosa que hagas directamente, la mente va a interferir. Si tratas de hacer silencio, no podrás, porque es la mente la que lo intenta. Allí donde está la mente, hay molestias. La mente es la molestia; la mente es el ruido. Entonces, si tratas de estar callado, la mente intentará hacer silencio. Producirás más ruido, que ahora se relaciona con el silencio. Ahora intentarás, y pensarás, y harás esto y aquello, y te sentirás más y más incómodo.
Nada se puede hacer con el silencio. El silencio ya está allí; tienes que permitirlo. Es como la luz del sol: tus ventanas están cerradas y no puedes hacer entrar a tu casa la luz del sol en haces, en baldes. ¡No puedes! Si lo intentas, será una tontería; y muchos lo hacen. Simplemente, abre las ventanas, abre las puertas y deja que sople la brisa, permite que entren los rayos; invítalos y espera: no puedes forzar nada. Cuando fuerzas las cosas, salen mal. Si un hombre se obliga a permanecer callado, su silencio será horrible, tortuoso, forzado, artificial, sólo en la superficie. Por dentro, habrá agitación.
Entonces, ¿qué se debe hacer? Abre tu mente y espera. Mira los árboles, mira a los loros chillando. Escúchalos, no hagas nada. Pase lo que pase a tu alrededor, conserva una atención pasiva. La luz sobre el agua, el río que fluye, el ruido, los chicos que juegan, se ríen, lanzan risitas nerviosas. Tú sólo mantente allí, como una presencia pasiva, abierta, que escucha y ve, pero no pienses. Los pájaros están allí sobre los árboles haciendo ruido, cantando... Simplemente, escucha. No pienses, no crees una segunda serie acerca de lo que está sucediendo. Sólo deja que suceda y, más tarde o más temprano, sentirás que la mente ha desaparecido y que un silencio ha llegado a ti. En verdad, lo sentirás llegar a ti, penetrar en ti por todos los poros del cuerpo, ganando más y más profundidad.
Al comienzo, será sólo por momentos, pues eres un pensador tan acostumbrado, tan adicto al pensar, como quien es adicto al alcohol o a alguna otra droga, que sólo por momentos se producirá un intervalo, y nuevamente empezarás a pensar. Puedes comenzar a pensar sobre este silencio que te está llegando. Puedes empezar a pensar: "¡Oh! Éste es el silencio del cual siempre han hablado los maestros", y lo destruiste. O puedes comenzar a pensar: "Éste es el silencio que los Upanishads mencionan como el objetivo por conseguir; éste es el silencio del que han estado hablando los poetas, el silencio que supera la comprensión", y lo dejaste pasar.
Los poetas han entrado, los maestros han entrado, los Upaníshads han llegado. Y te lo perdiste, lo dejaste pasar. Ahora, estás nuevamente perturbado; ahora, no estás hecho una pasividad ni estás alerta. Ahora, esos pájaros que cantaban ya no están allí fuera para ti. Tu mente se volvió hacia adentro. Ahora, esos hermosos árboles desaparecieron. El sol ya no está en el cielo, y las nubes ya no están allí flotando. Tú no estás abierto; cerradas, tus ventanas están cerradas, tus puertas están cerradas.
El pensamiento, el pensar, es la vía para cerrar la mente. No pensar, la ausencia de pensamiento es la vía para abrirla. Siempre que no estás pensando, estás abierto; siempre que estás pensando, se levanta una pared. Cada pensamiento se convierte en un ladrillo, y todo el proceso del pensamiento se transforma en una pared. Entonces, estás oculto detrás del muro, llorando y gimiendo: ¿por qué el sol no te alcanza? No es el sol; eres tú, que creado paredes a tu alrededor.
Referencia:
El dios de todos (Osho)
Un camino espiritual para descubrir a Dios
Fotografía tomada de internet