¿Por qué nos precipitamos a una nueva relación?
Tres causas: necesidad de ser amados, baja tolerancia al dolor afectivo o revanchismo.
Los que necesitan ser amados para que su vida tenga sentido no sólo son incapaces de renunciar al amor cuando debe hacerse, sino que lo buscan a cualquier precio.
Una jovencita me decía angustiada: «¡Qué voy a hacer! ¡Llevo seis meses sin pareja!».
¿Qué hacer? Pues nada, vivir y disfrutar de tu existencia. ¿Quién dijo que el amor es la única forma de autorrealización? El estrés que genera un amor enquistado empuja a millones de personas a tomar decisiones apresuradas, con tal de sentir alivio.
Rabindranath Tagore decía que el amor es como las mariposas: si las persigues desesperadamente se alejan, pero si te quedas quieto, se posan sobre ti. No se puede salir a buscar una pareja como si fueras a comprar al supermercado, no te enamoras ni te desenamoras a la carta o por fuerza de voluntad. Lo que sí puedes hacer es crear las condiciones para que el amor se manifieste y florezca. Este «aprestamiento afectivo » requiere de, al menos, tres requisitos: organizarse internamente, serenarlos ánimos y dejar el corazón entreabierto. Si logras crear estas condiciones, cuando menos te lo esperes tropezarás con alguien que valga la pena.
Un punto adicional para que tengas en cuenta: las personas necesitadas de amor no pasan desapercibidas. No sé si son las feromonas que secretan, la manera de mirar o los gestos, pero se comportan como si llevaran un rótulo luminoso en la frente que dijera: «Me urge tener pareja». Ésa es la paradoja: si muestras las ganas de emparejarte o de que te amen, la mayoría no se te acercará porque nadie quiere compromisos acelerados (a no ser que encuentres otra persona igual de ansiosa que tú y decidáis unir patologías, inseguridades y angustias). Tagore tenía razón.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso