Los prejuicios son distorsiones de la mente, formas inadecuadas de procesar la información, según las cuales se juzga negativamente a personas o grupos. Su consecuencia es destructiva para todos, ya que del prejuicio a la violencia manifiesta hay un paso. Su esencia es el odio, la animadversión o la aversión esencial a otros seres humanos. Por eso, los individuos imparciales y equilibrados en sus juicios tienden a nivelar el sesgo. Ver lo bueno y lo malo, lo que me gusta y lo que no, es darle una oportunidad a la mente para que reconsidere los hechos. Sólo un pensamiento ecuánime y ajustado a la realidad pondrá a temblar el búnker del fanatismo.
El pensamiento imparcial / equilibrado te permite:
- Ver las cosas como son y no distorsionar la información.
- Aprender a manejar el resentimiento.
- No caer en los «ismos» y no permitir que te etiqueten en alguno de ellos.
- No excluir a las personas que son distintas.
- No sentirte superior (ver la viga en el propio ojo).
- Comprender que las personas no son necesariamente lo que aparentan.
- No aceptar el uso de clichés para definir a alguien.
- Confiar más en la gente.
- Ser más pacífico y menos agresivo.
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso
Fotografía tomada de internet