viernes, 23 de noviembre de 2018

PRÁCTICA: HABLAR CON TU NIÑO INTERNO








Coloca un par de cojines en el suelo. Siéntate luego sobre uno de ellos e imagina que eres un niño indefenso y vulnerable. Luego di: 





«Querido, estoy desamparado. No puedo hacer nada. Es muy peligroso. Voy a morir. Nadie cuida de mí». Y es importante que lo digas utilizando el mismo tipo de lenguaje que emplearía un niño. Y si mientras estás expresándote de este modo aparecen sentimientos de miedo, desamparo, impotencia y estrés, déjalos aflorar hasta que puedas reconocerlos. Deja que el niño indefenso tenga tiempo para expresarse plenamente. Esto es también muy importante. 





Siéntate, cuando hayas terminado, en el otro cojín y asume entonces el papel del yo adulto. Imagina, mirando el cojín anterior, al niño desamparado y dile: «Escúchame. Yo soy tu yo adulto y tú ya no eres un niño impotente. Hemos crecido y ahora somos adultos. Somos lo suficientemente inteligentes para protegernos y sobrevivir. Ya no necesitamos que nadie cuide de nosotros». 





Cuando trates de llevarlo a la práctica, verás que la sensación de seguridad y confianza que anhelas no depende de que te aferres a alguien o te distraigas continuamente. Reconocer y cuidar el miedo interno es el primer paso para abandonarlo. 





Comprender que ahora están seguros es esencial para quienes, en el pasado, hayan padecido abusos, miedo o dolor. Hay veces en las que necesitamos que un amigo, un hermano, una hermana o un maestro nos ayuden a no caer de nuevo en el pasado. Pero ahora ya somos mayores. Ahora no solo podemos defendernos, sino que también podemos vivir plenamente en el presente y entregarnos a los demás.









Extracto del libro:


Miedo


Thich Nhat Hanh


Fotografía tomada de internet