sábado, 11 de febrero de 2017

LA DISCIPLINA INTERNA








A nivel externo, podemos pensar en la disciplina como en una estructura temporal; por ejemplo, un período de meditación de media hora o una clase de dharma de dos horas. Probablemente el mejor ejemplo del uso de la disciplina es la técnica de meditación. Nos sentamos en cierta posición y somos todo lo fieles a la técnica que podemos. Dirigimos ligeramente la atención a la espiración una y otra vez en medio de nuestros cambios de humor, de nuestros recuerdos, dramas y aburrimiento. Este proceso tan simple y repetitivo es como invitar a la riqueza básica a entrar en nuestras vidas. Por tanto, seguimos las instrucciones como otros cientos de meditadores han hecho antes que nosotros. 





Dentro de esta estructura, procedemos con compasión. Así, a nivel interno, la disciplina consiste en volver a la delicadeza, a la honestidad, a soltar; consiste en encontrar el punto de equilibrio entre lo demasiado tenso y lo demasiado laxo, entre lo demasiado relajado y lo demasiado rígido. 





La disciplina nos proporciona el apoyo necesario para ralentizarnos lo suficiente y estar lo suficientemente presentes para que podamos vivir nuestra vida sin hacernos un gran lío con ella. Nos proporciona la fuerza necesaria para dar nuevos pasos hacia la ausencia de suelo bajo los pies. 












Extracto del libro:


Cuando Todo Se Derrumba


Pema Chödron


Fotografía de Internet