domingo, 31 de agosto de 2014

JESÚS Y EL VERDADERO ARREPENTIMIENTO


EL ARREPENTIMIENTO NO ES UNA TRAMPA


En la cárcel real, es el guardián el que tiene la llave. Pero en la cárcel psicológica (cárceles en las que estamos metidos por nuestra programación), es el prisionero el que tiene la llave, pero lo malo es que no se da cuenta. ¡Ay de ti! si ves esto claro, porque irremediablemente vas a salir de tus prisiones psicológicas y vas a cambiar para llamar a las cosas, personas y situaciones por su nombre. Entonces ya no hay vuelta atrás. Te va a ser duro, pero más duro es vivir a ciegas, adormilados.

Jesús insiste en la «Metanoia», en vivir la vida bien despiertos, sin perderse nada. El arrepentimiento es morir de verdad al pasado para instalarse en el presente mirándolo con ojos nuevos. El concepto de arrepentimiento, tal como nos lo explicaron, era como una trampa. Si no hubiese «arrepentimiento» quizá no hubiese pecado, porque mucha gente peca para arrepentirse. Es un juego psicológico con nosotros mismos en el que buscamos terminar el juego con el arrepentimiento. Es una forma de desahogarse emocionalmente y recibir aceptación, aprobación, con el perdón. Por eso, Metanoia no quiere decir estarse arrepintiendo una y otra vez, sino despertar a la verdad.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello

sábado, 30 de agosto de 2014

TU CÁRCEL PSICOLÓGICA


«SÓLO ME SACRIFICO UN POCO»


No es posible destruirse «un poco» y que ese hecho no afecte a la persona en su totalidad. Ser «un poco» ruin de todos modos te hace ruin; ser «un poco» asesino te convierte en asesino... No es posible frenar o inhibir el impulso de tus talentos naturales o de tus virtudes sin que lo notes y te impacte negativamente. Anularse y bloquear el desarrollo de las propias fortalezas, aunque sea por amor, generará una desorganización interior que tu cerebro evaluará como contraproducente y negativa. Una «pizca» de infección alterará todo tu cuerpo y «algo» de depresión hará que funciones a medio gas por la vida. El problema no es cuantitativo, sino cualitativo.

Una estudiante de medicina que mostraba mejor rendimiento académico que su novio decidió «bajar sus notas para solidarizarse con él». Ambos estudiaban la misma carrera, pero al hombre le iba bastante mal, mientras que ella estaba considerada como una de las mejores de su promoción. Su táctica era la siguiente: si en un examen sabía las respuestas correctas, sólo contestaba algunas. Y cuando él fallaba en un examen, ella lo animaba con el siguiente argumento: «¡A mí tampoco me ha ido bien, no te preocupes, eso es normal!», y le mostraba sus bajas calificaciones. Al poco tiempo, los profesores le llamaron la atención por su «inexplicable» descenso en el rendimiento y le sugirieron que regresara a su nivel, pero fue en vano: ella seguía empecinada en su estrategia protectora y todo hacía pensar que el «amor» por su pareja era más fuerte que el amor por la medicina. Un día cualquiera, durante una consulta, le pregunté por qué no cambiaba la manera de encarar el problema y trataba de convencer a su novio de que pidiera una asesoría profesional en el área vocacional. Me dijo que eso sería terrible para la autoestima del joven. Mi respuesta fue la siguiente: 

«¿No sería mucho “más terrible” seguir de fracaso en fracaso? Sé que no soportas verlo sufrir, pero quizá le estés haciendo un flaco favor. Además: ¡no todo el mundo ha nacido para ser médico! Si realmente lo quieres, busca su bien en vez de tapar o enmascarar los problemas». Finalmente, el novio aceptó ir a la consulta de un orientador profesional, dejó la carrera de medicina y comenzó a estudiar administración, donde destacó de inmediato. Mi paciente se liberó de la carga del sacrificio irracional y volvió a ser la buena estudiante que era, aunque necesitó varias sesiones de psicoterapia para cambiar su estilo afectivo.

No digo que no ayudes a tu pareja, lo que sostengo es que la anulación de tus propias capacidades por amor es insostenible para quienes defienden el bienestar del ser humano. Ayudar a la persona que amas, sin destruirte, es ayudar dos veces.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso

viernes, 29 de agosto de 2014

ACEPTAR AL OTRO TAL CUAL ES


Yo suelo ser bastante distraído. Cuando tenía mi primer consultorio muy frecuentemente me olvidaba las llaves, entonces llegaba a la puerta y me daba cuenta de que me había olvidado el llavero en mi casa. Eso generaba un problema, porque tenía que ir al cerrajero, pedirle que me abriera, hacer un duplicado de la llave, era toda una historia.

La segunda vez que me pasó decidí, furioso que no podía pasarme mas. Así que puse un cartelito en el parabrisas del auto que decía: “llaves”. Me subía al auto, veía el cartelito, entraba de nuevo a mi casa y me llevaba las llaves. Funcionó bárbaro las primeras cuatro semanas, hasta que me acostumbré al cartelito.

Cuando te acostubrás al cartelito ya no lo ves mas. Un día me olvidé las llaves otra vez, así que le pedí a mi esposa que me hiciera acordar de las llaves. Todas las mañanas ella me decía: ¿Llevás las llaves?. Pero el día que ella se olvidó, yo me olvidé y, por supuesto le eché la culpa a ella, pero igual tuve que pagar el cerrajero.

Un día me di cuenta de que, indudablemente, no había manera que yo era un despistado y que de vez en cuando me iba a olvidar las llaves. Por lo tanto, hice una cosa muy distinta a todas las anteriores.

Hice varias copias de las llaves y le di una al portero, una al heladero de la esquina (que era amigo mío), otra a un colega que tenía el consultorio a cinco cuadras, enganché una con las llaves del auto y me quedé con una suelta. Tenía cinco copias rondando por ahí.

Este relato no tendría nada de gracioso si no fuera porque, a partir de ese día nunca mas me olvidé las llaves.

Todavía hoy el portero del departamento de la calle Serrano, cuando me ve, me dice: “No se para que me dio esta llave si nunca la usó”.

La teoría paradojal del cambio dice que solamente se puede cambiar algo cuando uno deja de pelearse con eso.

Y si mi relación conmigo mismo me condiciona tanto por dejar de vivir forzándome a ser diferente, imaginemos cómo condiciona mi relación con los demás creer que ellos tienen que cambiar.

Uno de los aprendizajes a hacer en el camino del encuentro es justamente la aceptación del otro tal como es.

Y eso sólo es posible si antes aprendí a aceptarme.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay

jueves, 28 de agosto de 2014

¿VENDES TU CASA?


El dueño de un pequeño negocio, amigo del gran poeta brasileño Olavo Bilac, cierto día lo encontró en la calle y le dijo: 

—Señor Bilac, necesito vender mi casa, la que usted tan bien conoce. ¿Podría ayudarme a redactar el aviso para el diario? 

Olavo Bilac tomó lápiz y papel y escribió: 

“Se vende encantadora propiedad, donde cantan los pájaros al amanecer en las extensas arboledas, rodeado por las cristalinas aguas de un lindo riachuelo. La casa, bañada por el sol naciente, ofrece la sombra tranquila de las tardes en el balcón”. 

Algunos meses después, el poeta se encontró con el comerciante amigo y le preguntó si ya había vendido el lugar. 

—No pensé más en eso —dijo el hombre—. Después que leí el aviso me di cuenta de la maravilla que tenía. 

¿Cuántas veces no sabemos apreciar lo que tenemos y vamos tras otras cosas, metas o personas? ¿Hemos hecho el inventario de todas las cosas maravillosas que nos rodean?

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal

miércoles, 27 de agosto de 2014

RENUNCIA A LA RELACIÓN CONTIGO MISMO


Iluminado o no, sigues siendo un hombre o una mujer, de modo que en lo relativo a tu identidad en la forma sigues estando incompleto. Eres la mitad de un todo. Esta falta de totalidad se siente como atracción hombremujer, el tirón hacia la energía de la polaridad opuesta, por muy consciente que seas. Pero, en el estado de conexión interna, sientes ese tirón en la superficie o en la periferia de tu vida.

Esto no significa que no te relaciones profundamente con los demás o con tu pareja. De hecho, sólo puedes relacionarte profundamente si eres consciente de Ser. Viniendo del Ser, eres capaz de concentrar la atención más allá del velo de la forma. En el Ser, hombre y mujer son uno. Puede que tu forma siga teniendo ciertas necesidades, pero el Ser no tiene ninguna. Ya es completo y total. Si esas necesidades se satisfacen, es muy hermoso, pero no supone ninguna diferencia para tu estado interno profundo.

Por eso es perfectamente posible que una persona iluminada, si no satisface la necesidad de una polaridad masculina o femenina, sienta que le falta algo o que está incompleta en el nivel externo de su ser, y al mismo tiempo puede estar totalmente completa, satisfecha y en paz por dentro.

Si no puedes sentirte a gusto cuando estás solo, buscarás una relación para remediar tu inquietud. Puedes estar seguro de que la incomodidad reaparecerá bajo otra forma dentro de la relación, y probablemente pensarás que tu pareja es responsable de ello.

LO ÚNICO QUE TIENES QUE HACER ES ACEPTAR PLENAMENTE ESTE MOMENTO. Entonces puedes 
estar cómodo en el aquí y ahora, y a gusto contigo mismo.

Pero ¿necesitas tener una relación contigo mismo? ¿Por qué no puedes simplemente ser tú mismo? Para tener 
una relación contigo mismo te divides en dos: «yo» y «mí mismo», sujeto y objeto. Esta dualidad mental es la 
causa fundamental de toda la complejidad innecesaria, de todos los problemas y conflictos de tu vida.

En el estado de iluminación, tú eres tú mismo: «tú» y «tú mismo» se funden en uno. No te juzgas, ni sientes 
pena por ti, ni te sientes orgulloso de ti, ni te quieres, ni te odias, etc. La división causada por la conciencia 
autorreflexiva queda sanada, la maldición desaparece. Ya no hay un «yo» que tengas que proteger, defender o 
alimentar.

Cuando estás iluminado, hay una relación que dejas de tener: la relación contigo mismo. Una vez que has 
renunciado a ella, todas las demás relaciones serán relaciones de amor.

PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA (extracto)
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart Tolle

martes, 26 de agosto de 2014

BUSCARÁS UNA RELACIÓN PARA REMEDIAR TU QUIETUD, PERO....


DIOS ESTÁ EN TODAS PARTES


"Soren Kierkegaard dijo: "Cuando entré en la iglesia, al principio acostumbraba hablar. Solía decir cosas, quejarme, rezar. Pero luego, poco a poco, me sentí ridículo. Le estoy hablando y no le estoy dando ninguna oportunidad de que me hable. Es mejor escuchar; cuando estás ante Dios, es mejor escuchar". De modo que dejó de hablar. Poco a poco, abandonó todas las oraciones. Se limitaba a ir a la iglesia y sentarse en silencio, pero en este silencio también había palabras por dentro. No las estaba utilizando por fuera, pero giraban en su interior.

Así que, poco a poco, también tuvo que abandonar las palabras interiores --sólo así se hace posible escuchar--. Entonces entras en una dimensión totalmente diferente, de escucha, de pasividad, de receptividad. Te conviertes en una matriz. Entonces puedes recibir la verdad, porque no estás hablando, porque no eres agresivo. En ese instante sólo Dios está trabajando y tú le permites que lo haga. Entonces Kierkegaard se volvió absolutamente silencioso; y dejó de ir a la iglesia.

Alguien preguntó: "¿Por qué? ¿Por qué has dejado de ir a la iglesia?". Él dijo: "Ahora he aprendido lo que significa la iglesia; sólo significa estar callado y escuchar. Esto puede hacerse en todas partes, y es mejor hacerlo en otra parte, porque mucha gente va allí, a la iglesia, a hablar. Me molestan. Es mejor bajo un árbol. Es mejor bajo el cielo".

La iglesia es más grande allí, más natural. Y si tienes que estar callado, piensa que Dios está en todas partes. Si tienes que hablar, ve al templo. Pero si tienes que estar callado, ¿por qué ir a algún sitio? Dios está en todas partes, pero tú no puedes estar callado. Haces algo y lo repites por dentro. Tienes hambre y dices: "Tengo hambre". ¿No basta con tener hambre? Si no lo dices, no estás cómodo; te has vuelto adicto a las palabras".

Osho
Ni agua, ni luna. Charlas sobre el zen
Tomado del blog: Osho Maestro

lunes, 25 de agosto de 2014

EL LOCO


Me preguntáis como me volví loco. Así sucedió:

Un día, mucho antes de que nacieran los dioses, desperté de un profundo sueño y descubrí que me habían robado todas mis máscaras -si; las siete máscaras que yo mismo me había confeccionado, y que llevé en siete vidas distintas-; corrí sin máscara por las calles atestadas de gente, gritando:

-¡Ladrones! ¡Ladrones! ¡Malditos ladrones!

Hombres y mujeres se reían de mí, y al verme, varias personas, llenas de espanto, corrieron a refugiarse en sus casas. Y cuando llegué a la plaza del mercado, un joven, de pie en la azotea de su casa, señalándome gritó:

-Miren! ¡Es un loco!

Alcé la cabeza para ver quién gritaba, y por vez primera el sol besó mi desnudo rostro, y mi alma se inflamó de amor al sol, y ya no quise tener máscaras. Y como si fuera presa de un trance, grité:

-¡Benditos! ¡Benditos sean los ladrones que me robaron mis máscaras!

Así fue que me convertí en un loco.

Y en mi locura he hallado libertad y seguridad; la libertad de la soledad y la seguridad de no ser comprendido, pues quienes nos comprenden esclavizan una parte de nuestro ser.

Pero no dejéis que me enorgullezca demasiado de mi seguridad; ni siquiera el ladrón encarcelado está a salvo de otro ladrón.

Gibrán Khalil Gibrán
El Loco
Sus Parábolas y Poemas

MEJOR BAJO UN ÁRBOL...BAJO EL CIELO


domingo, 24 de agosto de 2014

PROHIBIDO ANIMALES EN LA PLAYA


LAS TORMENTAS EN LA VIDA


EL VALOR DE LA AMISTAD


En un colegio norteamericano se contaba esta historia: 

Un día, cuando era estudiante de secundaria, vi a un compañero de mi clase caminando de regreso a su casa. Se llamaba Carlos. Iba cargando todos sus libros y pensé: “¿Por qué se estará llevando a su casa todos los libros el viernes? ¡Debe ser un nerd!” 

Yo ya tenía planes para todo el fin de semana: fiestas y un partido de fútbol con mis amigos el sábado por la tarde, así que me encogí de hombros y seguí mi camino. 

Mientras caminaba, vi a un montón de chicos corriendo hacia él, y cuando lo alcanzaron, le tiraron todos sus libros y le hicieron una zancadilla que lo arrojó al suelo; sus anteojos volaron y cayeron en el pasto como a tres metros de él. Miró hacia arriba y pude ver una tremenda tristeza en sus ojos. 

Mi corazón se estremeció, así que corrí hacia él mientras gateaba buscando sus anteojos. Observé algunas lágrimas en sus ojos. Le acerqué a sus manos sus anteojos y le dije: —¡Esos chicos son unos tarados, no deberían hacer esto! 

Me miró y me dijo: —¡Hola... gracias! 

Había una gran sonrisa en su cara. Lo ayudé con sus libros pues vivía cerca de mi casa. Le pregunté por qué no lo había visto antes y me contó que se acababa de cambiar de una escuela privada. Yo nunca había conocido a alguien que hubiera ido a una escuela privada. Caminamos hasta su casa. Le pregunté si quería jugar al fútbol el sábado, con mis amigos, y aceptó. Estuvimos juntos todo el fin de semana. 

Mientras más conocía a Carlos, mejor nos caía, tanto a mí como a mis amigos. 

Llegó el lunes por la mañana y ahí estaba Carlos con una nueva pila de libros. Me paré y le dije: —Hola, vas a sacar buenos músculos si cargas todos esos libros todos los días. 

Se rió y me dio la mitad para que le ayudara. 

Durante los siguientes cuatro años, Carlos y yo nos convertimos en los mejores amigos. 

Cuando ya estábamos por terminar la secundaria, Carlos decidió ir a la Universidad de Georgetown y yo iría a la de Duke. Sabía que siempre seríamos amigos, que la distancia no sería un problema. Él estudiaría medicina y yo administración, con una beca de fútbol. 

Carlos fue el orador de nuestra graduación. Yo lo fastidiaba todo el tiempo diciéndole que era un nerd. Llegó el gran día. Él preparó el discurso. Yo estaba feliz de no ser el que tenía que hablar. 

Carlos se veía realmente bien. Era una de esas personas que se había encontrado a sí misma durante la secundaria, había mejorado en todos los aspectos y se veía bien con sus anteojos. ¡Tenía más citas con chicas que yo y todas lo adoraban! ¡Caramba! Algunas veces hasta me sentía celoso... 

Pude ver que él estaba nervioso por el discurso, así que le di una palmadita en la espalda y le dije: —Vas a ver que estarás genial, amigo. 

