En el pasado, cuando no había teléfonos, las personas que vivían lejos unas de otras no podían hablar entre ellas. El invento del teléfono fue como un milagro. Ahora no te parece maravilloso porque te has acostumbrado a él, pero es un invento realmente increíble. Cada vez que lo usamos y oímos la voz de un ser amado que está lejos, nos sentimos muy felices. La campana es una especie de teléfono porque oír su tañido es como escuchar la voz de un ser querido por el teléfono.
El sonido de la campana podría describirse como la voz del Buda llamándonos de vuelta a casa, recordándonos que debemos estar más en paz con nosotros mismos y con el mundo. Prestamos una afectuosa atención a esta voz. Escuchar el sonido de la campana es algo maravilloso y puede darnos mucha paz y alegría. Nos hace volver a maestro verdadero hogar.
Cuando nos alejamos durante mucho tiempo de nuestro verdadero hogar, ansiamos volver a él. En nuestro verdadero hogar nos sentimos en paz, sabemos que no hemos de ir corriendo a ninguna parte y que no tenemos problemas. Podemos relajarnos y ser nosotros mismos. Tú ya eres lo que quieres ser. Tu forma de ser ya es maravillosa. No necesitas ser ninguna otra cosa ni persona.
Fíjate en un manzano. Para el manzano es algo maravilloso ser un manzano. No necesita convertirse en ninguna otra cosa. ¡Qué maravilloso es que yo sea yo mismo, que tú seas tú mismo! No hay por qué intentar ser alguna otra cosa o persona. Sólo tenemos que permitimos ser lo que ya somos y disfrutar siendo tal como somos. Esta sensación, este descubrimiento, es nuestro verdadero hogar. Cada uno de nosotros tiene un verdadero hogar en su interior.
Nuestro verdadero hogar siempre nos está llamando, día y noche, con una voz muy clara. No cesa de enviarnos oleadas de amor y de interés, pero no las captamos porque estamos muy ocupados, al oír la campana, recordamos que nos está ayudando a regresar a nuestro verdadero hogar y dejamos por unos momentos lo que estamos haciendo, estemos hablando, pensando, jugando, cantando, charlando con amigos o ¡incluso meditando!, lo dejamos todo para volver a nuestro verdadero hogar.
Cuando escuches el sonido de la campana, al Buda de la campana, deja de hablar, de pensar o de hacer lo que estés haciendo, porque en aquel momento estás escucharlo la voz de alguien a quien amas y respetas mucho. Guarda silencio y escucha con todo tu corazón. Si la campana suena tres veces, escúchala y respira profundamente durante este tiempo con concentración. Al inspirar, te sientes bien; al espirar, te sientes feliz. Es muy importante que te sientas feliz, de lo contrario, de qué serviría respirar y practicar si no te ayudara a sentirte bien, a ser más feliz el deseo más profundo que todos tenemos es el de ser felices y hacer felices a las personas y seres que nos rodean.
A lo mejor te gustaría invitar a la campana a sonar. Si es así, hazlo de la siguiente forma: En primer lugar sostén la campana en alto, deja el cojín de la campana en el suelo y usa la palma de la mano a modo de cojín. Tu mano sosteniendo la campana se ve muy hermosa, es como un crisantemo o una flor de loto con los cinco pétalos abiertos. La mano es el loto, y la campana, la valiosa joya que hay en él. Entonces la miramos y decirnos: “¡Oh, la joya que está en el loto!”, o en sánscrito, om mani padme hum.
Después de haber colocado la campana sobre la flor de loto de tu mano, elévala hasta la frente, contémplala y sonríe. Inspira y espira luego tres veces mientras recitas en silencio la siguiente gatha (poema):
El cuerpo, la palabra y la mente están en perfecta unidad. Envío mi corazón junto con el sonido de esta campana.
Que quienes lo escuchen despierten del olvido y trasciendan el camino de la ansiedad y el sufrimiento.
Si al tocar la campana re olvidas de esta gatha, no te preocupes, no pasa nada, pero intenta recordarla.
Primero inspiras y recitas la primera estrofa:
El cuerpo, la palabra y la mente están en plena unidad.
Esta estrofa significa que estás concentrado. Después mientras espiras dices en silencio:
Envío mi corazón junto con el sonido de esta campana.
Esta estrofa quiere decir que envías tu amor al mundo. Al inspirar de nuevo recitas en silencia:
Que quienes la escuchen despierten del olvido.
El olvido es lo opuesto a ser conscientes y el sonido de la campana nos ayuda a estar atentos. Al oír la voz del Buda -el sonido de la campana-, volvemos al momento presente. Al espirar de nuevo dices:
Y trasciendan el camino de la ansiedad y el sufrimiento.
Después de haber hecho la práctica de inspirar y espirar de ese modo mientras recitas la gatha, te sentirás mucho mejor. Ahora tu mente y tu cuerpo se habrán unido, estarás concentrado y albergarás el hermoso deseo de que cualquiera que oiga la campana, deje de sufrir, de estar enfadado o ansioso, y disfrute respirando y sonriendo.
Ahora que ya te sientes mucho mejor, estás preparado para invitar a la campana a sonar. Al tocarla, el primer toque siempre es para despertar, para preparar la campana y a todos nosotros a escuchar el sonido completo de la campana para que no nos pille por sorpresa. No es un repique completo, sino que con el badajo damos un toque que denominamos: “despertar la campana”. Entonces al oírlo, todo el mundo deja de pensar y de hablar, y se prepara para recibir el sonido completo de la campana, porque se considera la voz del amor y la compasión que nos despierta. Todo el mundo se prepara para la llamada del Buda.
Entre el toque que sirve para despertar y el sonido completo de la campana hay el espacio de una respiración. Mientras esperas el verdadero sonido, respira conscientemente e invita después a la campana a tocar el verdadero sonido. Decimos “invito a la campana a sonar” en lugar de “golpeo la campana”, porque deseamos ser afectuosos con ella y no violentos.
Los que estéis escuchando el sonido de la campana en silencio recitáis la siguiente gatha:
Escucha, escucha, este maravilloso sonido me devuelve a mi verdadero hogar.
Escucha, escucha significa que mientras inspirarnos escuchamos la campana con una total concentración y, al espirar, sonreímos y decimos: este maravilloso sonido me devuelve a mi verdadero hogar, el sonido de la campana es la voz del Buda que hay en ti llamándote a volver a tu verdadero hogar, el hogar de la paz, la tolerancia y el amor.
Extracto del libro:
A la sombra del manzano rosal
El budismo explicado a los niños
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet