Para empezar, en la meditación notamos que las
emociones y los estados de ánimo estén conectados con
haber perdido o ganado algo, con haber sido alabados o
culpados, y así sucesivamente. Podemos percibir que lo
que comienza como un simple pensamiento, una simple
cualidad energética, florece rápidamente en un placer o
tener cierta valentía, porque lo que nos gusta es que todo
lo que surja esté en el lado del placer / alabanza / fama /
ganancia. Nos gusta asegurarnos de que todo sale a
nuestro favor. Pero cuando miramos de verdad, vemos
que no tenemos ningún control en absoluto sobre lo que
ocurre. Sólo tenemos todo tipo de cambios de humor y de
reacciones emocionales que vienen y van incesantemente.
Algunas veces nos vamos a encontrar completamente atrapados en el dharma. Nos sentimos tan enfadados como si alguien hubiera entrado en nuestra habitación y nos hubiera dado una torta en la cara. A continuación puede que se nos ocurra pensar: «Espera un momento, ¿qué está pasando aquí?» Entonces lo miramos de cerca y vemos que hemos sentido que perdíamos algo o que hemos sido insultados. No sabemos de dónde procede tal pensamiento, pero nos vemos, una vez más, atrapados en los ocho dharmas mundanos.
En el momento mismo que sentimos esa energía,
podemos hacer lo posible por disolver el pensamiento y
darnos un respiro. Más allá de todo ese follón está el
ancho cielo. Allí mismo, en medio de la tempestad,
podemos soltar y relajarnos.
O también podemos estar totalmente atrapados en una
fantasía deliciosa y placentera. Cuando la miramos, vemos
que, de repente, sentimos que hemos ganado algo, que
hemos adquirido algo, hemos sido alabados por algo. Lo
que surge está fuera de nuestro control, es totalmente
impredecible, como las imágenes de un sueño. Pero surge
y volvemos a estar enganchados en los ocho dharmas
mundanos.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron