Ellos no quieren oír, no quieren ser felices, no quieren cambiar - Pues bien, deja que sigan así. ¿Por qué deberías querer gastar tu aliento? ¿Tienes necesidad de concederte esa sensación de bienestar que resulta de convertir a todos y de ser la causa de su iluminación? Quizás debas, ahora, mirar dentro de ti. No serás feliz a menos que te consagres como un gran maestro.
-¿No quieren oír? Allá ellos, es su responsabilidad. Así, pues, nada en todo este mundo tiene el poder de perturbarte, ¡nada! En realidad, nada te ha perturbado jamás, nadie te ha dañado jamás. ¿Qué me dices de esto? ¡Vaya! No te habrá gustado.
-¡Oh, no! ¿Quiere usted decir que nadie me dañó?
- Hmm. No, nadie te dañó jamás; tú te has dañado tontamente a ti mismo.
Ahora, eso me lleva a la segunda parte:
-¡Oh!, ellos no me dañaron; la realidad no me dañó, ¿no es así? Entonces, no puedo ensañarme contra ellos.
- Entonces, ¿quién te dañó?
- ¿Este bueno de mí mismo? ¿Yo me dañé a mí mismo?
- Sí.
- Ahora me ensañaré contra mí mismo; me odiaré por haberme hecho esto. ¿Por qué lo hago? Me perturbo a causa de mí mismo. Me enojo conmigo mismo. ¿Qué más sabe usted al respecto?
- Pues, te tengo buenas noticias: el daño no me lo hicieron los demás, no me lo hizo el mundo, no me lo hizo la vida, y, lo mejor de todo, no me lo hice yo mismo.
¿No es maravilloso? Entonces, ¿quién lo hizo?
En honor a la verdad, ¿alguien, en su sano juicio, se dedicaría a perturbarse en forma consciente, gustosa y deliberada? ¡Vamos! ¿Crees tú que lo harías?
- No, no lo haría, no me perturbaría deliberadamente. Es como si el hacerlo estuviera fuera de mi control. ¿No es así?
- Entonces, deja de culparte a ti mismo.
Eso ha sido grabado dentro de ti. Has sido programado para eso has sido condicionado de esa manera. Esto es lo que debes comprender.
No tienes que hacer nada para alcanzar la iluminación, no tienes que hacer nada para lograr la liberación y para obtener la espiritualidad. Todo lo que tienes que hacer es comprender algo, entender algo. Si lo entendieras serías liberado.
- De modo que estoy perturbado; ellos me han perturbado.
-¡ Equivocado!
- Yo me he perturbado.
- ¡Equivocado!
- Es mi programación la que me perturba; es mi cultura la que lo hace. Esta es la manera en que he sido educado; así es como he sido adiestrado.
Ese nativo de esa región de África fue desterrado.
- La condena lo mató.
-¡ Equivocado!
- Él mismo se mató.
-¡Equivocado! Fue su programación la que lo hizo. Así es, pues, como hemos sido educados y adiestrados.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet