Me contaron que hubo un hombre que permaneció soltero toda su vida porque estaba buscando a la mujer perfecta. Cuando tenía setenta años, alguien le preguntó:
—Llevas mucho tiempo viajando; has estado buscando desde Nueva York a Katmandú, de Katmandú a Roma, de Roma a Londres. ¿No lograste encontrar a una mujer perfecta? ¿Ni siquiera a una?
El anciano se puso muy triste y contestó:
—Sí, en una ocasión la encontré. Una vez, hace mucho tiempo, conocí a una mujer perfecta.
La otra persona insistió:
—Entonces, ¿qué pasó? ¿Por qué no os casasteis?
Con gran tristeza el anciano respondió:
—¿Qué le vamos a hacer? Ella estaba buscando a un hombre perfecto.
Recuerda: cuando dos seres son perfectos, su necesidad de amor no es igual a tu necesidad de amor. Es totalmente distinta.
Tú ni siquiera entiendes el amor que es posible en ti, de modo que no serás capaz de entender el amor de Buda, o el amor que fluye desde un Lao Tzu hacia ti; no serás capaz de entenderlo.
En primer lugar tienes que entender el amor que nace como un fenómeno natural. Ni siquiera has logrado eso. Primero tienes que entender el natural, después el trascendental. Así que lo segundo que debes recordar es que nunca busques al hombre perfecto o a la mujer perfecta. Esta también es una idea que te han inculcado; que a menos que encuentres al hombre o a la mujer perfecta, no serás feliz. De modo que continúas buscando la perfección, pero como no la encuentras, eres infeliz.
Del libro:
Aprende a Amar
Osho