domingo, 15 de enero de 2017

SÍMBOLOS








Sylvia Murninkas estaba patinando por la costa de Montevideo, una serena tarde de luces, cielo sin nubes, aire sin viento, cuando escuchó ruidos de guerra. Se asomó al hotel Rambla y retrocedió espantada.





El combate aéreo ocurría en la planta baja. La planta baja del hotel, en plena remodelación, estaba en escombros, y sobre la basura de cascotes y de astillas de vidrios y maderas, había una alfombra de blancas plumas ensangrentadas. Las dos últimas guerreras se estaban matando a picotazos: se lanzaban en ráfaga, se trenzaban en el aire, se estrellaban contra los ventanales y bañadas en sangre volvían al ataque.





Sylvia no conocía estas costumbres de las palomas.








Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet