miércoles, 30 de abril de 2014
EL VERDADERO TESORO
Jenny, la niña alegre y de dorados rizos estaba a punto de cumplir cinco años. Mientras esperaba a que su madre pagara en la caja del supermercado descubrió un collar de perlas blancas y relucientes en una caja rosada de metal y le rogó:
—¡Mamá! ¿Me las compras? ¡Por favor...!
Rápidamente la madre echó un vistazo al reverso de la cajita. Luego, miró a la nena que le imploraba con sus ojitos azules y la cabeza vuelta hacia arriba y le dijo:
—Cuatro mil quinientos pesos. Son casi cinco mil pesos... Si quieres el collar, tendrás que ayudar más en casa. Así ahorrarás suficiente dinero para comprarlo. Tu cumpleaños será en una semana y puede que tu abuela te dé un billete de dos mil pesos.
Tan pronto como la niña llegó a casa, vació su alcancía y contó las monedas: cuatrocientos setenta pesos. Después de la cena ayudó más de lo habitual. Luego fue a ver a su vecina, la señora Rodríguez, y se ofreció a arrancarle las malas hierbas del jardín por doscientos pesos.
Y el día de su cumpleaños la abuela le dio dos mil pesos. Por fin tenía suficiente dinero para comprar el collar. A Jenny le encantaban las perlas. Se sentía elegante y como una niña grande. Se las ponía para ir a todas partes: a la iglesia, al jardín de infancia... No se desprendía de ellas ni para dormir. Sólo se las quitaba para nadar o para darse un baño de burbujas porque su madre le dijo que si se mojaba el collar se pelarían las perlas.
El papá de Jenny era muy cariñoso. Cada noche, cuando ella tenía que irse a la cama él dejaba lo que estuviera haciendo y subía al cuarto de ella a leerle un cuento. Una noche, al terminar de leerle, le preguntó:
—¿Me quieres?
—Claro, papá. Tú sabes que te quiero. —Entonces, dame las perlas.
—Ay, papá. Las perlas, no. Pero te puedo dar a la Princesa, la yegua blanca de mi colección de caballitos. La que tiene la cola de color rosa. ¿Te acuerdas, papá? La que me regalaste. Es mi favorita.
—Está bien, mi cielo. Papá te quiere. Buenas noches. —Tras decir estas palabras, el papá se despidió dándole un breve beso en la mejilla. Pasó cerca de una semana. Después de contarle un cuento, el papá de Jenny volvió a preguntarle:
—¿Me quieres?
—Sí, papá. Tú sabes que te quiero.
—Entonces, dame las perlas.
—Ay, papá. Las perlas, no. Pero te puedo dar mi muñeca, la nueva, la que me regalaron en mi cumpleaños. Es preciosa, y también te daré la frazada amarilla que hace juego con su camita. —Está bien. Que sueñes con los angelitos. Papá te quiere. Y, como siempre, le dio un tierno beso en la mejilla.
Unas cuantas noches más tarde, el papá, al llegar a casa, vio a Jenny sentada en la cama con las piernas cruzadas, al estilo indio. Al acercarse, notó que le temblaba el mentón y una lágrima silenciosa le rodaba por la mejilla.
—¿Qué te pasa, hija, qué tienes?
Jenny no dijo nada, pero levantó su diminuta mano en dirección a su padre. Cuando la abrió, allí estaba el pequeño collar de perlas. Le temblaron un poco los labios mientras, por fin, decía:
—Toma, papá. Te lo doy.
El amable papá, con los ojos llenos de lágrimas, alargó una mano para tomar el collar de baratija, se metió la otra en el bolsillo y, extrayendo un estuche de terciopelo azul que contenía un collar de perlas auténticas, se lo entregó a Jenny.
Lo tenía desde el principio. Sólo esperaba a que ella le entregara el de bisutería para cambiárselo por uno verdadero.
¿Van siempre juntos el amor y la confianza?
Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal
martes, 29 de abril de 2014
LA GENTE TIENE QUE SABER DE ALGO ESPANTOSO QUE HACEMOS
Hasta que mi espantosa historia se cuente,
mi corazón sigue ardiendo.
Samuel Taylor Coleridge
30 COSAS QUE DEBES DEJAR DE HACERTE A TI MISMO
Hay momentos en la vida en que sabemos que queremos cambiar, ir a algún lado, hacer algo importante… Pero no sabemos cómo. Pues traigo buenas noticias:traemos para ti las treinta cosas que debes dejar de hacerte a ti mismo para poder lograr esas grandes cosas para las que estás destinado. No es una lista de cosas por hacer, son cosas que todos debemos dejar de hacer. Necesitamos dejar espacio a las nuevas y mejores cosas de la vida.
La vida es muy corta como para gastarla junto a personas que succionan tu energía y felicidad. Si alguien te quiere en su vida, harán espacio para ti, no deberías pelear por un lugar. Nunca jamás insistas con alguien que te pasa por alto. Recuerda que los verdaderos amigos no son necesariamente aquellos que se quedan contigo en los buenos tiempos, sino los que permanecen en las peores situaciones.
2. Deja de huir de tus problemas.
¡Enfréntalos! No será fácil, nadie es capaz de salir ileso de todos los problemas. No siempre se puede salir instantáneamente de un problema cuando se presenta, no estamos hechos para eso. De hecho, lo normal es que sintamos tristeza, enojo, dolor, incertidumbre, derrota. Este es el propósito de la vida: Enfrentar los problemas, aprender de ellos, adaptarse y, finalmente, resolverlos con el paso del tiempo. Es lo que nos convierte y moldea a lo largo de la vida.
3. Deja de mentirte.
Puedes mentirle a cualquiera en el mundo, pero no puedes mentirte a ti mismo. Nuestra vida mejorará sólo cuando aprovechemos las oportunidades y la primera y más difícil es ser realmente honestos con nosotros mismos.
4. No dejes tus propias necesidades para lo último.
La cosa más terrible es perderse a sí mismo mientras amas a alguien más, olvidándose de lo especial que es uno mismo. Esto no significa que dejes de ayudar a otros, sino que debes ayudarte a ti mismo también. Si existe un momento para seguir tu pasión y hacer algo que te importa, ¡Ese momento es justo ahora!
5. Deja de intentar ser alguien que no eres.
Uno de los grandes retos de la vida es ser uno mismo en un mundo que quiere que todos sean iguales. Siempre habrá alguien más listo, más guapo, más joven o más viejo, pero NUNCA serán TÚ. Jamás cambies para agradar a las personas; sé tú mismo y las personas correctas te amarán por ello.
6. Deja de aferrarte al pasado.
No puedes comenzar un nuevo capítulo en la vida si sigues leyendo y releyendo el anterior.
7. Deja de tenerle miedo a los errores.
Hacer algo y equivocarse es, al menos, diez veces más productivo que no hacer nada. Cada éxito trae una historia de fracasos detrás y cada error es un paso más cerca de la victoria. Uno termina arrepintiéndose de las cosas que no hizo más que de las cosas que hizo.
8. Deja de culparte por errores pasados.
Quizá amamos a la persona equivocada y lloramos por errores cometidos, pero no importa cuántas cosas hemos hecho mal, algo es seguro: los errores nos ayudan a encontrar a la persona y a las cosas correctas para nosotros. Todos cometemos errores, tenemos problemas e incluso nos arrepentimos de cosas de nuestro pasado. Pero tú no eres tus errores, no eres tus problemas y estás aquí y AHORA con el poder de moldear tus días y tu futuro. Cada cosa que te ha pasado en la vida te está preparando para algo que aún está por venir.
9. Deja de intentar comprar la felicidad.
Muchas de las cosas que deseamos son caras. Pero la verdad es que las cosas que en verdad nos satisfacen son totalmente gratis: el amor, las carcajadas y trabajar en nuestras pasiones.
10. Deja de buscar la felicidad exclusivamente en otros.
Si no eres feliz con quien eres por dentro, no serás feliz en una relación de largo plazo con cualquier otra persona. Primero tienes que crear estabilidad en tu propia vida, antes de que puedas compartir la vida con alguien más.
11. Deja de ser pasivo.
No pienses demasiado las cosas o crearás un problema que ni siquiera estaba ahí en primer lugar. Evalúa las situaciones y toma acciones decisivas. No puedes cambiar cuando te rehúsas a confrontar las cosas, el progreso implica riesgo, ¡Punto! No puedes llegar a segunda base si tienes un pie en la primera.
12. Deja de creer que no estás listo.
Nadie se siente 100% preparado cuando una oportunidad se presenta. Es porque las oportunidades en la vida nos empujan fuera de nuestras zonas de confort, lo que significa que nunca nos sentiremos completamente cómodos en un principio.
13. Deja de envolverte en relaciones por las razones equivocadas.
Las relaciones deben ser escogidas sabiamente. “Mejor sola que mal acompañada”, decía mi abuelita. No hay necesidad de apresurarse, si algo debe ser lo será a su debido tiempo, con la persona adecuada y el momento debido. Enamórate cuando estés listo, no cuando te sientas solo.
14. Deja de evitar nuevas relaciones sólo porque las pasadas no funcionaron.
En tu vida te darás cuenta de que hay un propósito para cada persona que conozcas. Algunas personas te pondrán a prueba, otras te enseñarán grandes lecciones, pero lo más importante es que algunas sacarán lo mejor de ti.
15. Deja de competir contra todos.
No te preocupes si a otros les va mejor que a ti, concéntrate en romper tus propios récords cada día. El éxito es una batalla entre tú y tú mismo, sólo eso.
16. Deja de lado los celos.
Los celos son el arte de contar las bendiciones ajenas en vez de las propias. Pregúntate esto: “¿Qué es lo que tengo yo que todos los demás quieren?”
17. Deja de quejarte y de sentir pena de ti mismo.
La vida tiene sus altibajos por una razón: para moldear tu camino en la dirección correcta para ti. Puede que no veas o entiendas todo en el momento en que sucede, eso puede ser muy duro. Pero recuerda los momentos difíciles que ya has pasado: Casi siempre nos llevan a mejores lugares, personas, estados mentales o situaciones, eventualmente. ¡Así que sonríe! Deja que todos sepan que hoy eres mucho más fuerte que ayer, y así continuarás.
18. Deja de guardar resentimiento.
No vivas tu vida con odio en el corazón. Terminarás lastimándote a ti mismo más de lo que las personas que odias podrían. El perdón no es sólo decir: “Está bien lo que me hiciste”, es poder decir: “No voy a dejar que lo que me hiciste arruine mi felicidad para siempre”. El perdón es la respuesta, déjalo ir, encuentra la paz, ¡Libérate! Y recuerda, el perdón no es sólo para las demás personas, también es para ti mismo. Si debes, perdónate a ti mismo, supéralo e intenta hacerlo mejor la siguiente ocasión.
19. Deja de permitir que otros te bajen a su nivel.
Niégate rotundamente a rebajar tus estándares para adaptarte a quienes se niegan a elevar los suyos.
20. Deja de desperdiciar el tiempo explicando tus razones a los demás.
Tus amigos no lo necesitan y tus enemigos ni siquiera lo creerán. Sólo haz lo que tu corazón te dice que es correcto.
21. Deja de hacer las mismas cosas una y otra vez sin tomarte un descanso.
El tiempo perfecto para tomarte una pausa es justo cuando no tienes tiempo para ello. Si continúas haciendo lo mismo, seguirás obteniendo los mismos resultados. Hay veces que necesitamos un descanso para ver las cosas más claramente.
22. Deja de pasar por alto la belleza de los pequeños momentos.
Disfruta de las cosas pequeñas porque un día mirarás atrás y descubrirás que eran, en realidad, las cosas más grandes. La mejor parte de tu vida serán las cosas pequeñas, momentos innumerables que invertiste sonriendo a quien te interesa de verdad.
23. Deja de intentar que las cosas sean perfectas.
El mundo real no recompensa a los perfeccionistas, recompensa a las personas que hacen las cosas en tiempo y forma.
24. Deja de seguir el camino más fácil.
La vida no es fácil, especialmente cuando planeas realizarte en algo que vale la pena. No tomes la alternativa más fácil siempre, haz cosas extraordinarias.
25. Deja de actuar como si todo estuviera bien cuando no lo está.
Está bien quebrarse de vez en cuando, no tienes que pretender ser fuerte, no hay necesidad de probarle a nadie que todo está perfectamente todo el tiempo. No debería preocuparte lo que los demás piensan. Llora si lo necesitas, es saludable dejar fluir esas lágrimas. Cuanto más pronto lo hagas, más pronto serás capaz de sonreír de nuevo, sonreír de verdad.
26. Deja de culpar a los demás de tus problemas.
La capacidad de alcanzar tus sueños depende de tu capacidad de hacerte responsable de tu vida. Cuando culpas a los demás de lo que te pasa, estás rechazando esta responsabilidad: Le das poder a otros sobre una parte de tu vida.
27. Deja de hacerlo todo por todos.
Eso es imposible, y solamente terminarás exhausto. Pero hacer sonreír a una persona, a esa persona especial sí puede cambiar el mundo. Quizá no el mundo entero, pero sí una parte de él: enfocarse es el secreto.
28. Deja de preocuparte demasiado.
Preocuparse no le quita problemas al día de mañana, le quita felicidad al día de hoy. Una manera de saber si vale la pena preocuparse es plantearse la siguiente pregunta: “¿Importará esto dentro de un año? ¿Tres años? ¿Dentro de cinco años?” Si la respuesta es negativa, entonces no vale la pena darle más vueltas al asunto.
29. Deja de enfocarte en lo que no quieres que suceda.
Mejor, enfócate en lo que sí quieres que pase. Pensar positivo es el preámbulo al éxito rotundo. Si despiertas cada mañana con el pensamiento de que algo maravilloso sucederá ese día y pones suficiente atención, descubrirás que estabas en lo correcto.
30. Deja de ser ingrato.
No importa lo bien o lo mal que te ha ido, levántate de la cama agradecido por tener vida. Hay quienes, en algún lugar, luchan por ella desesperadamente. En lugar de pensar en lo que te hace falta, intenta pensar en lo que tienes y que a muchos les hace falta.
Imágenes y textos tomados de la pagina:
upsocl.com
lunes, 28 de abril de 2014
NO TIENES POR QUÉ CONTARLE TODO A TU PAREJA
Algunas sugerencias para trabajar el desapego y nivelar el poder afectivo en la pareja.
3. NO TIENES POR QUÉ CONTARLE TODO A TU PAREJA
La verborragia amorosa genera confusión, porque, de tanto hablar, en algún momento diremos algo que no debemos y que se hace incomprensible para el otro. La comunicación compulsiva no es una virtud. Una paciente, en un ataque de sinceridad desproporcionado, le confesó a su esposo que sentía cierta atracción por el esposo de su hermana, pero que sólo era atracción y nada más. Eso fue como clavarse un cuchillo. Convirtió un pecado venial (imaginativo, juguetón, inofensivo), en uno mortal, ya que a partir de ese momento el marido cortó relaciones de por vida con su concuñado, al considerarlo altamente amenazante para la estabilidad familiar. ¿Por qué se lo dijo? Unos días antes había estado en una conferencia donde un psicólogo afirmó que una buena vida de pareja no admitía secretos, y ella lo asumió al pie de la letra. Mi opinión es que sí los hay, y muchos. En una relación afectiva inteligente, ambos saben que hay ciertos «archivos sumariales», pequeños o grandes, que no deben abrirse sin la autorización del acusado.
Cuando se trata de información individualizada, es mejor manejar cierto recato y no soltarle al otro todo lo que pensamos y sentimos a quemarropa. No hablo de infidelidad ni de traición, sino de opiniones, gustos o pequeñas fantasías que no son para compartir, que son propias e intransferibles. Hace algunos años, una de mis tías le contó a su esposo que ella vivía «enamorada» de un actor de aquella época llamado Hugo Tognazzi. Mi tío entró en pánico y comenzó a tener pesadillas con el hombre.
¿Cómo competir con semejante adversario? Mi tía lo tranquilizó con el siguiente argumento: «Enamorada, lo que se dice enamorada, no... Es como inquietud...». A saber cómo procesó esta información mi tío, pero el hecho es que la cuestión se zanjó rápidamente y todo volvió a la normalidad. Sin embargo, cuando el tema salía de vez en cuando en alguna conversación, yo percibía en ella cierta picardía que me hacía pensar que continuaba imaginariamente con su «lío» cinematográfico.
Amar no requiere dejar al descubierto cada elemento de tu personalidad, ni que tu mente funcione en conexión directa con la de tu pareja. Repito: hay cosas que son únicamente tuyas, que te pertenecen por derecho propio y forman parte de tu ser, como tus huesos y tu piel. No te sientas culpable de no contarlo todo, eso mantiene viva tu identidad, tus creencias, tus sueños, tus metas, tus dudas... tus... Anota esta premisa y tenla a mano, te mantendrá alerta: Ser uno con la persona que amas es dejar de ser tú.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
domingo, 27 de abril de 2014
ME RINDO (HISTORIA ANTIGUA DEL HIMALAYA)
Un hombre estaba muy interesado en conocerse a sí mismo, en iluminarse. Toda su vida había buscado un maestro que le enseñara la meditación. Había ido de maestro en maestro, pero no sucedía nada.
Pasaron los años, y estaba ya cansado, exhausto. Entonces alguien le dijo:
—Si de verdad quieres encontrar a un maestro, tendrás que ir al Himalaya. Allí vive uno, en una parte incógnita; tendrás que buscarle. Una cosa es cierta, el maestro se encuentra allí. Nadie sabe exactamente dónde, porque cuando alguien llega a dar con su paradero, él se adentra todavía más en las cordilleras del Himalaya.
El hombre se estaba haciendo viejo, pero hizo acopio de valor. Durante dos años trabajó para ganar el dinero del viaje y se puso en camino. Así que tuvo que viajar en camellos, en caballos y después seguir a pie hasta alcanzar el Himalaya. La gente le decía:
—Sí, conocemos al anciano, es muy viejo; uno no puede saber qué edad tiene, quizá trescientos años, o incluso quinientos años, nadie lo sabe. Vive por aquí, pero el sitio exacto no lo sabemos. Nadie sabe exactamente por dónde para, pero anda por aquí. Si buscas con empeño le encontrarás.
El hombre buscó y buscó y buscó. Durante dos años estuvo vagando por el Himalaya. Estaba cansado, exhausto, absolutamente exhausto; viviendo sólo de frutos salvajes, hojas y hierbas. Había perdido mucho peso. Pero estaba determinado a encontrar a ese hombre. Merecía la pena, aunque le costara la vida.
Un día vio una pequeña cabaña, una cabaña de paja. No tenía puerta. Miró dentro, pero allí no había nadie. Y no sólo no había nadie, sino que todo indicaba que durante años no había habido nadie. Puedes hacerte una idea de lo que le pasó a aquel hombre; cayó al suelo. De puro cansancio dijo:
—¡Me rindo!
Se encontraba allí, tumbado bajo el sol, con la fresca brisa del Himalaya. Y por primera vez, empezó a sentirse tan feliz. Nunca había sentido tal dicha. De repente se sintió lleno de luz. De repente todos los pensamientos desaparecieron, de repente se transportó; y sin razón alguna, porque no había hecho nada. Y entonces se dio cuenta de que alguien se inclinaba hacia él.
Abrió los ojos. Allí estaba; un hombre muy anciano. Éste, sonriendo, dijo:
—Así que has venido. ¿Tienes algo que preguntarme?
Y el hombre contestó:
—No.
Y el anciano se rió, dio grandes carcajadas que resonaron en el eco de los valles.
—¿Sabes ahora qué es la meditación?
Y el hombre dijo:
—Sí.
¿Qué había sucedido?
Aquella exclamación que salió del núcleo más interno de su ser: «¡Me rindo!» En ese rendirse, todos los esfuerzos mentales orientados a una meta desaparecieron, todas las tentativas desaparecieron. Y la dicha se vertió sobre él. Se quedó en silencio, ya no era nadie, y tocó el último estrato del no-ser. Entonces supo lo que era la meditación.
La meditación es un estado mental sin metas.
El ego está orientado hacia los resultados, la mente siempre ansia resultados. La mente nunca está interesada en el acto en sí mismo, su interés es en el resultado. «¿Qué es lo que voy a ganar con ello?»
El ser no está orientado hacia los resultados.
La meditación les sucede sólo a aquellos que no están orientados hacia los resultados.
Cuando te rindes a tu ser, entonces no hay necesidad de ir a ninguna parte, Dios vendrá a ti.
Exclama desde muy dentro: «Me rindo.» Y el silencio descenderá, la bendición te rociará.
Osho
sábado, 26 de abril de 2014
ENSAYA LA SOLEDAD
Algunas sugerencias para trabajar el desapego y nivelar el poder afectivo en la pareja.
2. ENSAYA LA SOLEDAD
Un paciente me dijo una vez: «¿Para qué voy a ir al cine, si ella no está?», y el cine le encantaba. También recuerdo una mujer que, cada vez que su marido viajaba, descuidaba su arreglo personal al máximo (en realidad ni se bañaba) y se encerraba a ver la tele todo el día. No estaba deprimida, era víctima de un pensamiento dependiente: «¿Para qué, si él no está?». Absurdo, como cualquier patología: para qué vestirme, para qué cuidarme, para qué conectarme con la gente... En fin, para qué vivir, si el hombre o la mujer (mi hombre o mi mujer) no está presente. Los que son más o menos independientes saben que cuidarse, estar limpio y bien vestido es para agradarse a uno mismo. ¿Narcisismo? No. Más bien autoexhibicionismo: sentirse atractivo sin acuerdos ni consensos externos, ser espectador de uno mismo. Cuando estamos en pareja, nos acostumbramos a hacer la mayoría de las cosas a la par, algo que penetra en nuestro repertorio conductual hasta que se transforma en hábito, y si el otro no está presente, nos sentimos extraños y desubicados.
La soledad afectiva no tiene por qué ser una tortura. Hay que aprender a jugar y estar con ella. La soledad no se define por sustracción (estar «sin ella» o «sin él»), sino por una multiplicación del «yo» que se recrea en el autodescubrimiento. Y no estoy hablando de los retiros espirituales o irse a la cima de una montaña desierta (si bien no niego que a veces pueda ser útil hacerlo); lo que sugiero es apropiarse de la soledad, tocarla, ensayarla y meterse de lleno en ella, perderle el miedo y convertirla en una experiencia alegre y fructífera. La soledad inteligente no es desolación o aislamiento, es una elección razonada donde los demás siguen disponibles para el encuentro: tu pareja no es un lazarillo.
Invítate a ti mismo a salir y conversa de «tú a tú» o de «yo a yo». Tu mente te extraña. Y aunque hagas todo lo posible para justificar la presencia de la persona que amas en cada instante de tu vida, tendrás que reconocer, aunque sea a regañadientes, que la pareja a veces sobra y molesta a pesar de que la ames. Hay momentos que son exclusivamente tuyos y que no están diseñados ni pensados para nadie más. ¡Utilízalos y sácales provecho!
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
viernes, 25 de abril de 2014
PIES
Siente más y más en los pies.
A veces simplemente yérguete sobre la tierra y siente su frescura, su suavidad, su calor. Siente aquello que la tierra esté preparada para darte en ese momento y deja que fluya a través de ti. Y permite que tu energía fluya hacia la tierra. Permanece conectado con ella.
Como mucho, la gente respira hasta el ombligo, pero no más allá, de manera que la mitad del cuerpo está casi paralizado, y, debido a ello, lo mismo le sucede a la mitad de la vida. Entonces muchas cosas se vuelven imposibles, porque el tronco inferior del cuerpo es como una raíz. Las piernas son las raíces que te conectan con la tierra. De modo que las personas cuelgan como fantasmas, desconectadas de la tierra. Uno ha de regresar a los pies.
Lao Tse solía decirle a sus discípulos: «A menos que empiecen a respirar desde la planta de los pies, no son mis discípulos». Respirar desde la planta de los pies... y tiene toda la razón. Cuanto más ahondes, más profunda será tu respiración. Es casi cierto que el límite de tu ser es el limite de tu respiración. Cuando el límite se incrementa y llega hasta tus pies, a la respiración le sucede lo mismo -no en un sentido fisiológico, sino psicológico-, y entonces habrás reclamado la totalidad de tu cuerpo. Por primera vez estas entero, de una pieza, junto.
Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 232
Osho
Día 232
jueves, 24 de abril de 2014
EL MEJOR DÍA DE MI VIDA...
Una de mucho animo para los que andan bajos de pila...Un abrazo....Saludos...
«CARIÑO, SÉ QUE ESTÁS AHÍ Y SOY MUY FELIZ»
Si eres consciente puedes reconocer aquello que está ahí en el momento presente, incluyendo a la persona a la que amas. Si puedes decir a la persona amada: «Cariño, sé que estás ahí, y soy muy feliz», eso demuestra que eres una persona libre.
Demuestra que eres consciente, que tienes la capacidad de valorar, de apreciar lo que está ocurriendo en el momento presente. Lo que está ocurriendo en el momento presente es la vida misma. Tú sigues estando vivo y la persona a la que amas también está ahí, viva, frente a ti.
Es muy importante que cultives en ti una plena conciencia.
Abrazas a la otra persona con esa energía. La observas con afecto y dices: «Cariño, es maravilloso que estés aquí y con vida. Me hace realmente feliz».
No sólo tú eres feliz, sino que la otra persona también lo es,
porque la has abrazado con tu plena conciencia. Cuando sabes
estar con ella de ese modo, tenéis muchas menos
probabilidades de enojaros.
Todo el mundo puede hacerlo, y no tienes que practi
carlo durante ocho meses para lograrlo. Sólo necesitas respirar
o caminar de manera consciente durante uno o dos
minutos para volver a estar aquí y ahora, para volver a estar
vivo. Después te acercas a la otra persona, la miras a los ojos,
le sonríes y le dices: «Cariño, es tan maravilloso que estés aquí
y con vida. Me hace muy feliz».
El ser consciente hace que tú y la otra persona seáis felices y
libres. Aunque ella esté atrapada en sus preocupaciones, su ira
y su olvido, con tu plena conciencia puedes salvarla a ella y a ti
mismo. La plena conciencia es la energía del Buda, la energía de
la Iluminación. El Buda está presente siempre que seas
consciente, y os está abrazando a los dos con sus amorosos
brazos.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
miércoles, 23 de abril de 2014
ATAJO
Hay que recordar una cosa sobre la meditación: es un largo viaje y no existe ningún atajo. Cualquiera que diga lo contrario te está engañando.
Es un largo viaje, porque el cambio es muy profundo y se alcanza después de muchas vidas; muchas vidas de hábitos rutinarios, pensamientos, deseos y estructura mental, que tienes que perder mediante la meditación. De hecho, casi es imposible, pero sucede.
Un hombre que se convierte en meditador adquiere la mayor responsabilidad del mundo. No es fácil. No puede ser instantáneo. De manera que desde el principio no esperes demasiado, entonces luego no te podrás frustrar. Siempre serás feliz, porque las cosas se desarrollarán con lentitud.
La meditación no es una flor de temporada que aparece a las seis semanas. Es un árbol muy grande. Necesita tiempo para extender sus raíces.
Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 231
Osho
Día 231
martes, 22 de abril de 2014
¿CÓMO CONVERTIRNOS EN PERSONAS LIBRES?
Un minuto de práctica es un minuto generando la energía de ser consciente. No viene de fuera de ti, sino de dentro. La energía de la plena conciencia es la energía que nos ayuda a estar aquí, a estar plenamente presentes aquí y ahora. Cuando bebes té siendo consciente de ello, tu cuerpo y tu mente están en perfecta unión. Tú eres real, y el té que bebes también se vuelve real. Cuando estás sentado en una cafetería ambientada con una fuerte música de fondo y tienes un montón de proyectos en tu cabeza, no estás realmente bebiendo el café o el té que has pedido, sino tus proyectos y preocupaciones. Tú no eres real, ni el café tampoco. El té o el café que estás tomando sólo pueden revelarse como una realidad cuando vuelves a ti mismo y estás realmente presente, libre del pasado, del futuro y de todas tus preocupaciones.
Cuando tú eres real, el té también se vuelve real, y el encuentro entre tú y el té también lo es. Beber de veras té consiste en eso.
Puedes organizar una meditación del té para que tus amigos tengan la oportunidad de practicar el estar realmente presentes para disfrutar de una taza de té y de la presencia de cada uno.
La meditación del té constituye una práctica. Es una práctica para ayudarnos a ser libres. Si aún estás atado al pasado y éste te persigue, si temes aún el futuro, si te dejas arrastrar por tus proyectos, tu miedo, tu ansiedad y tu ira, no eres una persona libre. No estás plenamente presente aquí y ahora, de modo que no gozas realmente de la vida. Ni tampoco del té, de otra persona, del cielo azul ni de la flor.
Para estar de veras vivo, para sentir la vida profundamente,
debes ser una persona libre. Cultivar el ser consciente puede
ayudarte a ser libre.
La energía de la plena conciencia es la energía de estar
presente, con el cuerpo y la mente unidos. Cuando practicas el
respirar o caminar conscientemente, te liberas del pasado, del
futuro y de tus proyectos, y te vuelves totalmente vivo y
presente de nuevo. La libertad es la condición básica para poder
sentir la vida, para percibir el cielo azul, los árboles, los pájaros,
el té y a la otra persona. Por eso la práctica de ser consciente es
tan importante. Sin embargo, para poder hacerla no necesitas
entrenarte durante muchos meses, sino que una hora de
práctica puede ya ayudarte a ser más consciente.
Ejercítate a beber el té siendo consciente de ello, para ser
una persona libre mientras lo bebes. Ejercítate para ser una
persona libre mientras preparas el desayuno. Cualquier
momento del día te brinda la oportunidad de ejercitarte a ser
consciente y generar esta energía.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
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