“No tengo tiempo de ser Budista” oí decir a alguien. Supongo que creía que había que hacerlo todo despacio y estaba o está equivocado. Ninguna cosa debe excluir a otra, ningún ritmo porque se trata de hacerse uno con la situación. En un incendio, no puedes ir despacio. Se trata de borrarse como protagonista.
La Práctica cotidiana de la normalidad no dice deprisa o despacio sino según lo necesario. Distinguir deseo de necesidad viene a cuento. Seguir lo necesario. Se trata de salirse de la uniformidad compulsiva, adquirida por costumbre y hacer lo posible por respetar la Propia Naturaleza. Si tienes tiempo para comer despacio, no lo hagas con prisas. Si lo haces frecuentemente con prisas reflexiona y mira a ver si puedes cambiar las condiciones. Si no puedes, cambia tu mente, concéntrate aprende a ahorrar energías dentro de la prisa, no regales tu vida a los automatismos, continúa aprendiendo a no aceptar el lema competitivo y olímpico “más alto, más fuerte, más rápido”, ni a eso de estar siempre conectado y en marcha. Son tópicos vacíos. ¡No al estrés!
No identificarse con nada libera de muchas tensiones, rompe las secuencias automáticas.
En el Zen, Práctica es realización en la que lo importante no es sino el Cómo, no el por qué ni el para qué. Adiestrar la mente en el Zazen y en el Gedo,
la vida cotidiana.
Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet