martes, 9 de mayo de 2017

TODOS LOS SANTOS SON HERMOSOS







Luz interior 


Gracia 


Divinidad 


Belleza 


Meditación





Todos los santos son hermosos. No es que sus cuerpos sean siempre hermosos, no. Pero están llenos de un arrobamiento descono­cido que te roza, una gracia que inunda el me­dio que los rodea. Generan su propio clima y, estén donde estén, de repente uno siente que el clima ha cambiado. Y es una fuerza tan intensa que no puedes mirar a sus cuerpos; sus cuerpos simplemente desaparecen, su carácter incorpóreo es demasiado.





Tu cuerpo se ve porque no hay en él carác­ter incorpóreo. Eres sólo el cuerpo; nada lo ilu­mina desde dentro. Eres como una lámpara apagada; por lo tanto, sólo se ve la lámpara. Cuando aparece la luz, te olvidas de la lámpa­ra; cuando la luz sale de ella, ¿a quién le impor­ta la lámpara? Y, si la luz es demasiada, ni si­quiera puedes ver la lámpara.





Todos los santos son hermosos. Todos los ni­ños son hermosos. Fíjate en el hecho de que to­do niño nace hermoso; no puedes encontrar un niño feo. Es muy, muy difícil encontrar un niño feo. Todos los niños nacen hermosos. ¿Qué sale mal después? Porque, después, no todas las per­sonas son lindas. Todos los niños nacen con gra­cia, pero después algo sale mal; en algún punto, el crecimiento se detiene y todo se vuelve feo.





Después, ya no se encuentra tanta gente linda en el mundo. Y, a medida que envejeces, te vuelves más y más feo. Debería ser exactamente al revés, si la vida se moviera en la dirección correcta. Si supieras cómo vivir en forma her­mosa, cómo vivir con gracia, cómo vivir a través de lo divi­no y no a través del yo, el caso sería exactamente opuesto. Cada niño se volvería cada vez más lindo, y la vejez sería la culminación de la belleza. Así tendría que ser. Si la vida se ha vivido de acuerdo con las leyes de la naturaleza, Tao, Dhamma, si se ha seguido una disciplina interior, no forza­da, si has amado, si has sido consciente y meditativo, te vuelves más hermoso día a día. Y un hombre viejo, que pa­só por todos los tumultos, las subidas y bajadas de la vida, que conoció la madurez, que ahora se ha aclimatado, tendrá una belleza que nadie más puede tener.





Todo el mundo tiene dos aspectos. Simplemente, observa a la gente. Digo que observes a la gente pa­ra que, finalmente, puedas observarte a ti mismo. Es muy difícil observarse a uno mismo, pues uno está muy cerca de sí mismo. Como no hay distan­cia, se dificulta la observación.









Referencia:


El dios de todos (Osho)


Un camino espiritual para descubrir a Dios


Fotografía tomada de internet