Respuestas a preguntas
Pregunta 3 (continuación):
¿Por qué hago una montaña, de un grano de arena?
Porque el ego no se siente bien, no se siente a gusto con los granos de arena; necesita montañas. Incluso si se trata del sufrimiento, no puede ser un grano de arena; tiene que ser un Everest. Incluso si es desdichado, el ego no se conforma con una desdicha normal y corriente; tiene que ser una desdicha fuera de lo normal. De una u otra forma, todo el mundo quiere ser el primero. Por eso no paramos de convertir granos de arena en montañas.
La gente no para de crear grandes problemas de la nada. He hablado con miles de personas sobre sus problemas y todavía no he descubierto ni un solo problema de verdad. Todos los problemas son ficticios... Los creas tú, porque sin problemas te sientes vacío. Sin problemas no hay nada, nada contra lo que luchar, ningún sitio al que ir. Las personas van de un gurú a otro, de un maestro a otro, de un psicoanalista a otro, de un grupo de encuentro a otro, porque si no lo hacen se sienten vacías y de repente les parece que la vida no tiene sentido. Creas problemas para sentir que la vida es una gran obra, un desarrollo, y que tienes que luchar con todas tus fuerzas.
Recuérdalo: el ego sólo puede existir cuando lucha, cuando se debate. Y cuanto mayor el problema, cuanto mayor el reto, más crece el ego, más alto se eleva.
Tú creas los problemas. Los problemas no existen. Y déjame que te diga una cosa: ni siquiera existen los granos de arena. Eso también es una trampa tuya. Dices: «Vale, a lo mejor no hay montañas, pero sí que hay granos de arena». Pues no; ni siquiera hay granos de arena; son invenciones tuyas. En primer lugar, creas granos de arena de la nada, y después creas montañas de esos granos de arena.
Y los sacerdotes, los gurús y los psicoanalistas están encantados, porque su negocio existe gracias a ti. Si no crearas granos de arena de la nada y no transformaras esos granos de arena en montañas, ¿cómo iban a ayudarte los gurús? En primer lugar, tienes que encontrarte en la situación de que te ayuden.
Fíjate, por favor, en lo que estás haciendo, en las tonterías que estás haciendo. En primer lugar creas un problema y después buscas una solución. Fíjate en por qué creas el problema. Justo al principio, cuando empiezas a crear el problema, allí mismo está la solución. ¡No lo crees!
Pero eso no te gustará, porque de repente te verás cara a cara contigo mismo. ¿Y no se puede hace nada? ¿Ni satori, ni iluminación, ni samadhi?
Y te sientes inquieto, vacío, e intentas llenarte con lo que sea.
No tienes problemas: eso es lo único que tienes que comprender.
Puedes deshacerte de todos tus problemas ahora mismo, porque son invenciones tuyas.
Échale otro vistazo a esos problemas tuyos. Cuanto más profundices, más pequeños te parecerán. Sigue examinándolos y poco a poco empezarán a desaparecer. Sigue mirando y de repente te darás cuenta de que hay un vacío, de que te rodea un vacío maravilloso. Nada que hacer, nada que ser, porque ya eres eso.
La iluminación no es algo que haya que alcanzar, sino vivir. Cuando digo que yo alcancé la iluminación, simplemente quiero decir que decidí vivirla. ¡Ya estaba bien! Y desde entonces la vivo.
Tomas la decisión de que ya no quieres crear más problemas; nada más. Es la decisión de acabar con todas esas tonterías de crear problemas para encontrar soluciones.
Todas esas tonterías son un juego al que juegas contigo mismo, el juego del escondite, en el que tú te escondes y tú te buscas. Y lo sabes.
Por eso cuando lo digo sonríes, te ríes. No estoy diciendo ninguna ridiculez, y tú lo comprendes. Te ríes de ti mismo. Fíjate en tu risa, fíjate en tu sonrisa; lo comprendes. Así tiene que ser, porque es tu propio juego: te escondes y esperas hasta que puedas buscarte y encontrarte.
Puedes encontrarte ahora mismo, porque eres tú quien se esconde.
Por eso los maestros del zen golpean a las personas. Cuando alguien le dice a un maestro: «Quisiera ser un Buda», el maestro se enfurece. Esa persona está pidiendo una estupidez; es un Buda. Si Buda acude a mí y me pregunta cómo puede ser Buda, ¿qué tendría que hacer yo? ¡Darle un capón! «¿Me estás tomando el pelo? Eres un Buda.»
No te busques complicaciones innecesarias. Y un día lo comprenderás, si observas cómo agrandas un problema, cómo le das vueltas, cómo contribuyes a que la rueda vaya más y más deprisa. De repente te verás en el punto culminante del sufrimiento y necesitas que el mundo entero te compadezca.
Eres estupendo creando problemas. Compréndelo y de repente desaparecerán los problemas. Estás perfectamente: naciste perfecto, y en eso consiste el mensaje. Naces perfecto; la perfección es tu naturaleza más íntima. Simplemente tienes que vivirla. Decídete a vivirla. Si todavía no te has hartado del jueguecito, adelante, pero entonces no preguntes por qué. Lo sabes. El porqué es muy sencillo. El ego no puede existir en el vacío; necesita algo contra lo que luchar. Te servirá incluso un fantasma de tu propia imaginación, pero tienes que luchar contra alguien. El ego sólo existe en el conflicto, porque el ego no es una entidad, sino una tensión. Siempre que se produce un conflicto, surge la tensión y el ego entra en acción; cuando no hay conflicto, desaparece la tensión y también desaparece el ego. El ego no es sino una tensión.
Y claro está, nadie quiere tensiones pequeñas, sino tensiones enormes. Como si no tuvieras suficiente con tus propios problemas, empiezas a pensar en la humanidad, el mundo, el futuro... el socialismo, el comunismo y todas esas bobadas. Piensas en eso como si el mundo entero dependiera de tus consejos. Piensas: «¿Qué va a pasar en Israel? ¿Qué va a pasar en África?». Aportas tus consejos, y creas más problemas.
La gente se pone muy nerviosa; no puede dormir porque hay una guerra. Se ponen muy nerviosos. Su vida es tan normal y corriente que tienen que encontrar algo fuera de lo normal en otra parte. La nación pasa por ciertas dificultades, y se identifican con la nación. La cultura pasa por dificultades, o la sociedad tiene dificultades grandes problemas con los que te identificas. Eres hindú y la cultura hindú tiene dificultades, o eres cristiano y la Iglesia pasa por dificultades. El mundo entero está en juego.
Es el momento de sentirte importante con tu problema.
El ego necesita problemas. Si comprendes esto, por el hecho mismo de comprenderlo las montañas vuelven a reducirse a granos de arena, y los granos de arena desaparecen. De repente sólo existe el vacío, el vacío absoluto a tu alrededor. En eso consiste la iluminación: en comprender hasta lo más profundo que no existe ningún problema.
Y entonces, sin ningún problema que resolver, ¿qué vas a hacer?
Pues empezarás a vivir inmediatamente. Te dedicarás a comer, a dormir, a amar, a charlar, a cantar, a bailar... ¿Qué más se puede hacer? Te has transformado en un dios, has empezado a vivir.
Si existe un dios, una cosa es cierta: que no tiene problemas. Eso es seguro. Entonces, ¿qué hace todo el tiempo? Sin problemas, sin consultas de psiquiatras, sin gurús a los que someterse... ¿Qué hace ese dios? ¿A qué se dedica? Igual se está volviendo loco, dándole vueltas a la cabeza...
Pues no; está viviendo; su vida está plena con la vida. Come, duerme, baila, tiene su historia de amor pero sin problemas.
Empieza a vivir este momento y verás que cuanto más lo vives menos problemas tienes, porque ahora que tu vacío ha empezado a florecer, a estar vivo, ya no te hacen falta. Cuando no vives, esa misma energía se echa a perder. Esa energía que debería haber florecido se queda estancada, no puede florecer, y entonces se transforma en una espina que se te clava en el corazón. Es la misma energía.
Intenta obligar a un niño a sentarse en un rincón sin moverse, completamente inmóvil. Fíjate en lo que ocurre: unos minutos antes estaba tan ricamente, sin problemas; de repente se pone todo colorado porque tiene que realizar un esfuerzo, contenerse. Se le pone el cuerpo rígido, intenta juguetear aquí y allá, moverse. Has obligado a la energía a quedarse quieta: no tiene ningún objetivo, ningún significado, no tiene espacio por el que moverse, no tiene dónde desarrollarse y florecer; se ha quedado parada, rígida, helada. El niño está muriendo, sufriendo una muerte temporal. Si no dejas que el niño vuelva a corretear por el jardín, a jugar, empezará a crear problemas. Empezará a fantasear; creará problemas mentalmente y empezará a enfrentarse a esos problemas. Verá un perro enorme y tendrá miedo, o verá un fantasma y tendrá que luchar para escapar de él. Está creando problemas: la misma energía que fluía a su alrededor hace unos momentos, en todas las direcciones, se ha quedado estancada, se ha echado a perder.
Si las personas pudieran bailar un poco más, cantar un poco más, enloquecer un poco más, su energía fluiría más fácilmente y sus problemas desaparecerían poco a poco.
Por eso hago tanto hincapié en la danza. Baila hasta el orgasmo, deja que toda la energía se transforme en danza, y de repente te darás cuenta de que ya no tienes cabeza, de que la energía atascada en tu cabeza se mueve por todas partes, creando dibujos maravillosos, en continuo movimiento. Y cuando estás bailando llega un momento en el que tu cuerpo deja de estar rígido, se hace flexible, fluido. Cuando bailas llega un momento en que tus límites no están tan claros, en el que te disuelves y te fundes con el cosmos, y los límites se mezclan.
Observa a un bailarín, y te darás cuenta de que se ha convertido en un fenómeno de la energía, de que ya no tiene una forma rígida, de que ya no está encerrado en un marco. Se sale de su marco, de su forma, y flotando, adquiere más y más vida. Pero sólo comprenderás lo que realmente ocurre cuando tú empieces a bailar. La cabeza desaparece; vuelves a ser niño. Entonces no creas problemas.
Vive, baila, come, duerme, hazlo todo lo más completamente posible.
Y no dejes de recordar lo siguiente: en cuanto te des cuenta de que estás creando un problema, olvídalo inmediatamente. Una vez que te metes en un problema, necesitas una solución. E incluso si encuentras una solución, de esa misma solución surgirán miles de problemas. Si das un paso en falso al principio caes en la trampa.
Si te das cuenta de que te estás metiendo en un problema, cuidado: corre, baila, pega saltos, pero no caigas en el problema. Haz algo inmediatamente para que la energía que estaba creando esos problemas se deshaga, se deshiele, vuelva al cosmos.
Los pueblos primitivos no tienen muchos problemas. He conocido grupos primitivos en la India que aseguran no soñar. Freud no se lo habría creído. No sueñan, pero si alguien sueña -un fenómeno raro-, toda la aldea ayuna y reza a Dios. Ha pasado algo malo, algo ha ido mal... alguien ha soñado. Nunca ocurre en su tribu, porque viven tan completamente que la cabeza no tiene nada que añadir mientras duermen.
Si dejas algo a medias se completará en tus sueños; lo que no has vivido se queda colgando, como una resaca, y se completa en la mente: en eso consisten los sueños. Te pasas el día pensando. Tanto pensar significa simplemente que tienes más energía de la que utilizas para vivir, que tienes más energía de lo que requiere lo que tú llamas vida.
Te estás perdiendo la auténtica vida. Gasta más energía y te surgirán nuevas energías. No seas tacaño. Gástalas hoy, para que el día de hoy sea completo; mañana, ya se verá; no te preocupes por el mañana. Las preocupaciones, los problemas, las angustias sólo demuestran una cosa: que no vives como es debido, que tu vida no es una fiesta, una danza. De ahí surgen los problemas.
Si vives, el ego desaparece. La vida no sabe del ego, sólo sabe del vivir, y del vivir y del vivir. La vida no sabe del yo, no sabe de un centro, no sabe de separaciones. Inspiras el aire, y la vida entra en ti. Espiras el aire, y tú entras en la vida. No existe separación. Comes, y los árboles entran en ti a través de los frutos. Llega el día en que mueres, te entierran y los árboles te absorben y te transformas en fruta. Tus hijos te comerán. Tú te has comido a tus antepasados; los árboles los han transformado en frutos. ¿Qué crees, que eres vegetariano? No te dejes engañar por las apariencias. Todos somos caníbales.
La vida es una y no para de moverse. Te llega y te traspasa. En realidad no está bien decir que te llega, porque parece que la vida entra en ti y sale de ti. Tú no existes, sólo existe este ir y venir de la vida. Tú no existes; sólo existe la vida en sus formidables formas, en su energía, en sus múltiples delicias. En cuanto comprendas esto, que sea la única ley por la que te rijas.
Bibliografía:
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet