viernes, 10 de abril de 2015

DE LA IDEALIZACIÓN AL DESPRECIO


No hay mayor verdad: puedes pasar rápidamente del amor al odio si pulsas la tecla adecuada. A veces la indignación y la ira se disparan con tanta fuerza que el amor sale por la puerta de atrás y no queda nada. Ya comentamos que la decepción posee esta facultad liberadora de quitarnos de encima el mal amor, pero no es la única. Algunas personas con tendencia a la idealización afectiva, cuando descubren que sus parejas ya no las aman ni las desean, se sienten profundamente «ofendidas» y pasan de la veneración al desprecio en un instante. No sólo las sacude la tristeza por la pérdida, sino también y principalmente la cólera por haber dejado de pertenecer al mundo celestial y admirable que el otro les ofrecía: es el síndrome del ángel caído y su consecuente expulsión del paraíso amoroso, aunque sea un espejismo.

Algunos enamorados piensan que su media naranja tiene la «obligación» de amarlos o desearlos, y cuando esto no ocurre se sienten «engañados». No deja de ser absurdo exigir amor como si se exigiera respeto, porque si piensas que tienes el derecho a que te amen, el otro tendría el deber de amarte, lo cual es éticamente incorrecto.

Una mujer le gritaba a su desenamorado esposo: «¡¿Quién te has creído que eres?!
¡¿Piensas que puedes dejar de quererme de la noche a la mañana?! ¡Yo merezco respeto!».
Y luego, golpeando la mesa, gritaba: «¡Traidor! ¡Traidor!». Unos minutos antes de enterarse de que él ya no la amaba, la mujer había expresado que su marido era el «mejor hombre del mundo», repleto de valores y virtudes. Y en un abrir y cerrar de ojos, la valoración positiva se hizo añicos y pasó del encanto al desencanto. ¿El motivo?: ya no la querían. Perdonamos más fácilmente el desprecio o el desamor de la gente normal y corriente que el desamor de nuestros ídolos. Aunque no nos guste, nuestra pareja tiene el derecho a dejar de amarnos. ¿Y qué podemos exigir entonces?: el derecho a recibir a tiempo aquella información que pueda herirnos. Si la persona que has idealizado ya no te ama, no será un simple duelo el que tengas que afrontar, sino el destierro existencial de una bienaventuranza que llenaba tu ser, a pesar de ser imaginaria.

Tú la creaste.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso
Fotografía de internet