El origen del universo
es la Madre del mundo.
Quien encuentra a la Madre
para conocer a los hijos,
quien, al conocer a los hijos,
retorna a la Madre,
nunca correrá peligro.
Quien cierra la boca
y obstruye sus puertas,
nunca sufrirá penas.
Quien abre la boca
y se empeña en arreglar sus asuntos,
no tendrá remedio.
Ser lúcido es ver lo ínfimo.
Conservar la sabiduría es ser fuerte.
Si uno usa su luz para regresar a la claridad,
no corre ningún peligro.
A esto se le llama el manto de la eternidad.
Extracto del libro:
Lao-Tsé
Tao Te King
Fotografía tomada de internet