jueves, 23 de marzo de 2017

HIMALAYA INTERIOR


Renunciamiento 
Silencio interior 
Integración 
Alegría

Renunciar al mundo me parece horrible, porque implica renunciar a un don que Dios te ha otorgado. Tú no has creado la vida. No estás aquí por tu elección. Es un don. Re­nunciar a esto iría en contra de Dios. Toda re­nuncia va en contra de Dios, porque es un re­chazo. Por eso los que dicen que no, se vuel­ven más egoístas. En el momento en que re­nuncias, afirmas ser más sabio que la fuente di­vina de la cual proviene todo. Cuando renun­cias, afirmas que tú eliges. Cuando renuncias, usas tu voluntad, y la voluntad crea al yo.

Cuando digo que no renuncies, estoy dicien­do que no seas una voluntad, un elector. Lo que ocurre, no sucede por ti; entonces, ¿quién eres tú para elegir esto o aquello? Deja que su­ceda. ¿Qué puedes hacer? Deja que suceda; no te preocupes por eso. El renunciamiento no es sino un escape. Porque estás herido, porque es­tás molesto, renuncias. Renuncias a la situación, no a la actitud que te lastima. No renuncias al corazón que tiene tantas heridas que cualquier cosa puede lastimarlo. No renuncias a la mente que está enferma, que está siempre dispuesta a ser perturbada. Renuncias al mundo, lo cual es más sencillo. Huyes al Himalaya, pero todo lo que estaba adentro de ti seguirá contigo. No ha­brá ninguna diferencia. Es un engaño.

Sigue integrado, sigue callado, sigue alegre, deja que el mundo sea feliz. ¿Quién eres tú para renunciar o no renun­ciar? Cuando te encuentres a ti mismo, quédate allí. Sigue in­tegrado y callado y alegre. No te vayas al Himalaya; crea un Himalaya interior. Eso es lo que quiero decir cuando te di­go que no renuncies. No te vayas a las montañas; crea ese silencio dentro de ti, de manera que, siempre que te mue­vas, las montañas te acompañen. La relación es hermosa porque es especular. Pero hay personas estúpidas que ven su rostro en el espejo, les parece desagradable, y destruyen el espejo. La lógica es superficial: el espejo los hace verse feos; entonces, destruyen el espejo para volverse hermosos. 

El todo nunca coloca a nadie en un renunciamien­to; nunca. El yo siempre te impulsa a meterte en re­laciones porque, como nadie nace solo, nadie pue­de estarlo. Por lo menos, se necesitará a la madre, al padre; una sociedad, una familia. El todo siempre te empuja hacia las relaciones. Por eso digo que el renunciamiento va contra Dios.


Referencia:
El dios de todos (Osho)
Un camino espiritual para descubrir a Dios
Fotografía tomada de internet