sábado, 15 de junio de 2019

¿QUIÉN ME NECESITA?








Recibí una llamada telefónica de un buen amigo, que me alegró mucho. Lo primero que me preguntó fue:





-¿Cómo estás?


Sin saber por qué, le contesté:





-Muy solo.





-¿Quieres que hablemos?





Le respondí que si y añadió:


-¿Quieres que vaya a tu casa?





Dije que si. Colgamos el teléfono y en menos de quince minutos estaba tocando a mi puerta. Yo hablé por horas de todo: mi trabajo, mi familia, mi novia, mis deudas; él, atento siempre, me escuchó. En esas se nos hizo de día. Yo estaba agotado mentalmente; me había hecho mucho bien su compañía y sobre todo que me escuchara, me apoyara y me hiciera ver mis errores. Cuando él notó que ya me encontraba mejor, me dijo:





-Bueno, me voy, tengo que trabajar.





Sorprendido, le dije:





-¿Por qué no me habías dicho que tenías que ir a trabajar? Mira la hora que es, no dormiste nada te quité toda la noche.





Él sonrió y me dijo:





-No hay problema, para eso estamos los amigos.





Yo me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así. Lo acompañé a la puerta de mi casa y cuando caminaba hacia su automóvil le grité desde lejos:





-Y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?





Regresó y me dijo en voz baja:





-Quería darte una noticia.





-¿Qué pasó? -le pregunté.





-Fui al doctor y me dijo que estoy gravemente enfermo.





Yo me quedé mudo. Él sonrió de nuevo y agregó:





-Ya hablaremos de eso. Que tengas un buen día.





Pasó un largo rato hasta que pude asimilar la situación, y me pregunté una y otra vez: ¿por qué cuando me pregunto cómo estaba me olvidé de él y sólo hablé de Mí? ¿Cómo tuvo la fuerza para sonreírme, darme ánimos y decir me todo lo que me dijo? Esto es increíble.





Desde entonces mi vida ha cambiado: ahora soy menos dramático con mis problemas y disfruto más de las cosas buenas. Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero.





El que no vive para servir no sirve para vivir. La vida es como una escalera: si uno mira hacia arriba, siempre será el último de la fila, pero si mira hacia abajo ve que hay mucha gente que quisiera estar en su lugar. Deténgase a escuchar y a ayudar a sus amigos ellos lo necesitan.








Extracto del libro:


La culpa es de la vaca 1a parte


Lopera y Bernal


Fotografía de Internet