Hay un joven que es vegetariano, no porque sea fanático o dogmático, sino por una cuestión de conciencia. No come carne de animales, porque no tiene corazón para hacerlo. Su padre estaba muy disgustado por ello y en su casa no había armonía ni alegría. El joven sabía que no podía dejar de ser vegetariano, porque si tenía que comer carne de animales sería muy desgraciado. No podía cambiar sólo por complacer a su padre, pero al mismo tiempo tampoco deseaba que siguiera aquel ambiente tan tenso. Pero para solucionar el problema no adoptó una actitud pasiva, sino que usó su inteligencia.
Un día llegó a casa con un vídeo y dijo: «Papá, he traído un documental maravilloso». Después puso el vídeo para que su padre y el resto de la familia lo vieran; era un documental sobre el sacrificio de animales. Su padre experimentó tanto sufrimiento al presenciar la muerte de aquellos animales que después de ver el documental no quiso comer más carne. La visión que le había transmitido su hijo fue directa, y no sólo una idea. En lugar de usar la ira, en lugar de dejarse abrumar por el sufrimiento, aquel joven actuó movido por el amor compasivo, la sabiduría y la inteligencia. Fue capaz de convencer a toda la familia para que no siguieran comiendo carne de animales, alimentando así la compasión de cada miembro de la familia. El hecho de mostrar aquel documental fue muy hábil y estuvo lleno de amor. Con una acción habilidosa puedes lograr una gran victoria.
Como individuo, puedes tener alguna visión particular, y esta visión puede generar compasión y deseo de actuar. Pero, como individuo, no puedes hacer demasiado. Si otras personas no tienen la misma visión que tú, haz todo lo posible para que se convierta en una visión colectiva, pero al mismo tiempo sin obligar a nadie a adoptarla. Puedes obligarles a aceptar tu idea, pero entonces será solo una idea y no una verdadera visión, porque esta no es una idea. No compartes tu visión para que los demás crean a ciegas lo que les dices, sino para ayudarles a crear las condiciones para adoptarla a través de su propia experiencia, y esto requiere habilidad y paciencia.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Thich Nhat Hanh
Fotografía de Internet