Me miró con una de esas miradas realmente de agradecimiento y me sonrió. 

—Gracias —me dijo. Limpió su garganta y comenzó su discurso: 

“La graduación es un buen momento para dar gracias a todos aquellos que nos han ayudado a través de estos años difíciles: tus padres, tus maestros, tus hermanos, quizá algún entrenador... pero principalmente a tus amigos. Yo estoy aquí para decirles a ustedes, que ser amigo de alguien es el mejor regalo que podemos dar y recibir y, a propósito, les voy a contar una historia...” 

Yo miraba a mi amigo incrédulo cuando comenzó a contar la historia del día que nos conocimos. Aquel fin de semana él tenía planeado suicidarse. Estaba solo, tenía grandes problemas. Habló de cómo había limpiado su casillero de la escuela y por qué llevaba todos sus libros con él: para que su mamá no tuviera que ir después a recogerlos. 

Me miraba fijamente y me sonreía. 

“Afortunadamente fui salvado. Un amigo me salvó de hacer algo irremediable”. 

Yo escuchaba con asombro cómo este apuesto y popular chico contaba a todos ese momento de debilidad. Sus padres también me miraban y me sonreían con esa misma sonrisa de gratitud. Recién en ese momento me di cuenta de lo profundo de sus palabras:

Nunca subestimes el poder de tus acciones: con un pequeño gesto, puedes cambiar la vida de otra persona, para bien o para mal. Los amigos son ángeles que nos llevan en sus brazos cuando nuestras alas tienen problemas para recordar cómo volar. 

¿Sabemos y tenemos conciencia de las consecuencias de nuestros actos, para bien o para mal? 

No somos responsables de la felicidad o infelicidad de los demás, pero ¿no es cierto que a veces contribuimos a ellas?

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal

sábado, 23 de agosto de 2014

ESTAMOS PROGRAMADOS


Para mí, muchas veces es difícil combinar los roles de padre espiritual y de psicólogo. Vienen a ti a que les des un concepto moral que los tranquilice y, si resulta que lo que necesitan es una terapia y se la das, se escandalizan, y entonces creen que les has dañado en sus sentimientos o creencias. A nadie has hecho daño, sino que has llamado a las cosas por su nombre. Es vuestra programación la que os hace sufrir.

Un día vino un señor desesperado, porque otro señor había estado tocando los genitales de sus dos niñas de pocos años, y él, que le sorprendió, quería matarlo. Y las niñas estaban ahora llenas de miedo. No por lo que sucedió, sino por la reacción de los padres ante el hecho. El padre no quería ver esto y me miraba como si yo estuviese loco. Su programación no le permitía ver que, si él hubiese reaccionado como si nada hubiese pasado delante de las niñas, éstas lo tomarían como un juego y nada alarmante quedaría registrado en su mente.

Aparte, tú puedes pedir explicaciones, romperle las narices o tratar de reaccionar con el señor que tocó a las niñas. Pero si estás programado porque la acción en sí es pecaminosa y porque tus niñas han sido mancilladas, y todas esas cosas de nuestra cultura, estarás atrayendo a cada ellas tu alarma y tus miedos. Mucho más que los tuyos, pues ellas, que no están programadas, registrarán en su mente una alarma que unirá al acto en sí, sin más explicación y para siempre tendrán miedo a todo lo que se relacione con ello. Un miedo que será inconsciente, irracional, y por ello mucho más peligroso. En cuanto al señor que tocó a las niñas, en el peor de los casos era un ser enfermizo, con una sexualidad sin desarrollar, y no el sádico y perverso que se suele ver en él.

¿Que hay que defenderse de él?. De acuerdo, pero si estás despierto, llamarás a las cosas por su nombre y te darás cuenta de que los miedos que provocas sobre él son los mismos que metieron en tu infancia ante actos similares. Si piensas con realismo, verás que el prójimo — igual que tú — es miedoso, infantil, egoísta y estúpido. Y no es que lo sea, sino que es su programación lo que hace que se muestre así; nadie te defrauda en la realidad. Es el juicio que tenías de la persona (de cómo «debería» de ser) lo que te ha defraudado. Así, como cuando te enamoras de una persona, lo haces de una imagen (la imagen de tus sueños), el mundo de la realidad que vives (de lo que tú crees realidad) es falso, porque está sujeto a conceptos. Los conceptos no son más que añadiduras que ha puesto tu cultura.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello

jueves, 21 de agosto de 2014

BANANAS EN LA PUERTA


No deja de ser una simple manifestación social, sin embargo el tema de vídeo es lo que nos llamo la atención. Nos vemos identificados en varios momentos. 

Quién no ha sido ayudado alguna ocasión, donde hacen que brote del corazón la alegría de encontrar solidaridad social, quién no ha visto personas poniendo su granito de arena o quiénes de ustedes son esos artistas de la vida que no esperan recibir, DAN ALEGRÍAS.

UNA SOMBRA ATADA


EL DICCIONARIO DE LOS NIÑOS


Cuando supimos del libro Casa de las Estrellas, una maravillosa selección de Javier Naranjo con definiciones escritas por niños de primaria, no pudimos menos que deleitarnos con estos textos: 

ANCIANO: Es un hombre que se mantiene sentado todo el día. (Mary Luz Arbeláez, 9 años) 

BLANCO: El blanco es un color que no pinta. (Jonathan de J. Ramírez, 11 años) 

CIELO: Donde sale el día. (Duván Arnulfo Arango, 8 años) 

COLOMBIA: Es un partido de fútbol. (Diego Alejandro Giraldo, 8 años) 

GUERRILLA: Es un montón de policías. (Blanca Nidia Loaiza, 11 años) 

MAESTRO: Es una persona que no se cansa de copiar. (María José García, 8 años) 

MAFIOSO: Es una persona con mucha plata y que no le gusta nada. (Luis Fernando Ocampo, 10 años) 

POLÍTICO: Es una persona que nos acaba o ayuda, depende de su situación económica. (Pastor Ernesto Castaño, 11 años) 

SEXO: Es una persona que se besa encima de la otra. (Luisa Fernanda Potes, 8 años) 

SOL: El que seca la ropa. (Diego Alejandro Giraldo, 8 años) 

TRANQUILIDAD: Que el papá le diga que le va a pegar y que después le diga que ya no. (Blanca Yuli Henao, 10 años) 

UNIVERSO: Es un concurso para las reinas. (Walter de Jesús Arias, 10 años)

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal

miércoles, 20 de agosto de 2014

SIN DUDA NECIO


Sutra 7: Sin duda necio

El necio que reconoce serlo es muy sabio. El necio que se cree un sabio es sin duda un necio.
(Buddha).


Al necio sólo le interesa una cosa: su ego. A menos que tengas algo que puedas llevarte más allá de la muerte, no tienes nada en absoluto; tus manos están vacías.


Extracto del libro:
Recopilaciones "Cuentos y Fábulas del Buda"
Sri Deva Fénix

martes, 19 de agosto de 2014

VIEJOS HÁBITOS


Las viejas tendencias, los viejos hábitos, te forzarán a ir al futuro y al pasado. En el momento en el que lo recuerdes, relájate... relájate en el ahora.

Ríete de lo ridículo de los viejos hábitos. No digo que luches contra ellos. Si lo haces, crearás ansiedad. Simplemente digo que te rías. Siempre que te sorprendas con las manos en la masa -de nuevo en el futuro y en el pasado-, no tienes que hacer nada. Sal de ahí... igual que una serpiente se desprende de la piel vieja. No hace falta luchar. La lucha jamás soluciona nada. Puede crear más complejidades.

Así que no te digo que luches... solo te pido que entiendas. El mañana seguirá su curso por su propia cuenta. Cuando llegue, allí estarás para encararlo. Y jamás llega como el mañana; siempre lo hace como el hoy. Así que aprende a estar aquí ahora.

Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 248

lunes, 18 de agosto de 2014

EVITA EL SACRIFICIO IRRACIONAL: NO TE ANULES PARA QUE TU PAREJA SEA FELIZ


Donde hay amor, no hay sacrificio.
JACINTO BENAVENTE

Todo exceso, lo mismo que toda
renunciación, trae su castigo.
OSCAR WILDE

Amor por contraste: parecer un poco más ignorante para que la pareja se sienta más inteligente; pasar desapercibido para que ella o él se destaque; fracasar para que los errores del otro se diluyan; afearse para que la persona amada se vea mejor. Un sacrificio de los peores y el más autodestructivo: ser menos para que la persona amada se sienta más. ¿Habrá mayor estupidez «amorosa»? Aunque parezca extraño, infinidad de parejas sufren de esta compensación negativa. Tú mismo podrías estar, precisamente ahora, metido en este juego enfermizo de intentar equilibrar disparidades por lo bajo. Una joven mujer, muy triunfante en su profesión, me decía: «¿Cómo voy a seguir triunfando si él no tiene éxito? Me sentiría muy mal... Prefiero igualarme y equilibrar la cuestión. No puedo alejarme tanto de su realidad, porque él sufriría mucho o incluso podría perderlo...». La conclusiónes terrible: ¡fracasemos juntos para que el amor se sostenga! Y ni siquiera se trata de acoplar nuestros defectos o incapacidades, sino de ser más insuficiente que el otro, invalidarse y sabotearse a uno mismo.

A veces, el déficit y las incapacidades de la persona amada nos duelen tanto que queremos eliminar el sufrimiento a cualquier precio y «equilibrar» la cuestión sufriendo más que el otro. Hundirnos para que la pareja salga a flote, en vez de tirarle un salvavidas: «Relájate, mi amor: soy, o estoy, peor que tú». Mal de dos, consuelo de enamorados (como si las incapacidades o las inseguridades de la persona que amamos se eliminaran mágicamente con el sacrificio). Autocastigarse o anularse para levantarle la moral al otro es matar el amor en nombre del amor. Ésa es la paradoja.

A causa del despecho y el desamor, algunos se cortan las venas y otros se inician en el consumo de drogas o adoptan una vida licenciosa y sin control. Para todos estos casos hay protocolos escritos y detallados que ponen en práctica médicos u otros profesionales cualificados. Pero la autoaniquilación psicológica por afecto pasa inadvertida, ya que no es tan dramática y quien la ejecuta lo hace en el más estricto anonimato (además, no siempre se es consciente de ello). Hay que alertar a la población sobre su existencia, porque cualquiera puede caer en la trampa de la autodestrucción del «yo».

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso

domingo, 17 de agosto de 2014

LA VIDA COMIENZA CUANDO TERMINAS CON TU ZONA DE CONFORT


NO PUEDO VIVIR SIN MI


La primera cosa que se nos ocurre hacer con alguien que queremos es cuidarlo, ocuparnos de el, escucharlo, procurarle las cosas que le gustan, ocuparnos de que disfrute de la vida y regalarle lo que mas quiere en el mundo, llevarlo a los lugares que mas le agradan, facilitarle las cosas que le dan trabajo, ofrecerle comodidad y compresión.

Cuando el otro nos quiere, hace exactamente lo mismo. 

Ahora, me pregunto: ¿Por qué no hacer estas cosas con nosotros mismos?.

Sería bueno que yo me cuidara, que me escuchara a mi mismo, que me ocupara de darme algunos gustos, de hacerme las cosas mas fáciles, de regalarme las cosas que mas me gustan, de buscar mi comodidad en los lugares donde estoy, de comprarme la ropa que quiero, de escucharme y comprenderme.

Tratarme como trato a los que mas quiero.

Pero, claro, si mi manera de demostrar mi amor es quedarme a merced del otro, compartir las peores cosas juntos y ofrecerle mi vida en sacrificio, seguramente, mi manera de relacionarme conmigo será complicarme la vida desde que me levanto hasta que me acuesto.

El mundo actual golpea a nuestra puerta para avisarnos que este modelo que cargaba mi abuela (la vida es nacer, sufrir y morir) no sólo es mentira, sino que además está malintencionado (les hace el juego a algunos comerciantes del alma).

He hablado mucho del tema en estos años, y gran parte de estos conceptos están ya publicados en mi libro De la autoestima al egoísmo, al que te remito para no repetir.

Si hay alguien que debería estar conmigo todo el tiempo ese alguien soy yo.

Y para poder estar conmigo debo empezar por aceptarme tal como soy. Y no quiere decir que renuncie a cambiar a través del tiempo. Quiere decir replantear la postura. Porque frente a alguna característica de mi que no me guste hay siempre dos caminos para resolver el problema.

El primero, el mas común es la solución clásica: intentar cambiar.

El segundo camino, el que propongo es dejar de detestar esa característica y como única actitud, permitir que, por si misma, esa condición se modifique.

Incluso para cambiar algo el camino realmente comienza cuando dejo de oponerme. Nunca voy a adelgazar si no acepto que estoy gordo.

El ejemplo que siempre pongo es una historia real que me tiene como protagonista.

NOTA: Esta historia de Jorge Bucay la contamos en el siguiente post de dicho autor.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay