martes, 5 de marzo de 2019

4.- EL HOMBRE AGRESIVO-DESTRUCTOR










Aunque hay muchísimos estilos afectivos masculinos, y aunque algunos pueden llegar a superponerse para crear subtipos, señalaré los que considero más importantes frente al impedimento que genera la oposición a lo femenino.





4. El hombre agresivo-destructor





Pese a que los disparadores de la agresión masculina son variados (por ejemplo insatisfacción sexual, estrés crónico, desorden antisocial de la personalidad, abuso de sustancias), existe una violencia que se circunscribe principalmente a la relación afectiva. En el hombre agresivo-destructor la motivación principal del alejamiento femenino es el odio. La agresión manifestada por estos varones no es pasiva como en el esquizoide, sino activa y directa. El conflicto latente con lo femenino se manifiesta en múltiples y violentas rupturas con la mujer de turno. Hay un profundo rencor y una marcada incapacidad de perdonar a las mujeres. Ellas siempre son vistas como malas, manipuladoras, explotadoras y poco confiables, pero contradictoriamente, deseables. Este hombre no puede amar porque sus energías están concentradas en procesar una ira que ensombrece el amor, lo oculta y lo eclipsa. Su clave, ojo por ojo; su norma, la ley del más fuerte; su motor, la desconfianza. El dilema queda planteado así:"Me alejo con dolor y me acerco con rabia","No te perdono, pero te necesito".





Como es obvio, suelen ser furibundos machistas y mostrar abierta subestimación por lo femenino, pero no con la apatía y la displicencia que caracteriza a los esquizoides-ermitaños, sino con brutalidad. En estos varones, la ambivalencia frente al sexo opuesto está especialmente resaltada: odian a la mujer y al mismo tiempo la desean con intensidad; precisamente es esto l0 que no pueden perdonarse a sí mismos. En cierto sentido, cuando atacan a sus parejas se están autocastigando por débiles, por no tener la valentía de proclamar su independencia de una vez por todas y de ser consecuentes con el rechazo que sienten por ellas. La mejor opción para las mujeres víctimas de esta violencia masculina, es escapar, tan rápidamente como en el caso de los ermitaños, pero muchísimo más lejos.





Cuando hablo de violencia no me refiero sólo a la agresión física, deplorable y demandable, sino a la psicológica, no siempre demandable y tanto o más peligrosa que la anterior. El odio puede manifestarse como menosprecio, falta de admiración, rechazos afectivos, críticas permanentes, poca amabilidad, insensibilidad por el dolor del otro, burlas y otras formas de no aceptación. El irrespeto psicológico no deja marcas visibles, pero es el que más duele. Si alguna mujer intenta valientemente sanar el odio de un varón así, saldrá muy mal librada. El hombre agresivo-destructor es como un incendio que se aviva con el agua: a más amor y comprensión, más rencor. Un estos casos, con el amor no basta.











Extracto tomado del libro:


Intimidades masculinas


Walter Riso


Imágenes tomadas de internet