jueves, 31 de octubre de 2013

CASARSE CON EL AMANTE ES COMO ECHARLE SAL AL POSTRE


El amor es una locura pasajera
que se cura con el matrimonio.
AMBROSE BIRCE

Amantes, dementes.
PLAUTO

Las estadísticas son contundentes: haciendo un promedio de datos de varias culturas, alrededor de la mitad de la gente tiene una relación oculta y le pone los cuernos a su pareja. Las relaciones prohibidas son especialmente adictivas, porque el placer que generan es muy concentrado y penetrante y, además, crea necesidad. Independientemente de que estemos de acuerdo o no con las aventuras clandestinas, debemos reconocer que muchas de ellas acaban convirtiéndose en un Disney World personalizado, donde los implicados están más cerca de la fantasía que de la realidad. Los amantes crean su propio microcosmos y sus propias reglas de supervivencia: un mundo exclusivo para dos. En este contubernio amoroso, cada quien determina la existencia del otro y hasta le otorga significado. Una paciente me comentaba: 

«Sólo con estar con él unas horas, la semana se justifica y adquiere sentido... No verlo es sentirme incompleta, como si arrancaran una parte de mí...». 

Justificación existencial y síndrome de abstinencia a la vez: nada que hacer. Unos cuantos encuentros le otorgan a lo cotidiano un tinte especial y se pasa de una realidad en blanco y negro a
una en tecnicolor y tres dimensiones. De ahí la resistencia a salirse del enredo, no importa de dónde venga la presión en contra: nadie quiere perder el encanto de un amor que te lleva al límite.

No obstante, pese a estar en una situación de felicidad expansiva, a veces los implicados, no contentos con el aquí y el ahora, pretenden legalizar dicho enredo y mantenerlo en el tiempo. ¿La estrategia? Formalizar el vínculo, salir del armario y mostrarse al mundo atrevida y dignamente. Del amor proscrito, al cuento de hadas:

«Nos amamos, viviremos juntos y construiremos una familia, con los míos, los tuyos y quizá los nuestros». 

Si estás metido o metida en un plan similar, te recomiendo que bajes un poco las revoluciones. No es para desanimarte, pero solamente un pequeño porcentaje de los amantes que se casan o se van a vivir juntos funciona. Despertar del éxtasis, reestructurar la locura simpática que mantenía viva la relación tiene sus consecuencias y contraindicaciones. Es muy difícil «reglamentar» el amor pasional y que el hechizo no se rompa.

La «montaña rusa» emocional de los amantes incluye satisfacción sexual intensa, obnubilación, ternura, alegría, culpa, miedo y temeridad, encanto y desencanto, amor y desamor, dolor y alivio, risas y lágrimas, y muchas oscilaciones más. Los amantes son sacudidos por una vorágine de afectos y desafectos de todo tipo y de carácter exponencial. Y son esta velocidad y variedad de sentimientos las que los atrapan. 

¿Cómo encauzar esa energía fascinante y fuera de control para domesticarla y que no pierda su esencia vital?

NOTA: Los siguientes posts continúan con algunas respuestas que Walter Riso da a esta pregunta. 

Del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso

EL HOMBRE: NATURALEZA SOLITARIA O VIDA SOCIAL PARTE IV

CONTINUAMOS ALGO DE HISTORIA SOBRE LA NATURALEZA DEL HOMBRE:.....

A comienzos del siglo XVII aparece Rousseau (1712-1778) para dar vuelta el planteo y revolucionar las ideas que se tenían hasta ese momento. Porque Rousseau es el primero de su época que dice: 

es cierto que el ser humano se asocia con los otros para cazar, para ser más fuerte, para tener un colaborador en un determinado fin, pero también es cierto que a veces se asocia sin ninguna razón. Y entonces se pregunta: ¿qué otra razón lleva al ser humano a asociarse con otros seres humanos?. Y sugiere que dicha razón debe estar en su naturaleza.

A diferencia de los filósofos anteriores, Rousseau concluye entonces que, lejos de ser solitaria, la naturaleza del ser humano es gregaria, social. Para él, lo que antes era visto como naturaleza solitaria y bárbara del hombre forma parte de su alejamiento de la sociedad. Plantea esa manifestación como un resultado posterior en lugar de una condición previa.

Por otro lado, Rousseau dice que el individuo tiene dos amores: 

el amor propio y el propio amor. Llama amor propio a lo que nosotros llamaríamos hoy vanidad, y propio amor a lo que hoy llamaríamos autoestima.

La vanidad me lleva a conseguir lo que necesito por la utilización de los demás, a utilizar a los otros para congraciarme. Así quiero los honores (Kant) para sentirme bien, y entonces busco a los demás para que me honren. Pero también me relaciono con los demás por la necesidad de ser considerado por el otro y llenar así nuestra olla de autoestima.

Cuando Rousseau llega a esta idea, la relaciona con la idea aristotélica de que el hombre que no reconoce que necesita la vida en sociedad (o que no vive en sociedad) o es un dios o es una bestia. Esta frase de Aristóteles (384-322 a. C.) ya la había tomado Nietzsche afirmando: entonces seamos dioses, reconozcamos que no necesitamos de los otros. Pero Rousseau afirma: 

no somos ni bestias ni dioses, somos seres humanos, y por lo tanto necesitamos esencialmente la consideración de los otros. 

Se refiere entonces al mito de Aristófanes, de Platón (428-348 a. C.). la característica que tiene este personaje es que se siente incompleto y busca bienes, triunfos militares, parejas, tiene hijos y nunca se siente satisfecho, hasta que un día se sienta en una mesa con alguien que le dice: “Eres Aristófanes, yo te conozco”, y cuando el otro le dice esto, Aristófanes se siente por fin completo.

Aristófanes representa aquí la inconpletud que sólo se resuelve cuando alguien te describe. Rousseau opina que el ser humano se junta con otros, no por utilidad, sino porque sin los otros se siente mutilado. La gran diferencia con Kant y La Bruyère es que para Rousseau la incompletud es parte de la naturaleza humana.

Rousseau es el primero que dice:

La naturaleza humana consiste en sentirse incompleto en soledad.

Esto es lo opuesto de La Bruyère, quien decía: 

la naturaleza humana es la soledad y la sociedad surge como una necesidad propia de reconocimiento y valoración, de aplausos, de honores.

Dice Rousseau: 

El salvaje vive en si mismo, y cree que no necesita a nadie, el hombre sociable vive en manada y obtiene de los demás protección y reconfirmación de su existencia, aplauso o alabanza. El verdadero ser humano se relaciona porque sólo así tiene sentido su vida.

Esta idea tiene tanta fuerza y es tan revolucionaria en la historia de la filosofía, que empieza a modificar el pensamiento político de su entorno.
Soy incompleto si no tengo al otro, no tiene sentido mi vida si no tengo al otro, no puedo significar mi vida si estoy solo, dice Rousseau.

Las ideas de Rousseau tienen dos derivaciones importantísimas para la historia moral. Una es el pensamiento de Adam Smith (1723-1790), un economista muy ligado a la evolución de la humanidad y los procesos sociales. El empieza a traer la idea de la necesidad de aprobación diciendo que no nos alcanza solamente con que el otro esté y nos reconozca, necesitamos además que nos apruebe. A tal punto llega esta concepción en su r afirmando que la búsqueda de la posesión de bienes no es por la riqueza en si misma, sino porque uno sabe que con las posesiones se gana la simpatía y la aprobación de los otros. En vez de pensar en una sed esencial del hombre, piensa que esto le permite al hombre sentirse mas completo.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay

miércoles, 30 de octubre de 2013

¡ESTAS VIVO!


Si estás leyendo esto...
¡Enhorabuena, estás vivo!
Si esto no es un motivo para sonreír,
entonces no sé qué es.


Chad Sugg
Tomado el blog Sincronia

EL HOMBRE: NATURALEZA SOLITARIA O VIDA SOCIAL PARTE III

CONTINUAMOS ALGO DE HISTORIA SOBRE LA NATURALEZA DEL HOMBRE:.....

Nietzsche (1844-1900) hablaba del “superhombre” (si el hombre llegara a ser lo mejor de si mismo, dejaría de depender de los otros). Sostenía que los seres superiores son independientes de los demás para saciar la sed a la que Kant hacía referencia. Para Nietzsche, los bienes los honores, y el poder no se consiguen dependiendo de la mirada bondadosa del otro, ni con la más adecuada inserción social, se consiguen simplemente peleando por conseguirlos y ganando la pelea.

El pensamiento de Nietzsche está muy relacionado con el planteo del anarquismo cuando dice: Mis semejantes son siempre mis rivales o mis colaboradores. Es decir, yo tengo un interés, un deseo, una voluntad, y entonces me encuentro con otro que, como tiene mi mismo deseo, tiene dos posibilidades, si hace alianza conmigo, es un colaborador, si decide competir conmigo por la cosa es un rival,
si no lo puedo hacer un aliado se volverá un enemigo. De modo que, viviendo entre colaboradores y rivales, o condiciono y manipulo el afuera para que se transforme en un colaborador (Maquiavelo) o directamente rivalizo con el otro y peleo por vencerlo.

Pero Nietzsche se pierde cuando descree de toda colaboración. El considera que la pelea por las cosas es inevitable, y entonces concluye que el mundo es de los fuertes, de aquellos que pelean y ganan la pelea. En relación a esto establece una moral de amos y una moral de corderos. La moral del amo es la de aquel que es fiel a su propia esencia, a su propio deseo. La moral de corderos es la de aquellos que se sienten y se saben débiles y entonces se juntan con otros confromándose con la mera supervivencia.

Para Nietzsche, los corderos desarrollan sentimientos “inferiores” como la piedad, la conmiseración y el miedo a estar un día en un lugar del que padece. Para este filósofo, la caridad funciona desde esa moral de corderos. La moral de superhombre, como el llama, será la de alguien que no dependerá de que el otro apruebe o no apruebe, como decía Sade, sino que será leal a sus propios principios mas allá de la aprobación o el permiso de los demás.

Cuando Nietzsche habla de la moral del superhombre se refiere a dos cosas: una fundamental: reinar en soledad, y otra alternativa: someter al que se oponga. Puesto en primera persona esto se enuncia así: yo soy solitario, sé lo que quiero, sé adónde voy y no molesto a nadie, pero si te oponés, entonces te someto o te destruyo.

Según Nietzsche, la sociedad en la que vive, a la cual llama sociedad burguesa, se ha conformado con la moral de los corderos: proteger a los débiles, encontrar la postura mas cómoda y unirse a los demás buscando fuerzas.

Queda claro que Nietzsche se opone a lo que afirmaba Hobbes. Un hobbesiano que leyera a Zaratustra diría que si uno dejara salir su esencia (el superhombre) se dedicaría a destruir a los demás.

Nietzsche dice:

Dejamos que el individuo solo encuentre su lugar y entonces la competencia no surgirá, porque cada uno dejará de estar mirando lo que el otro hace y dejará de querer lo que el otro tiene.

Mas allá de la discusión sobre si el control de esta naturaleza solitaria es deseable o indeseable, lo que estos pensadores trataban de demostrar es que, combatiéndola (pensando que el hombre en absoluta libertad terminaría matando al otro) o glorificándola (enarbolando la bandera de que en libertad el hombre viviría sin molestar a nadie), en ambos casos, vivir en sociedad es una conducta aprendida y antinatural.

Desde este razonamiento aparentemente inapelable sólo tengo dos alternativas:

1- Acepto la tendencia solitaria del ser humano a pesar de su insoportable vulnerabilidad, y por ende acato la idea de que por conveniencia debo renunciar a mis necesidades egoístas para poder convivir con los demás de quienes de alguna manera dependo.

2- Sostengo que puedo prescindir de juntarme con los demás y me alineo en la idea ser autoabastesente, renunciando a la necesidad de quedar colgado de otro que se haga cargo de mi. Concluiré creyendo que, dominando mis inseguridades, no necesito para nada vivir en sociedad.

¿Habrá otra posibilidad?


Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay

martes, 29 de octubre de 2013

SI ELIGES UNA PARTE


Si eliges una parte como Divino y una parte como anti-Divino, la mente se irá cambiando de bando. Y la mente tiene sus propios trucos para poderse cambiar de bando. Es capaz de justificar el mal en defensa del bien; puede justificar la guerra por la paz; es capaz de matar y asesinar en nombre del amor. Así que la mente es muy astuta y
sagaz desplazándose al opuesto. Y cuando se desplaza te proporciona todas las razones necesarias para que creas que «No estoy cambiando». Por eso si escoges a Dios como algo aparte del mundo o en contra del mundo, nunca serás capaz de ofrecer la mente. Y una ofrenda parcial no es una ofrenda. Esto también debes recordarlo.

Osho
Tomado del blog:
Osho Despierta

SOMOS ESCLAVOS DEL SISTEMA ECÓNOMICO


EL HOMBRE: NATURALEZA SOLITARIA O VIDA SOCIAL PARTE II

CONTINUAMOS ALGO DE HISTORIA SOBRE LA NATURALEZA DEL HOMBRE:.....

El primer filósofo que dice que hay que combatir la naturaleza solitaria y bárbara del hombre se llamaba Maquiavelo.

Para Maquiavelo (1469-1527), como se sabe, la sociedad era importante como mecanismo de control para enfrentar los intereses particulares y personales de la naturaleza humana. La vida sería permanentemente una lucha a muerte donde cada uno trataría de matar al otro para conseguir lo que quiere. Según él, la gran habilidad del ser humano consiste en dominar los intereses personales para conseguir que la sociedad lleve a la superación del individuo como un todo, porque si la sociedad no cumpliera con esta pauta la vida sería una constate rivalidad

Esta idea, muy conocida, fue retomada por Hobbes (1588-1679) en la famosa frase: “el hombre es el lobo del hombre”, lo cual parece significar que, en tanto depredadores, ante una presa deseada, dos hombres van a pelear a muerte por obtenerla si no son capaces de acordar previamente algo que los condicione a no rivalizar.

Lo que Hobbes decía, y Maquiavelo o Montaigne avalaban, es que nosotros somos esencialmente solitarios, y que la dependencia con los otros surge desde nuestro propio concepto de preservación. Los hombres nos juntamos con los otros porque de alguna manera nos conviene, y si no nos conviniera nos mantendríamos mas independientes y aprenderíamos, como dice Pascal, a ser felices solos, a bastarnos con nuestra propia vida.

Estamos en los siglos XV, XVI, épocas de violentas turbulencias sociales y de cuestionamientos políticos al orden vigente. Maquiavelo enseña que si el hombre no estuviera sujeto a reglas y prohibiciones viviría en una guerra perpetua por el poder. Porque es justamente el poder lo que daría la posibilidad de tener lo que el individuo desea esencialmente.

La Rochefoucauld (1613-1680), por su parte, cree que la vida en sociedad es absolutamente imprescindible para poder sobrevivir, y si no existieran las reglas sociales, si se dejara al hombre librado a su naturaleza, la idea de que el hombre es el lobo del hombre (Hobbes) sería confirmada en los hechos permanentemente.

Según La Rochefoucauld, no podemos arriesgarnos a dejar que esta naturaleza se manifieste sin censuras, por lo cual propone combatirla moralmente, con educación, con pautas. La vida en sociedad, dice La Rochefoucauld, restringe los apetitos inmoderados del hombre y le impone el ideal social:

El yo quiere erigirse en el centro de todo, quiere dominarlo todo, por lo tanto hay que tratar de combatir a ese dominador con reglas sociales que sean suficientemente estrictas y rígidas como para frenarlo, porque de lo contrario esta ambición desmedida de poder, esta sed de dominio, terminarían dominando la historia.

En este punto del planteo aparece el pensamiento de un filósofo más conocido por nosotros: Emanuel Kant (1724-1804). El dice: El ser humano vive en una insociable sociedad, queriendo decir que la sociedad, lejos de ser una cosa elegida por el ser humano, es una transacción, algo que concretamente hace para poder responder a una necesidad. Según Kant y tal como decía La Bruyère, la naturaleza del ser humano es la soledad, pero agrega que este ser socialmente inepto, egoísta y solitario tiene tres necesidades básicas: sed de poder, sed de bienes materiales, y sed de honores.

Kant abre el pensamiento a los que siguen, comparte con Maquiavelo la idea de que el hombre necesita dominar, y con Hobbes la idea de la necesidad de tener posesiones. Lo nuevo en el pensamiento de Kant se vincula con la necesidad del hombre de ser honrado (en el sentido de aplaudido, glorificado, admirado). Es posible que el hombre tenga bienes sin necesidad de que existan los otros, pueden tener dominio sobre su heredad, sobre la tierra y sobre los animales sin que existan los demás, pero ¿cómo podría tener honores en soledad?. Para tener quien lo honre, necesita de otro.

Así, para Kant, creamos una sociedad para que nos dé el honor que necesitamos porque solos no podemos conseguirlo.

De alguna manera con Kant, seguimos manteniendo la idea principal: hay que combatir la naturaleza solitaria del hombre porque de lo contrario la humanidad no puede subsistir.

Como dije antes, hay pensadores que lejos de combatir la naturaleza solitaria del hombre piensan que hay que hacer lo contrario: glorificarlo.

Desde Cicerón (106-43 a. C.9) (hay que dejarse fluir y ser... y dejar que el otro opine) hasta Diderot (1713-1784) (el interés gobierna la conducta pero hay que dejar que el ideal se someta a lo real), muchos filósofos construyeron planteos provocativos para convencer a sus contemporáneos de dejar que la naturaleza prive sobre el condicionante. Dentro de esa línea quiero referirme sobre todo a dos pensadores muy conocidos e importantes aunque no siempre, creo, bien entendidos: Sade y Nietzsche.

Sade (1740-1814), se preguntaba: ¿Por qué dejar que mis intereses personales y mis propias inclinaciones estén liberados a lo que la sociedad me permite o no me permite?. ¿Por qué no sentirme a mi mismo libre de salir a procurarme aquello que me gusta?. ¿Por qué tengo que condicionar mi placer al permiso del otro.

¿Quién es el otro para decirme que puedo tener o que no puedo tener?. ¿Por qué no ser realmente como digo que soy y juntarme solamente con aquellos que comparten conmigo mi propia manera de encontrar las cosas que necesito, para juntarnos a disfrutar de ellas sin depender de la aprobación de los otros?.

Según Sade, si yo soy esencialmente libre y esencialmente humano, no tengo que depender del permiso del otro. Soy un adulto, y por lo tanto yo mismo soy el que tiene que decidir que está bien y que está mal para mi y, a partir de ahí, salir a buscarlo.


Su planteo consiste en aceptar la naturaleza independiente del ser humano en lugar de combatirla para que 
luego cada uno sea el dueño de su propia vida.

Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay

lunes, 28 de octubre de 2013

EL HOMBRE: NATURALEZA SOLITARIA O VIDA SOCIAL PARTE I


Como se sabe, filosofía significa ante todo preguntas y, a veces algunas respuestas siempre provisorias, nunca definitivas.

Los filósofos empezaron a pensar modernamente sobre el sentido de la vida en sociedad alrededor del siglo XV, cuando la verdad dejó de ser propiedad exclusiva del pensamiento escolástico y, por tanto, de los hombres ligados a la iglesia. Cancelado el monopolio y aquietada la persecución del pensamiento ilustrado, cada libre pensador empujó a otros a acordar y a desacordar, a desarrollar o a confrontar las nuevas ideas sociales y políticas. Así se fue configurando un entramado de diferentes posiciones sobre el porqué y el para qué de la relación del hombre con el grupo social en el que se inserta.

La filosofía se vio forzada entonces a plantear la discusión sobre la esencia del ser humano.

Durante los primeros doscientos años de ilustración, los filósofos parecen acordar que la sociedad y la moral van en contra de la naturaleza humana, porque dicha naturaleza es solitaria, egoísta y anárquica.

Este punto es fundamental, porque a partir de esa idea queda establecido “oficialmente” que si bien la moral está muy bien la sociedad está muy bien y el control está muy bien... nada de eso es natural. Lo natural, advierten la mayoría de los filósofos, es la lucha del individuo por autoabastecerse, el intento de no depender de nadie. La naturaleza humana, se sostiene, sólo se fija en lo que necesita, en lo que le importa, en lo que mezquinamente desea. Todas las demás conductas, sobre todo las “sociales”, son una creación del hombre civilizado y, por lo tanto, antinaturales.

A finales del siglo XVI, Montaigne (1533-1592) ya sostenía que El hombre vive en sociedad porque lo necesita y no porque le agrade hacerlo.
Sostiene que si dejáramos al hombre liberado a su propio deseo, él preferiría estar solo, cuando el ser humano convive lo hace en un intento de aunar fuerzas para enfrentar la búsqueda de su propio bienestar. A cambio de recibir el apoyo, la ayuda o la fuerza que le dan los otros, el hombre acepta pagar el precio de renunciar a muchos de sus deseos personales. Montaigne propone:

Desatemos los lazos que nos atan a los otros y los que los atan a ellos a nosotros para que cada uno pueda vivir a su modo, y conseguir entonces que su satisfacción dependa de el mismo.

La idea de la naturaleza independiente dominó la historia de la filosofía moderna signando la búsqueda de la esencia de cada uno: el ser independiente sin ataduras con nadie. Montaigne es el primer filósofo que dice que la dependencia no sirve porque nos ubica en lugares complicados respecto de los demás.

Si Montaigne ponía el acento en desatarnos, en abolir la dependencia, Pascal aporta una mirada analítica: 

No importa si nos desatamos o no, se trata de lo que hacemos sino de establecer el porque lo hacemos. Lo que sucede es que no estamos satisfechos con la vida que llevamos, y entonces nos juntamos para vivir un poco la vida de los otros. Queremos vivir en la vida de los demás y por eso nos esforzamos en que los otros nos acepten.

Según Pascal (1623-1662), esta dependencia es parte de nuestra miseria y deberíamos deshacernos de ella.

El cree que nos quedamos colgados de la vida de los demás justamente porque no estamos llegando a ser lo que deberíamos ser.

La Bruyère (1645-1696), como vimos, cree que el ser humano es ermitaño por naturaleza y que lo social y lo gregario aparecen como creaciones humanas. Y sus ideas establecieron lo siguiente.

Al individuo no le gusta compartir la presa que cazó, pero la comparte porque la sociabilidad se ha vuelto para él una regla que acordamos por una u otra razón. La naturaleza humana no sólo es egoísta, sino más aún insaciable y solitaria.

A partir de esta idea de la esencia solitaria del ser humano, aceptada con mas o menos agrado en la época, aparecen dos posturas filosóficas totalmente diferentes: una dice que hay que combatir esa tendencia porque es perjudicial para la sociedad y otra opina que hay que glorificarla y darte más fuerza. Para uno, lo ideal tiene que someterse a lo real, para los otros, lo real debe someterse a lo ideal.


Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay

domingo, 27 de octubre de 2013

DESDE CERO


ELEGIR PAREJA


No hay mapas para ir al encuentro del amor trascendente, pero es indispensable que el otro despierte en nosotros cierto tipo de incondicionalidad.

Este toque incondicional del amor se manifiesta en la sensación de un encuentro de almas, en la atracción, en las ganas de estar juntos... No se puede explicar, es ese bienestar, esa alegría del corazón que se siente por el solo hecho de que el otro esté cerca. 

Cuando esa llama arde en nuestro corazón, parece que estuviéramos en las nubes... Pero, claro, no somos puro corazón y no siempre podemos estar en las nubes, también vivimos en forma terrenal tenemos necesidades, gustos, cautelas y preocupaciones que influyen en la relación. Dicho de otra forma, necesitamos también que el otro encaje en nuestras preferencias. Llamo a esto el aspecto condicional del amor, y resulta difícil y pernicioso ignorarlo por completo. Porque como anuncia el Talmud desde hace más de dos mil años: un pájaro y un pez pueden enamorarse y hasta casarse, pero ¿dónde harían el nido?

Estos dos aspectos del amor, la incondicionalidad con la que se encuentran las almas y la condicionalidad que imponen los gustos y las preferencias de ambos, deben seguir presentes y ser al menos compatibles para que la pareja trascienda.

Al elegir una pareja, en primer lugar, tenemos que dejar que el corazón, el alma, nos guíe y después que la cabeza acompañe, porque a menos que se trate de un pez y un pájaro, siempre es posible llegar a encontrar un terreno en común en nuestros gustos. Podemos acomodar nuestras condiciones, pero no es posible «fabricar» lo incondicional; el encuentro de almas sucede o no sucede.

No es posible establecer proporciones de uno y otro encuentro. Varía de pareja en pareja y, de hecho, es normal que cambien con el tiempo. Por ejemplo, la primera etapa, la del noviazgo, es un terreno propicio para que se desarrolle el encuentro incondicional, pero después, al casarnos y construir un proyecto, formamos un hogar, tenemos hijos, y hacemos planes para el futuro personal y profesional, individual y compartido. Es entonces cuando crecen los aspectos más condicionados del amor: disfrutamos de la sensación de estar remando juntos en el mismo barco y en igual dirección.

Muchas parejas caen en el error de descuidar en estas etapas el cultivo del amor incondicional que habita en cada uno, olvidando los tan importantes espacios donde se disfruta de «hacer nada juntos», especialmente una vez establecidos y conviviendo, cuando el proyecto en el mundo externo no necesita tanto de nuestra atención. 

No es casual que aparezcan muchísimas crisis de pareja, como la mayoría de los pacientes denuncian: «Justo cuando lo teníamos todo y podíamos empezar a disfrutarlo». Durante estas crisis todo parece bonito y ordenado, pero si no hay encuentro de almas la vida en pareja se puede volver un gran vacío y la rutina terminará abarcándolo todo.

Del libro:
SEGUIR SIN TI
Silvia Salinas y Jorge Bucay

sábado, 26 de octubre de 2013

ATENCIÓN



Podríamos decir que la palabra atención señala el hecho de ser uno con nuestra experiencia, de no estar disociados, de estar allí mismo cuando nuestra mano toca la manilla de la puerta, cuando suena el teléfono o surgen todo tipo de sentimientos. La palabra atención describe el hecho de estar donde estamos. Ye tang che, sin embargo, no se digiere tan fácilmente. Expresa la renuncia esencial del camino espiritual.

Pensar que finalmente podemos tenerlo todo en orden no es realista. Buscar una seguridad duradera es fútil.

Deshacer nuestros patrones habituales, tan antiguos y arraigados, requiere poner del revés a algunas de nuestras suposiciones más básicas. Creer en un yo sólido y separado que busca continuamente el placer y
evita el dolor, pensar que alguien «ahí fuera» tiene la culpa de nuestro dolor...uno tiene que hartarse completamente de esta manera de pensar. Uno tiene que renunciar a la esperanza de que esta forma de pensar le aportará satisfacción. El sufrimiento empieza a disolverse cuando cuestionamos la creencia o la esperanza de que hay algún lugar donde ocultarse.

Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron

TE MUERDE PORQUE ESTÁ HERIDO


Un perrito es atropellado por un coche. Dos amigos pasan caminando y presencian el accidente. Uno de los dos se acerca a levantar al animal para llevarlo a un veterinario.

Cuando intenta sujetarlo, el perrito le muerde.

El hombre lo suelta y se queja a su amigo:

—Perro desagradecido, lo quiero ayudar y me muerde…

El amigo contesta:

—No te enojes. No te muerde por falta de gratitud, te muerde porque está herido.

Del libro:
SEGUIR SIN TI
Silvia Salinas y Jorge Bucay

viernes, 25 de octubre de 2013

EL PAPEL ARRUGADO


Contaba un predicador que, cuando era niño, su carácter impulsivo lo hacía estallar en cólera a la menor provocación. Luego de que sucedía, casi siempre se sentía avergonzado y batallaba por pedir excusas a quien había ofendido. 

Un día su maestro, que lo vio dando justificaciones después de una explosión de ira a uno de sus compañeros de clase, lo llevó al salón, le entregó una hoja de papel lisa y le dijo: 

—¡Arrúgalo! El muchacho, no sin cierta sorpresa, obedeció e hizo con el papel una bolita. 
—Ahora —volvió a decirle el maestro— déjalo como estaba antes. 

Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba, el papel siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas. Entonces el maestro remató diciendo:

—El corazón de las personas es como ese papel. La huella que dejas con tu ofensa será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues. 

Así aprendió a ser más comprensivo y más paciente, recordando, cuando está a punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado. 

¿Recuerdas que alguien dijo una vez: «habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio»? 

Muchas personas se jactan de ser francas, y que dicen las cosas con independencia del sentimiento de los demás. ¿No son ellas fabricantes de papeles arrugados por dondequiera que pasan?

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal

DESEOS Y POSIBILIDADES



DERRIBANDO PUENTES


Siempre es bueno derribar puentes con el pasado. Entonces uno se mantiene vivo, inocente y jamás pierde la infancia. Muchas veces es necesario derribar todos los puentes, estar limpio y empezar otra vez de cero.

Siempre que empiezas algo, vuelves a ser un niño. En cuanto comienzas a pensar que has llegado, es otra vez el momento de derribar puentes, porque eso significa que empieza a asentarse la muerte. Te conviertes en un ente, en un producto en el mercado. Y todo el que quiera ser creativo ha de morir cada día respecto del pasado, de hecho cada momento, porque la creatividad significa un renacimiento continuo. Si no renaces, sea lo que fuere lo que crees, representará una repetición. Si renaces, solo entonces podrá salir algo nuevo de ti.

Sucede que incluso los grandes artistas, poetas y pintores llegan a un punto en el que no dejan de repetirse una y otra vez. En ocasiones ha sucedido que su primera obra es la más grande. Jalil Gibrán escribió
"El profeta" cuando solo tenía veinte o veintiún años, y esa también fue su última obra. Después escribió muchos libros, pero ninguno alcanzó esa cumbre. De un modo sutil, no deja de repetir "El profeta". 

De modo que un artista, un pintor o un poeta, músico o bailarín, uno que ha creado algo nuevo cada día, posee una tremenda necesidad de olvidar completamente los ayeres, que no quede ni un recuerdo de ellos. La pizarra está limpia y de lo nuevo nace la creatividad.

Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 191

ESCLAVITUD PRESENTE Y PASADO

La gran diferencia es que en el presente tu eliges ser el esclavo.

NIÑOS CAPITALISTAS


jueves, 24 de octubre de 2013

ANHELAR LO POSIBLE


Cuando deseas lo posible, lo imposible también puede suceder Cuando deseas lo imposible, hasta lo posible se vuelve difícil.

Hay dos tipos de personas, las de energía baja y las de energía alta. No hay nada bueno en tener energía alta ni nada malo en tenerla baja. Así es como existen dos tipos. 

Las personas de baja energía se mueven muy despacio. Su crecimiento no es sobresaltado, no dan saltos. No explotan. Simplemente crecen como lo hacen los árboles. Requieren más tiempo, pero su crecimiento está más asentado, es más seguro, y retroceder es muy difícil. En cuanto han alcanzado un punto, no es fácil que lo pierdan. Las personas de alta energía se mueven deprisa. Dan saltos. Con ellos, el trabajo es muy rápido. Eso está bien, pero hay un problema:
sea lo que fuere lo que consigan, pueden perderlo con igual facilidad. Retroceden con suma facilidad porque han sido saltos, no desarrollo. Este necesita madurar lentamente, necesita tiempo. 

Las personas de baja energía saldrán derrotadas en una competición mundana. Siempre se rezagarán. Por eso han sido criticadas. Hay tanta competencia en el mundo. Se apartarán de la carrera de ratas que es nuestra sociedad; no serán capaces de permanecer en ella. Serán expulsadas, las echarán. 

Pero en lo referente al crecimiento espiritual, pueden crecer con una mayor profundidad que las personas de alta energía, porque son capaces de esperar y ser pacientes. No tienen demasiada prisa. No quieren nada al instante. Sus expectativas jamás van dirigidas hacia lo imposible. Solo anhelan lo posible.

Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 190

LA AUTORIDAD MORAL


Esta es una historia real, sucedida en una empresa, que conviene enseñar a otros. 

En el yacimiento de una de las empresas cementeras más importantes del país, los vehículos solo se podían surtir de gasolina entre la 1:00 y la 1:30 p.m., es decir, durante treinta minutos, debido a las reglamentaciones de la Superintendencia de la mina. Un empleado tenía la orden del jefe de almacén de sólo proveer el producto en esa hora y durante ese lapso de tiempo. Ese mismo empleado debía realizar otras tareas después de cumplir el oficio de proveedor de combustible. 

Todos los ingenieros, sin excepción, debían llenar el tanque a esa hora, o se quedaban sin gasolina. No obstante, algunos usuarios estaban tan ocupados que más de una vez pedían gasolina a otra hora. El jefe del almacén se había quejado de la falta de orden, pero también había sido acusado de ser muy condescendiente con sus amigos. 

Como en numerosas ocasiones el empleado hacía mal el trabajo siguiente, por el hecho de tener que dispensar gasolina a deshoras, el Superintendente de la mina les exigió a los usuarios y al almacén regirse por la norma existente y envió un estricto memorando. Unos días después, luego de surtir de gasolina el jefe del almacén regresaba caminando del tanque cuando fue recogido por el Superintendente, quien estaba urgido de combustible. El jefe del almacén no se negó a proveerlo del producto. 

Entonces el Superintendente y el jefe del almacén tienen la siguiente conversación: 
—¿Y como va el almacén? 
—Todo muy bien, doctor. 
—¿La gente está cumpliendo con las normas? 
—Ah, sí, todo está bien. 
—¿O sea que el memo que mandé ha funcionado? 
—Pues sí... 
—dice el jefe del almacén sin mucho ánimo.
—¿Cómo así? ¿Todavía hay gente que está incumpliendo? —pregunta ofuscado el Superintendente. 
—No, doctor, de pronto uno que otro se atrasa, pero eso no es un problema. —¿¡Cómo que no es un problema!? 
—dice el Superintendente y reclama: 
— Así no vamos a llegar nunca a cumplir con el proceso de certificación de calidad. Usted es el que tiene que ayudarle a la compañía a ser mejor... 
—Pues sí, doctor.... 
—¡No, no lo acepto! ¡Mándeme ya la lista de quiénes son los incumplidos! ¡Pero hoy mismo! ¡La espero hoy! 
—No, doctor, la lista es de uno solo. Eso no vale la pena... 
—¿Que qué? Mándemela de todos modos. O mejor, ¡dígame ya quién es el que está in-cumpliendo el memorando! ¿Quién es? El otro, ruborizado y sin mirar la cara del Superintendente, responde: 
—¡Usted, doctor Escobar! 

Jefes que envían requerimientos intransigentes a su secretaria por llegar tarde, pero ellos cometen faltas peores... ¿No es la autoridad moral un verdadero requisito del líder? ¿Cuántos jefes creen que su papel solamente consiste en mandar pero no cumplir? ¿Cuál es el valor del ejemplo ?

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal