sábado, 10 de junio de 2017

SILENCIO VIVO







Unidad 


Silencio 


Mente 


Opuestos 


Energía





La mente se mueve en forma lineal, simple, directa. Nunca va hacia el polo opuesto. Rechaza los opuestos. Cree en la uni­dad, mientras que la vida cree en la dualidad. Por eso, todo lo que la mente crea siempre eli­ge la unidad. Si la mente elige el silencio, si la mente se hartó de todo el ruido generado por la vida y decide permanecer en silencio, la mente se va al Himalaya. Quiere estar en silen­cio. No quiere saber nada con ningún tipo de ruido. Hasta el canto de los pájaros la perturba, y una brisa que atraviesa los árboles es una mo­lestia. La mente quiere silencio. Ha optado por lo lineal; entonces, debe negar completamente al opuesto. Pero este hombre que vive en el Hi­malaya, buscando el silencio, evitando lo otro, el opuesto, se transformará en un muerto, segu­ro que se aburrirá. Y, cuanto más elija el silen­cio, tanto más se aburrirá, porque la vida nece­sita de la oposición, del desafío de la oposición. Hay un tipo diferente de silencio que existe entre dos opuestos. El primero es un silencio muerto, el silencio de los cementerios. Un hom­bre muerto está en silencio, pero no querrías ser un muerto. Un hombre muerto está en un silencio absoluto: nadie puede molestarlo. Su concentración es perfecta: no puedes hacer na­da que distraiga su mente. Su mente está absolutamente inmóvil. Aun si todo el mundo a su alrededor se enloquece, no perderá su concentración. Pero igual no que­rrías ser un muerto. Silencio, concentración, o como se lla­me, no te gustaría ser un muerto, porque cuando estás en silencio, una vez muerto, este silencio no significa nada.





El silencio debe producirse cuando estás absolutamente vivo, vital, burbujeante de vida y energía. Entonces, el si­lencio adquiere mucha importancia. Pero entonces el silen­cio será de una cualidad diferente, absolutamente diferen­te. No será aburrido, será un silencio vivo. Será un sutil equilibrio entre dos polaridades.





Entonces, semejante tipo de hombre, que busca un equi­librio vivo, un silencio vivo, querrá ir tanto al mercado co­mo al Himalaya. Querrá ir al mercado a disfrutar del ruido y también querrá ir al Himalaya a disfrutar del silencio. Creará un equilibrio entre estos dos polos opuestos y se quedará en ese equilibrio. Y este equilibrio no puede al­canzarse por medio de esfuerzos lineales.





A esto alude la técnica zen del esfuerzo sin esfuerzo. Em­plea términos contradictorios: esfuerzo sin esfuerzo, o por­tal sin puerta, o sendero sin senda. El zen siempre utiliza tér­minos contradictorios juntos, para indicarte que el proceso ha de ser dialéctico y no lineal. El polo opuesto no ha de ser negado, sino absorbido. No hay que dejar de lado el po­lo opuesto, sino utilizarlo. Si lo dejas de lado, siempre segui­rás cargando con él: se colgará de ti, sin que lo utilices; per­derás mucho. La energía puede ser transformada y utilizada. Y entonces, usándola, estarás más vivo, tendrás más vitali­dad. El polo opuesto debe ser absorbido, para que el pro­ceso se torne dialéctico.





Sin esfuerzo quiere decir inactividad, no hacer nada: akarma. Esfuerzo significa hacer mucho, actividad, karma. Ambos deben estar presentes. Actúa mucho, pero no seas un agente; así logras las dos cosas. Circula por el mundo, pero no te transformes en parte de él. Vive en el mundo, pe­ro no permitas que el mundo viva en ti. Así, la contradicción es absorbida. Así, no estás rechazando ni negando nada. Así, la existencia toda resulta aceptada.





Y eso es lo que estoy haciendo. La Meditación Dinámica es una contradicción. Lo dinámico implica esfuerzo, mucho esfuerzo, esfuerzo absoluto, y la meditación conlleva silen­cio, no esfuerzo ni actividad. Se la puede llamar meditación dialéctica. Sé tan activo que toda la energía se ponga en movimiento, que no quede energía estática en tu interior. Se moviliza toda la energía, sin dejar nada de lado. Todas las partes congeladas de energía se derriten, circulan. Ahora, no eres algo congelado; te has vuelto dinámico. Ahora, no eres como la sustancia; eres más bien como la energía. No eres material; te has vuelto eléctrico.





Pon toda la energía en funcionamiento, en movimiento, en actividad. Cuando todo se mueve y tú te has transformado en un ciclón, permanece alerta. Recuerda, sé conscien­te, y en este ciclón descubrirás de repente un centro absolutamente silencioso. Éste es centro del ciclón. Eres tú: tú en tu divinidad, tú corno un dios.









Referencia:


El dios de todos (Osho)


Un camino espiritual para descubrir a Dios


Fotografía tomada de internet