lunes, 19 de febrero de 2018

MAHATMA GANDHI, EL VIOLENTO







Mahatma Gandhi observaba y cultivaba la no-violencia. Pero he examinado con detenimiento su vida y era uno de los hombres más violentos que el siglo XX haya conocido. Pero su violencia es muy refinada, tan sofisticada que casi parece no-violencia. Su violencia tiene expresiones tan sutiles que no se detecta fácilmente. Entra por la puerta de atrás, nunca por la puerta principal. No la encontrarás en la sala. Se instala en algún lugar entre las habitaciones de los sirvientes, en la parte trasera de la casa, a donde nadie va. Pero sigue ejerciendo su influencia desde allá. 





Por ejemplo: cuando alguien se enfada, se enfada con la persona que provocó su malestar. Mahatma Gandhi se enfadaba consigo mismo, no con la otra persona. Volcaba su ira contra sí mismo, la introvertía. Así es muy difícil detectarla. Ayunaba, contemplaba el suicidio, se torturaba. De una manera sutil, al torturarse torturaba a los demás. 





En su ashram, si se encontraba a alguien bebiendo té... El té es algo tan inocente, pero en el ashram de Gandhi era un pecado. Los ashram existen para generar culpa en las personas; no pierden la más mínima oportunidad de generar culpa. Ése es su secreto. Basta un té. Si se encuentra a alguien bebiendo té, se le considera un pecador. Está cometiendo un crimen, más que un crimen, pues un pecado es algo más profundo que un crimen. 





Pero la gente bebía té. Lo bebían en secreto; tenían que esconderse. Sólo para tomar té tenían que convertirse en ladrones, impostores, hipócritas! Eso es lo que las así llamadas religiones han hecho a millones de personas. En lugar de convertirlas en personas espirituales, las han reducido a hipócritas. 





Fingían que no bebían té, pero de vez en cuando las encontraban in in fraganti. Gandhi andaba observando, buscando; tenía informantes para averiguar quién violaba las reglas. Y cuando alguien era descubierto, se le convocaba... y Gandhi ayunaba para castigarse. Preguntarás: "¿Qué clase de lógica es ésa?" Es una lógica muy simple que se ha observado en la India durante siglos. El truco está en que Gandhi decía: "Debo ser un Maestro imperfecto todavía para que un discípulo logre engañarme. Debo purificarme. Me pudiste engañar porque aún no soy un maestro perfecto. Nadie me engañaría si fuera un maestro perfecto. Alguien puede imaginarse engañar a un maestro perfecto? Entonces la imperfección está en mí". 





Gandhi se torturaba y comenzaba a ayunar. Ayunaba porque tú te habías tomado una taza de té. Cómo te sentirías? Un ayuno de tres días sólo por ti, por una sola taza de té! Te pesaría. Si Gandhi te hubiera dado un golpe en la cabeza no te pesaría tanto. Si te hubiera insultado, castigado, ordenado ayunar durante tres días, hubiera sido mucho más fácil, y mucho más compasivo. Pero el viejo está ayunando, se está torturando, y cada ojo en el ashram te mira mal, te condena. Todos te perciben como un gran pecador: "Es por culpa tuya está sufriendo el maestro! Por una taza de té! Qué bajo has caído!"





Y el culpable se postraba ante el maestro, le acariciaba los pies sollozando, pero Gandhi no escuchaba. Tenía que purificarse. Todo aquello es violencia. Yo no lo llamo no-violencia. Es violencia con venganza, pero de una manera tan sutil que es difícil detectarla. 





FUENTE: 


OSHO: "El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos", Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 98