Existe el supuesto de que, si no te perturbas, si no te adiestran para que te perturbes, no harás nada. Pero mira: hay alguien que no tiene para comer y eso es una calamidad.
Ahora tú estás perturbado; tenemos dos calamidades. ¿Podríamos enfrentar estas calamidades sin agregar otra? Muchas personas no pueden siquiera concebir la idea de lanzarse a la acción sin antes perturbarse. Por ejemplo, si estás de pie en una cola y alguien se coloca delante de ti, sin respetar e1 orden de llegada.
-¿Quieres tomar medidas?
- Claro que sí.
-¿Quieres decir que la acción de ese individuo es incorrecta?
- Tiene usted razón.
-¿Quieres hacer algo al respecto?
- Así es.
-¿Quieres echarlo?
- Claro que sí.
Pero, ¿sabes lo que, en última instancia, vas a hacer? En realidad piensas: "Como esa persona se comportó mal, voy a castigarme." Porque perturbarme es una manera de castigarme. ¡Mira qué lógico esto!, ¿no es así? Ahora bien, ¿por que te perturbas? Si le preguntas eso a la gente, te responde:
- Porque no perturbarse no es humano.
¿No es humano? Y, ¿qué haces tú? Piensas que esa persona se comportó mal, y seguidamente aumentarás tu presión sanguínea, perderás la tranquilidad, dejarás de dormir de noche. ¿Es eso más humano? Además, ¿por qué habrías de castigarte? ¡Eres inocente! ¿Crees tú que la gente entendería esto? Quiero decir la gente culta, la llamada gente "razonable" , cuya cultura está edificada sobre este planteo:
-¿Cómo sería posible que usted no se perturbara?. . ¿Quiere decir que no está perturbado? -
- No.
- Pero usted está planeando hacer algo.
- Evidentemente; es bien cierto.
- ¿Pero usted no está perturbado?
- No. ¿Por qué debería perturbarme? ¿Por qué debería castigarme a causa de que ese individuo se comportó mal?
Así debería ser: "Sumérgete en el estrépito de la batalla y mantén tu corazón en paz junto a los pies etéreos del Señor..."
Pero hay quienes temen. Quienes nos adiestraron y programaron temieron que si no nos perturbábamos no haríamos nada.
Nunca se les ocurrió darse cuenta de que, cuando uno se perturba, tiene menos energía para hacer algo y tiene menos capacidad de percepción. Ya no ve las cosas correctamente: reacciona con exceso.
Yo no sé nada de boxeo pero me han dicho que la última cosa que debería hacer un boxeador en el ring es perturbarse o perder la serenidad, porque entonces habrá perdido la lucha. También me han dicho que la primera cosa que su contrincante trata de lograr es que pierda la serenidad, pues entonces perderá su coordinación y su capacidad de percepción.
¡Con cuánta frecuencia las personas que participan de proyectos sociales, de magníficos proyectos para el bienestar de los demás, se implican emocionalmente y se perturban de tal modo que destruyen la propia obra que se propusieron hacer! Pierden capacidad de percepción, reaccionan con exceso.
Consideremos otro ejemplo. Si se ha cometido un delito en perjuicio de una persona, ¿no justifica eso que ella se perturbe?
¡No, no! Pero casi no parece realista pensar en estos términos. Si se lo explicas a la gente, no quiere oír.
- No queremos oírlo... Váyase. Váyase a otra parte. No gaste su aliento.
- Está bien. ¡Adiós!
Me voy. Y sacudo el polvo de mis pies.
¿Te recuerda esto una frase del Evangelio?
"Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies" (Mt 10,14).
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet