Cuando Buda era desdichado se fue al bosque, huyó del mundo. ¿Qué ocurrió tras seis años? Cuando alcanzó el éxtasis regresó, volvió a la ciudad. Lo que había alcanzado había que compartirlo.
En medio de la desdicha eres como una semilla. En el éxtasis te transformas en flor y, naturalmente, has de propagar tu fragancia a los cuatro vientos.
También puedes verlo en tu vida, a pequeña escala. Cuando eres desgraciado cierras las puertas, no quieres ver a tus amigos. No quieres ir a ninguna parte, no quieres participar en nada. Dices: «Dejadme solo. Por favor, dejadme solo». Cuando alguien se siente sumamente desgraciado se suicida. ¿Qué significado tiene eso? ¿Qué es el suicidio? Es simplemente un esfuerzo por alejarse tanto del mundo que ya no se puede volver. Es llegar a la soledad absoluta, irrevocablemente, de modo que ya no puedes volver. En eso consiste el suicidio.
¿Sabes de alguien que se haya suicidado cuando era feliz, extático, cuando estaba bailando? No; cuando surge la danza, estallas, abres las puertas de par en par, llamas a tus amigos, a tus vecinos, y dices: «Venid. Voy a dar una fiesta. Vamos a bailar y a divertirnos. Tengo mucho que compartir y os lo quiero dar a vosotros». Y a quienquiera que llegue a tu puerta, lo recibes, le das la bienvenida. Todo el mundo es bien recibido cuando eres feliz. Cuando eres desgraciado, hasta los que antes eran siempre bienvenidos dejan de serlo.
Si bailas, la existencia entera se convierte en una danza. Ya es una danza. Los hindúes dicen que es un Ras-Leela: Dios está bailando, y alrededor de Dios las estrellas, la luna, el sol y la tierra.
Ésta es la danza que se da continuamente, pero no la conocerás hasta que aprendas las formas de bailar, el lenguaje del éxtasis.
Había un soldado en la Segunda Guerra Mundial que de repente soltaba el fusil en el campo de batalla, se precipitaba sobre cualquier trocito de papel, lo examinaba con avidez, y después movía la cabeza apenado mientras el papel caía revoloteando al suelo. En el hospital permanecía mudo, con su oscura e inexplicable compulsión. Deambulaba tristemente por la sala de psiquiatría, recogiendo trocitos de papel, cada vez con una esperanza evidente, seguida del inevitable rechazo.
Declarado inútil para el servicio, un día recibió la licencia del ejército, y al recoger el impreso, encontró su voz. «¡Esto es!», gritó extasiado.
«¡Esto es!»
El éxtasis es la libertad absoluta. Y entonces se grita de alegría: «¡Esto es! ¡Esto es! ¡Eureka! Lo he encontrado».
Y la ironía es que no hace falta ir a ninguna parte. Ya está ahí. Es tu núcleo mismo, tu ser. Si decides buscarlo, puedes encontrarlo ahora mismo. No tienes por qué retrasarlo ni un solo momento. Una intensa sed puede abrir la puerta. Una gran necesidad puede hacerte libre ahora mismo.
Bibliografía:
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet