viernes, 14 de febrero de 2014

UN GUSANO EN LA CUMBRE


Una poderosa águila hizo su nido en una roca muy empinada, tan alta que el ave casi toca la comba de los cielos con sus alas. Allí puso sus huevos y nacieron sus polluelos. 

Tranquila el ave, en cuanto a la seguridad de su hogar por inaccesible, bajaba todos los días por su alimento. 

Un día, de regreso, tuvo una ingrata sorpresa. Un gusano se había aposentado en el nido. Furiosa y confusa, cogió al intruso entre sus garras y se dispuso a matarlo. 

¿Cómo llegaste hasta aquí, miserable? —le dijo. 

El gusano temblaba y le dijo a su captora: 

—Señora Águila, no me mate y le digo cómo llegué tan alto. 

—Dilo, y te prometo el perdón. 

El gusano humilde y contrito respondió:

—Señora poderosa y magnánima: llegué aquí a fuerza de arrastrarme... y arrastrarme... y arrastrarme... 

¿Somos águilas de alto vuelo, capaces de alcanzar por nosotros mismos las alturas, o gusanos que sólo llegan a la cima con sacrificios de su carácter? 
¿Vemos la diferencia entre ambos cuando están en la cumbre? 
¿Cómo habrán llegado arriba muchos conocidos nuestros?

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal