Cómo afrontar la ambigüedad afectiva
y no caer en el juego de una espera inútil.
2. NO SALTES AL COMPÁS DEL OTRO
Este punto es un corolario del anterior, una reafirmación del «se acabó». Si decides seriamente salirte del juego, notarás que poco a poco tus emociones empezarán a depender de ti. Este proceso se conoce como autorregulación y permitirá que la actitud dubitativa del otro te afecte menos. Cuando uno es íntimamente fuerte —lo cual significa hacerse cargo de uno mismo («Yo mando sobre mí»)—, lo externo te mueve, pero no te tumba.
Recuerdo el caso de un paciente que saltaba al compás del estado de ánimo de su pareja, quien no había podido olvidar a su novio anterior. Durante los períodos en que ella no recordaba al ex, era amorosa y adorable, pero si la memoria del novio se activaba, se comportaba de una manera distante y odiosa. Lo curioso es que el hombre había desarrollado una perfecta sincronía con esos estados emocionales, de tal forma que pasaba de la depresión a la euforia según se sintiera amado o no por la mujer (la gente cercana podía inferir si ella estaba «nostálgica» del ex, con sólo verlo a él). Al cabo de unos meses de trabajo terapéutico, complejo y difícil, logró crear un ritmo emocional más independiente. Algunos de sus pensamientos afirmativos eran: «No debo dejarme manipular», «No dejaré que me afecten sus emociones negativas», «Pensaré menos en ella», «Mi vida no puede girar alrededor de su estado de ánimo».
Apoyado en una serie de técnicas psicológicas, comenzó una lucha interior y un plan de resistencia afectivo para no dejarse arrastrar por las dudas que ella manifestaba.
Finalmente, tras varios intentos fallidos por salvar la relación, la mujer volvió con su exnovio. Por su parte, mi paciente, que ya estaba fortalecido, no sintió tanto el golpe y levantó cabeza rápidamente.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso