sábado, 9 de enero de 2016

FIDELIDAD POR NORMA


Yo no puedo decidir si Fulana o Fulano me atrae o no me atrae, si lo quiero o no lo quiero, no es tema de mi decisión. Pero lo que hago con estas emociones si forma parte de mi decisión. 

Yo no puedo evitar sentirme atraído por tal señorita que vive a la vuelta de mi casa, pero otra cosa es que yo no pueda evitar acostarme con ella. Por supuesto que puedo evitarlo, depende de mi. Eso es ejercer la libertad, y no ejercerla es decir quisiera pero no puedo. 

La verdad que yo me acuesto con quien quiero y que mi esposa se acuesta con quien ella quiere, por eso es tan valioso que ella se acueste conmigo. 

Si en lugar de esto mi esposa pensara que yo me acuesto con ella porque estoy obligado por el casamiento y porque no tengo ninguna posibilidad, ¿qué valor tendría que nos acostarnos juntos?. 

Sin la libertad de elegir no puede haber un vínculo amoroso. 

Decir que es amoroso aquel vínculo donde los dos andan como perro y gato celándose, es una estupidez. Decir que yo no confío en vos porque te quiero mucho, es una taradez. 

Decir que en realidad te controlo, te celo y te persigo porque tengo mucho miedo a perderte, es una pavada. 

Los celos tienen como motor las propias inseguridades. 

Confío en lo que yo te quiero y me siento querido por vos, no ando teniendo miedo de que vos tengas una historia por ahí. 

Con la fidelidad pasan cosas muy interesantes. A veces la gente cree que los celos son una expresión del amor, que si alguien no te cela debe ser que mucho no te ama, y que si alguien te ama te tiene que celar. Para mi son asociaciones absurdas. 

Ambrose Bierce define los celos como un miedo que uno tiene de perder al otro, aunque agrega: si lo perdiera por lo que tiene miedo de perderlo no valdría la pena haberlo conservado.
 

Que yo deje de acostarme con otra señorita porque tengo miedo de que mi esposa se entere es una porquería para con mi esposa, porque en realidad esto no es una elección, y la verdad que el amor es algo tan importante, tan sólido, tan fuerte y tan maravilloso, que solamente puede estar estructurado sobre la libertad. 

No tengo espacio para mostrarte que te quiero si no puedo mover un paso porque ahí estás vos controlando. 

No se puede amar sin libertad, no se puede amar estando prisionero.

En general, la fidelidad tiene que ver con una pauta social que se establece desde la posesividad y, también, con una pauta personal.

Si ella y él decidieron pactar que pueden tener aventuras extramaritales, ¿quién dice que no pueden?.

Dado que no necesariamente el sexo está ligado al amor, las personas pueden tener un juego de seducción que no sea necesariamente por amor. Puede ser sexualmente puro.

Cada vez mas hay parejas en el mundo donde la exclusividad no funciona y donde está establecido explícitamente que hay permisos sexuales pero no afectivos.

No en la Argentina, somos muy sicilianos para permitirnos esas cosas. Pero en países sajones, en algunos lugares de los Estados Unidos, en los países nórdicos sobre todo, el planteo es diferente.

Me la puedo imaginar a ella diciendo:

“Querido, ya vuelvo, me voy a acostar con el señor de enfrente”, y el mientras enciende su habano dice:

“Cuidado al cruzar mi amor, que hay mucho tráfico”...

A mi no me parece ni bien ni mal.

La gente no pacta la libertad sexual porque en general es posesiva.

No se trata de aceptar la fidelidad como una pauta establecida socialmente, sino de abrir la puerta para que se quede el que se quiere quedar y que salga el que quiera salir.

Y entonces confirmar que el otro se queda. Eso es maravilloso.

Ser fiel por norma no es un acto de amor, es un absurdo.


Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía  tomada de internet