martes, 31 de marzo de 2015

PRETENDER SER AMIGO DE QUIEN TE HIERE


Cuatro maneras de idealizar al ser amado y distorsionar la realidad a favor del «amor»

4. PRETENDER SER AMIGO DE QUIEN TE HIERE

Aquí la estrategia es hacer borrón y cuenta nueva, para modificar el vínculo de tal manera que la idealización no se pierda. La clave es conferirle a la pareja el estatus de «amigo» para salvar su magnificencia: «No es un buen marido, pero es un excelente amigo» o «Como esposa es un desastre, pero como amiga es excepcional». Eliminar una idealización y conectarse a otra: cambiar de pedestal, sin afectar la condición del sujeto. La pareja que unos días antes podría haber sido considerada un espanto, ahora es evaluada positivamente. ¿Cómo se entiende esto? ¿Podemos saltar de ser casi enemigos a ser grandes amigos de la noche a la mañana? ¿Puede una persona que te ha amargado la vida durante años transformarse repentinamente y sin rencores en uno de tus mejores compañeros? A los amigos se les respeta y admira, se les quiere y se confía en ellos, y esto requiere una historia previa donde la proximidad va construyéndose en el día a día, alrededor de un número considerable de coincidencias y experiencias vitales. No podemos cambiar el estatus afectivo de una relación como por arte de magia e ignorar el pasado.

Perdonar no es padecer amnesia; es recordar sin dolor, y eso se logra con un trabajo interior serio y sostenido, y no por decreto.

Un paciente me decía: «Ya no somos pareja, pero hemos quedado como amigos...

Al menos mantengo un vínculo con ella y no la pierdo del todo...». ¿Y qué debía hacer el hombre con el amor y el deseo que sentía por ella y le supuraban por los cuatro costados? ¿Ocultarlos, sublimarlos en un nuevo suplicio al estar cerca de ella y no poder ni tocarla? Ser «amigo» de alguien que amas y no te ama es una gran «estupidez amorosa» que sin duda te hará daño. No sobrestimes tus fuerzas: el amor no correspondido duele y perfora la autoestima, no importa el rótulo que le pongas.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso
Fotografía de internet

MUERE AL PASADO A CADA INSTANTE


AUTÉNTICAMENTE TÚ


domingo, 29 de marzo de 2015

DESPIERTE PARA SIEMPRE


Sutra 30: Despierto para siempre.

Todo surge y desaparece. Pero quien despierta, lo hace para siempre.
(Budha).

Tienes 2 maneras de vivir: cayendo o creciendo. Caer es fácil porque te ayuda la gravedad, la sociedad, la multitud, los que te acondicionan. Para caer basta con dejarse estar, dejarse dirigir, ser obediente. Pero crecer es difícil. Para crecer hay que desobedecer, hay que vencer el ego, vencerse a uno mismo, evolucionar. Hay que ser un solitario, un individualista. El ser humano es el único que desarrolló una consciencia; todos la tenemos pero pocos la buscan y encuentran. Si emprendes el camino y logras conocerte y vivir tu propia vida, vivirás para siempre.

Extracto del libro:
Recopilaciones "Cuentos y Fábulas del Buda" 
Sri Deva Fénix
Fotografía de internet

VIVIR SIN REGLAS, SIN PRISA


AFRONTAR EL DOLOR PROFUNDO


sábado, 28 de marzo de 2015

NO PIENSES EN EL DOLOR, SOLO EXPRÉSALO, SIÉNTELO


CUANDO NO HAY ESCAPATORIA, EXISTE UN CAMINO QUE PERMITE ATRAVESAR EL DOLOR; por tanto, no te alejes de él. Afróntalo. Siéntelo plenamente. Siéntelo, ¡no pienses en él! Exprésalo si es necesario, pero no crees un guión mental con el dolor. Pon toda tu atención en lo que sientes, no en la persona, evento o situación que parece causarlo.

No dejes que la mente use el dolor para crearse con él una identidad de víctima. Compadecerte de ti mismo y contar tu historia a los demás te mantendrá atrapado en el sufrimiento.

Como es imposible huir del sentimiento, la única posibilidad de cambio es entrar en él; si no lo haces, no cambiará nada.

Por tanto, concede toda la atención a lo que sientes y evita etiquetarlo mentalmente. Al entrar en el sentimiento, mantente intensamente alerta. Puede que al principio parezca un lugar oscuro y terrorífico, pero cuando sientas el impulso de huir de él, obsérvalo sin hacer nada. Continúa manteniendo la atención en el dolor, sigue sintiendo la pena, el miedo, el pavor, la soledad..., lo que estés sintiendo.

Mantente alerta, sigue estando presente, presente con todo tu ser, con cada célula de tu cuerpo. Al hacerlo, estás llevando una luz a esa oscuridad: ésa es la llama de tu conciencia.

Llegado a esta etapa, no hace falta que te preocupes de la rendición. Ya ha ocurrido. ¿Cómo? Plena atención es plena aceptación, es rendición. Dando a lo que sientes toda tu atención, usas el poder del ahora, que es el poder de tu presencia.

Este poder no permite que sobrevivan resistencias ocultas. La presencia erradica el tiempo, y sin tiempo no pueden sobrevivir el sufrimiento y la negatividad.

LA ACEPTACIÓN DEL SUFRIMIENTO es un viaje hacia la muerte. Afrontar el dolor profundo, dejarlo ser, poner tu atención en él, es entrar en la muerte conscientemente. Cuando hayas muerto esa muerte, te darás cuenta de que no hay muerte y no hay nada que temer. Sólo muere el ego.

Imagina un rayo de sol que ha olvidado que es parte inseparable del Sol y se engaña creyendo que tiene que luchar por sobrevivir, construirse una identidad diferente a la del Sol y aferrarse a ella. ¿No sería la muerte de esa ilusión increíblemente liberadora?

¿QUIERES TENER UNA MUERTE FÁCIL? ¿Prefieres morir sin dolor, sin agonía? Entonces muere al pasado a cada instante, y deja que la luz de tu presencia retire el viejo yo pesado y ligado al tiempo que pensabas que eras «tú».

PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA (extracto)
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart Tolle

VIVIR CON SABIDURÍA


viernes, 27 de marzo de 2015

TÚ ERES TUS HIJOS


En tu condición de padre o madre, has de escuchar a tu hijo o a tu hija; es algo muy importante porque tu hijo forma parte de ti, y tu hija también. Tu hijo es una continuación de ti. La tarea más importante que tienes es restablecer la comunicación entre tú y tu hijo. Si tu corazón no funciona bien, si tu estómago no está sano, no piensas en cortártelos y tirarlos. No puedes decir: «¡Tú no eres mi corazón, porque él no se comportaría así! ¡Tú no eres mi estómago, porque él no se comportaría así! ¡No quiero saber nada de ti!», porque sabes que no sería una conducta inteligente. Quizá sólo digas estas cosas a tu hijo o a tu hija, pero tampoco es inteligente.

Si eres una mujer, cuando concibes un hijo en el útero, consideras que tú y tu bebé constituís una unidad. A veces incluso conversas con él: «No te muevas, amorcito mío. Sé que estás ahí». Se lo dices con amor. Además te fijas en lo que consumes, porque sabes que cualquier cosa que comas o bebas, la estará ingiriendo también tu hijo. Sabes que tus penas y alegrías son las penas y alegrías de tu bebé. Que tú y él sois una misma cosa.

Pero cuando das a luz y a tu hijo le cortan el cordón umbilical, empiezas a olvidar este conocimiento de ser una unidad con él. Y cuando cumple doce o trece años, ya lo has olvidado por completo. Ves a tu hijo como si fuera una entidad separada, tenéis problemas el uno con el otro. Tener un problema con un hijo es como tenerlo con el estómago, el corazón o los riñones. Si crees que es otra persona, una entidad separada, es posible que en alguna ocasión le digas: «¡Vete, no eres hijo mío! ¡No eres hija mía! Un hijo mío no se comportaría así. Una hija mía no se comportaría así». Pero del mismo modo que no puedes decirle eso a tu estómago o a tu corazón, tampoco puedes decírselo a tu hijo ni a tu hija. El Buda afirmó: «No existe un yo separado». Tú y tu hijo, tú y tu hija, sois una continuación de muchas generaciones de antepasados. Formáis parte de un largo río de la vida. Cualquier cosa que tus hijos hagan seguirá afectándote profundamente, igual que cuando estaban en tu seno. Cualquier cosa que tú hagas seguirá afectando a tus hijos profundamente, porque ellos nunca se han separado de ti. Tu felicidad y tu sufrimiento son la felicidad y el sufrimiento de tus hijos, y viceversa. Por eso has de poner el cien por cien de ti en la tarea de restablecer la comunicación entre vosotros.

Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Fotografía de Internet

EL CAMINO A LA PLENITUD


jueves, 26 de marzo de 2015

SUEÑOS, AMOR Y LIBERTAD


DESAMPARO


El mundo es vasto y el hombre está desamparado. Es difícil, muy difícil, pero una vez que aceptas el sufrimiento humano básico te invadirá una calma absoluta. 

Es más fácil aceptar la desdicha propia que la de otro. Incluso resulta posible aceptar el sufrimiento de otro, pero la desdicha de un niño: inocente, desvalido, que sufre sin ninguna causa aparente; no puede replicar, tampoco protestar o defenderse. Parece tan injusto, feo, horrible, que es difícil de aceptar. 

Pero recuerda que no solo el niño está desamparado, sino tú también. En cuanto entiendas tu propio desamparo, la aceptación llegará como una sombra. ¿Qué puedes hacer? También tú estas desamparado. No digo que te vuelvas duro como una piedra. Siéntelo, pero sabe que estas desamparado. El mundo es vasto y el hombre está desamparado. En el mejor de los casos, podemos sentir compasión. Y aunque hagamos algo, no hay certeza de que nuestra acción vaya a ayudar... quizá cause más desdicha. 

De modo que no te digo que pierdas la compasión. Solo pierde la convicción de que el sufrimiento humano está mal. Y despréndete de la idea de que tienes que hacer algo al respecto, porque en cuanto la persona activa entra en juego, el testigo está perdido. La compasión es buena, el desamparo es bueno. Llora, no hay nada de malo en ello. Deja que fluyan las lágrimas, pero hazlo sabiendo que también estas desamparado; por eso lloras. La idea misma de que podemos hacer algún cambio es muy egoísta, y el ego no para de perturbar las cosas. Así que desprendete del ego y simplemente observad.

Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 275
Fotografía tomada de internet

martes, 24 de marzo de 2015

UN PASO MÁS HACIA LA FELICIDAD: EL SANO EGOÍSMO


Carta 14

Un paso más hacia la felicidad: el sano egoísmo

«El egoísmo no consiste en vivir como uno cree que ha de vivir, sino en exigir a los demás que vivan como uno.»

Oscar Wilde

Querido jefe:

Puede sonarte mal lo que te voy a decir (sobre todo si, como creo, te han educado igual que a mí), pero tal como lo pienso te lo digo: en determinados momentos de la vida es bueno ser egoísta. Y voy a serlo.

Mejor dicho, necesito serlo, porque el egoísmo bien entendido es una pieza clave para esa resignificación de mi persona que te comentaba en mi última carta y para la redefinición de mi vida en general (que es de lo que te hablo desde la primera).

En la medida en que uno se va redefiniendo, resignificando y convirtiéndose en persona, lo que hace es redefinir también su posición respecto a los demás. Dicho de otra manera: psicológicamente tu posición se mueve, cambia, se desplaza, se ubica de manera que los demás, para seguir viéndote, deben quizá también moverse y cambiar de perspectiva.

Por lo que en el proceso de convertirte en persona existe la posibilidad de que aquellos con los que te has venido relacionando no te entiendan, no apoyen el cambio, no lo acepten, y que incluso piensen que te has vuelto loco.

Porque para los que creen que el cambio no es posible, que la terapia no sirve, que la vida es y será durá, que uno no puede llegar a definir la dirección de su propia vida, que el mundo siempre ha sido así, que renuncies a la utopía... para ellos es una mala pasada ver que sí es posible. Es un torpedo directo a la línea de flotación de sus creencias fundamentales. Y, claro, es normal que te persigan y te machaquen con el «¡no se puede, pierdes el tiempo, eres un iluso!» o con el (por todos conocido) «me acabarás dando la razón».

Si se da esta situación, recuerda que hay una cosa que ni siquiera Dios puede hacer: gustar a todo el mundo.

Hay un momento de la vida en el que, si te mueves y perseveras en el camino de la autorrealización (de la felicidad, del éxito, de la prosperidad, de la iluminación... como quieras llamarlo), te debe importar muy poco si te entienden o no. Basta con que te entiendas tú. Con eso es suficiente.

El egoísmo se puede definir como la atención y el interés exaltado hacia la propia persona. Porque el sufijo -ismo se aplica a sustantivos que significan, por un lado, sistema, y por otro, fuerte inclinación o preferencia.

Luego ser un egoísta implica quererse, interesarse por uno, preferirse... ¿Y hay algo de malo en eso? ¿Es acaso malo que en determinados momentos de la vida uno sea sanamente egoísta? ¿Es malo empezar a ser egoísta para dejar de vivir con el techo a dos palmos de altura?

Quizás en ese egoísmo, que no tiene nada que ver con la avaricia, la manipulación o la mezquindad, está la clave de la redefinición personal. Porque siendo egoístas dejaremos de pensar en términos de «¿qué dirán?, ¿qué me harán?, ¿me dejarán?, ¿me aceptarán?, ¿les gustaré?, ¿me querrán?».

Sólo cuando uno finalmente se convierte en una persona conscientemente competente y sanamente egoísta toma sentido la frase «amarás a los demás como a ti mismo», porque sólo cuando te consideras, te respetas y te amas de verdad eres capaz de amar a otros de verdad.

Luego el egoísmo es, finalmente, condición indispensable para ser uno mismo o una misma, para mostrarse, para marcar límites a aquellos que se nos suben a cuestas, que nos hacen sentirnos como objetos. Sólo siendo sanamente egoístas podemos redefinir nuestra vida y restar poder a los «impulsores» que nos someten (¿recuerdas?: complace, sé perfecto, esfuérzate, date prisa, sé fuerte, ten cuidado).

¡Qué sano es, en determinados momentos de la vida, ser egoísta! Para tener tiempo y energía suficientes para dar lo mejor de ti a los que quieres, por ejemplo: a tus hijos, a tu pareja, a tus amigos de verdad, a aquellos que en verdad sientes que lo necesitan... Por cierto, como en toda regla, aquí hay una excepción: si hay hijos en escena, no se admite el egoísmo, porque los hijos son el mayor compromiso que el ser humano puede tener.

Y es precisamente por ellos que a menudo merece la pena tener el coraje que supone ser «sanamente egoísta» y redefinir la propia vida. Ello genera beneficios directos como son poder gozar de mayor tiempo en su compañía o asumir su educación con mayor dedicación. Aunque lamentablemente y a menudo los hijos son utilizados como la excusa ideal para frenar o retrasar un cambio de vida. El argumento esgrimido empieza con frases del tipo: «Como tengo que mantenerlos, no puedo jugármela» o la tan repetida «Quiero que no les falte de nada» cuando a menudo, curiosamente, lo que más les falta es la presencia, atención y caricias de sus propios padres. Y así van las cosas... Precisamente si hay algo por lo que merece realmente la pena plantearse seriamente ser egoísta es por el bienestar de nuestros hijos.

En cierta ocasión me dijo un buen amigo, con tremendo sentido común: «Si sigues haciendo lo que estás haciendo, seguirás obteniendo lo que estás obteniendo. Para conseguir algo nuevo o diferente, debes hacer algo nuevo o diferente». Y yo añadiría: «Con sano egoísmo».

Recibe un fuerte abrazo y una invitación a ser sanamente egoísta.

Álex

P. D. Oscar Wilde dijo: «Amarse a uno mismo es el comienzo de un eterno romance».

Y el doctor Claudio Casas lo dejó por escrito en su imprescindible libro La paleta del pintor:

Trabas imaginarias, prejuicios, rigideces e inhibiciones nos privan de nuestra espontaneidad, de nuestra respuesta hábil, de nuestra capacidad de fluir y de ser tal cual somos. De registrar y atender nuestras necesidades... y dejar ser a los demás...

¡Para qué la vamos a hacer sencilla si la podemos complicar! (...)

Así sufrimos, nos apagamos, envejecemos...

Un poco de obviedad, un poco de simpleza, un poco de practicidad pueden orientarnos.

¿Qué tal si cuando no quieres, dices que no; cuando te hace daño, lo dejas; cuando necesitas pedir, lo pides; cuando quieres dar, se lo das; y cuando quieres llorar o gritar, lo dejas salir?

¿Qué tal si cuando quieres comunicarte, te abres? ¡Y cuando estás contento, te ríes!

¿Qué tal si cuando ves al otro, lo aceptas como es, sin rotularlo?

¿Qué tal si te quedas aquí y ahora, lo único real, en donde hay tanto que no requiere ni del pasado ni del futuro?

¿Qué tal si te das a tu esencia y te dejas Ser verdadero?

Sublime...

¡Gracias, Claudio!


VIVIR ES UN ARTE SAGRADO


lunes, 23 de marzo de 2015

LA TRANSFORMACIÓN DEL SUFRIMIENTO EN PAZ


En algunas situaciones extremas puede que te resulte imposible aceptar el ahora. Pero la rendición siempre te ofrece una segunda oportunidad.

TU PRIMERA OPORTUNIDAD CONSISTE EN RENDIRTE cada momento a la realidad de ese momento.

Sabiendo que lo que es no puede deshacerse —porque ya es—, dices sí a lo que es o aceptas lo que no es.

Entonces haces lo que tienes que hacer, lo que la situación requiera.

Si te mantienes en este estado de aceptación, no crearás más negatividad, ni más sufrimiento, ni más infelicidad. Vives en un estado de no-resistencia, en un estado de gracia y ligereza, libre de luchas.

Cuando no eres capaz de hacerlo así, cuando pierdes esta primera oportunidad, bien porque no eres capaz de generar suficiente presencia consciente para impedir que surja algún patrón de resistencia habitual, o bien porque la situación es tan extrema que te resulta absolutamente inaceptable, entonces estarás generando dolor, sufrimiento de algún tipo.

Podría parecer que la situación está creando el sufrimiento, pero en último término no es así: la responsable es tu resistencia.

ÉSTA ES TU SEGUNDA OPORTUNIDAD DE RENDIRTE: si no puedes aceptar lo de fuera, entonces acepta lo 
de dentro. Si no puedes aceptar la situación externa, acepta la situación interna.

Esto significa: no te resistas al dolor. Permítelo. Ríndete al dolor, a la desesperación, al miedo, a la soledad o a 
cualquier forma que adopte el sufrimiento. Obsérvalo sin etiquetarlo mentalmente. Abrázalo.

A continuación observa cómo el milagro de la rendición transmuta el sufrimiento profundo en paz profunda.

Ésta es tu crucifixión. Deja que se convierta también en tu resurrección y ascensión.

Cuando sientas un dolor profundo, toda charla sobre la rendición probablemente te parecerá intrascendente y 
sin sentido. Si sientes un dolor profundo, lo más probable es que te surja un fuerte impulso de escapar de él, no 
de rendirte a él. No quieres sentir lo que sientes. ¿Qué podría ser más normal? Pero no hay escapatoria, no 
hay salida.

Puede que haya seudoescapes: el trabajo, la bebida, las drogas, enfadarte, proyectar el dolor..., pero no te 
liberan del dolor. La intensidad del sufrimiento no disminuye cuando lo haces inconsciente. Cuando niegas el 
dolor emocional, lo que haces o piensas, e incluso tus relaciones, todo queda contaminado por él. Lo emites, 
por así decirlo, pues es la energía que emana de ti, y los demás lo notarán subliminalmente.

Si son inconscientes, puede que se sientan obligados a atacarte o herirte de algún modo, o puede que tú les 
hieras al proyectar inconscientemente tu dolor. Atraes y manifiestas lo que corresponde a tu estado interno.

PRACTICANDO EL PODER DEL AHORA (extracto)
Enseñanzas, Meditaciones y Ejercicios Esenciales
Eckhart Tolle

¿QUÉ TE DETIENE?

VIVIENDO EN LA OBSCURIDAD


domingo, 22 de marzo de 2015

EL SUFRIMIENTO LO CREA TU RESISTENCIA


SEXUALIDAD SANA



El orgasmo es la irremediable consecuencia de haberla pasado bien en la cama, pero no el objetivo.

Hay que abandonar la idea de que la sexualidad es el pito parado. Creer que coger tiene que ver con la erección y la vagina lubricada es una idea mezquina. El placer de la sexualidad es mucho mas que eso.

En una de mis charlas, un señor me dijo:

“Pero si alguien quiere serruchar durante una hora, no puede sin erección”...

Entonces, yo le contesté:

“Al que se siente mal porque quiere serruchar durante una hora y el pito no se le para, yo le diría: bájate de la idea de querer serruchar durante una hora y el pito se te va a parar durante una hora y media”.

Nuestros órganos sexuales no responden a nuestra cabeza. Le decimos “parate” y no se para. Le decimos “ahora no te pares” y se para.

Un matrimonio está paseando por París en su luna de miel. Estando en Montamatre, ven un cartel que dice: “Tony, el macho latino”. Interesante en ver de que se trata, entran a ver el show.

Previsiblemente, Tony, un musculoso con cara de italiano, bigotes, un tipo muy hercúleo de unos treinta años, aparece en el escenario contoneánose y a los pocos minutos tiene una erección interesante. Delante de Tony hay un atril, y en el atril, una nuez. Tony se pare frente al atril y con un movimiento pélvico logra partir la nuez. Todo el mundo aplaude... Ellos se sorprenden. Ella sale codeándolo, diciendo: ¿Viste, no?, y se van a su casa.

Pasan 25 años y vuelven a París. Cuando pasan pro ese lugar de Montamartre, ven un cartel que dice:; “Tony el macho latino”.

- ¡Otra vez, no puede ser el mismo Tony! – dicen.

Entonces entran y aparece Tony, de unos 60 años. Está musculoso todavía, pero un poco arrugadito, medio canoso, un poquito mas fláccido. En el escenario ven un atril, y en el atril, un coco.

Los tipos se quedan helados. Tony se concentra y... ¡zas!. Una erección y ¡toc! El coco cae partido por la mitad. El marido, desbordado, siente el orgullo de ser hombre y la envidia pertinente de que otro consiga lo que uno no puede. Entonces se acerca a Tony y le dice:

- Disculpe, ¿usted es el mismo Tony que estaba acá hace 25 años?

- Si

- ¡Pero es increíble!. Nosotros lo vimos hace 25 años y partía una nuez, ¡ahora un coco!. ¿Cómo puede ser?.

Y Tony dice:

- Y... la vista no da...

Salvando las distancias, hay que descartar la pretensión de conseguir cosas programadamente. No hay por qué querer coger una hora, dos horas ni media hora. Me parece que hay que querer todo el tiempo que uno tenga ganas. Y en ese tiempo uno hará con lo que tiene lo que puede y hasta donde puede. Y en todo caso, esa será la sexualidad que uno puede en ese momento.

Esta es, para mi, la sexualidad sana.


Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
Fotografía  tomada de internet

INSTANTES PLENOS



sábado, 21 de marzo de 2015

OBSTÁCULOS QUE IMPIDEN LLEGAR


EJERCICIO

¿Qué es lo que uno desea de verdad?. Siempre estamos deseando cosas, pero como la sabiduría es descubrir lo que uno no necesita, ¿Qué es lo que, en realidad, no necesito de lo mucho que tengo a diario?. Buscar, como si estuvieses en un gran supermercado, las cosas que no necesitas e irlas apartando y anotando.

Tú no podrás llegar a la paz, si no descubres antes los obstáculos que te impiden llegar a ella. Tú llevas la paz dentro. ¡Descúbrela!.

Haz también ejercicios de sensibilización, escuchando los ruidos que te rodean y el silencio que hay detrás de ellos para sensibilizarte con lo que está pasando dentro de ti y descubrir tu alrededor con ojos nuevos.

El maestro no es el que guía, sino el que ayuda a que te descubras tú mismo y descubras, desde ti, la realidad. El no puede definirla ni explicarla, sino ayudarte a sensibilizarte para que puedas percibirla por ti mismo.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello
Fotografía de internet

NO SOY LO QUE PIENSO


viernes, 20 de marzo de 2015

LO FALSO Y LO VERDADERO


La primera vez que la mente se vuelve meditativa, el amor da la impresión de ser una servidumbre. Y en un sentido es verdad, porque una mente que no es meditativa no puede estar realmente enamorada. Ese amor es falso, ilusorio; más parecido a un capricho y menos al amor. 

Pero no tienes nada con qué compararlo a menos que suceda el de verdad, de modo que cuando la meditación empieza, poco a poco se disipa y desaparece el amor ilusorio. Primero, no te desanimes. Segundo, no lo conviertas en una actitud permanente; estas son dos posibilidades. Si alguien es un creador y medita, toda la creatividad desaparecerá por el momento. Si eres pintor, de pronto no te encontraras enfrascado en tu pasión. Puedes continuar, pero veras que tu energía y entusiasmo se reducen. Si eres poeta, la poesía cesará. Si eres hombres que has estado enamorado, esa energía simplemente se desvanecerá. Si tratas de obligarte a entrar en una relación, de ser tu viejo yo, la imposición será muy peligrosa. Entonces haces algo contradictorio: por un lado tratas de entrar, por el otro, intentas salir. Es como si condujeras un coche y pisaras al mismo tiempo el acelerador y el freno. Puede ser un desastre, porque haces dos cosas opuestas al mismo tiempo. 

La meditación solo va contra el amor falso. Lo falso desaparecerá, es una condición básica para que aparezca lo verdadero. Lo falso debe irse, debe abandonarte por completo; solo entonces estarás disponible para lo real. Mucha gente piensa que el amor está contra la meditación, y la meditación contra el amor... lo cual no es cierto. La meditación está contra el amor falso, pero por completo entregada al amor verdadero.

Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 274
Fotografía tomada de internet

APRENDER


jueves, 19 de marzo de 2015

MINIMIZAR LOS PROBLEMAS O «NO ES TAN GRAVE»


Cuatro maneras de idealizar al ser amado y distorsionar la realidad a favor del «amor»

3.- MINIMIZAR LOS PROBLEMAS O «NO ES TAN GRAVE»

Hay personas que se pasan la vida guardando la porquería debajo de la alfombra, hasta que un día (siempre ocurre así) la montaña de suciedad se hace tan grande que los obliga a mirar debajo. Y es en este punto, cuando ya no tienen escapatoria y la realidad les pega de frente, cuando se sirven de la estratagema de minimizar: «No es para tanto» o «No me parece tan grave». 

Aquí no se ignoran los problemas; se reducen o se interpretan benévolamente, cuando no lo son. Mientras que en el caso anterior se exagera lo bueno para construir un paraíso emocional ficticio, en éste se pone la lupa al revés y todo se hace imperceptible. Veamos dos casos.

A. «No son golpes mal intencionados»

Un paciente era víctima de una mujer extremadamente agresiva que lo golpeaba con frecuencia. Asistió a mi consulta porque la esposa le había tirado una plancha en la cabeza y tuvo que ir de urgencias al hospital. Una vez allí, animado por su familia, intentó poner una denuncia de maltrato; no obstante, el comisario de turno lo sacó de un brazo diciéndole que en su comisaría no se atendían a «hombres afeminados y enclenques ». Con la cabeza vendada y el ego malherido empezó a asistir a sesiones de psicoterapia, pues tenía la esperanza de que su esposa aprendiera a controlar un poco su carácter. Lo que sigue es parte de una conversación que sostuve con él:

Terapeuta (T): ¿Cuántos años lleva sufriendo este maltrato?
Paciente (P): Unos quince...
T: Es mucho tiempo... ¿Nunca la ha denunciado?
P: No exagere, mi mujer no es una criminal.
T: No, no lo es... Tiene razón... Sin embargo, ¿no cree que la sutura que le hicieron en la cabeza, el hematoma y los exámenes neurológicos son para preocuparse?
El desenlace podría haber sido fatal.
P: La mayoría de las veces sólo son insultos y empujones...
T: ¿No le molesta que lo insulten y empujen?
P: Eso pasa en casi todas las parejas.
T: Siento discrepar, pero no es así.
P: Cuando hay amor, todo se supera, y ella es una buena persona... El único problema es que tiene un carácter muy fuerte...
T: ¿Le teme?
P: ¿A ella?
T: Sí.
P: Un poco, pero no siempre... Es manejable... No es que yo me quede quieto y no intente defenderme, pero pienso mucho las cosas antes de decirlas o hacerlas.
T: ¿Por qué ha pedido ayuda?
P: Mi familia insistió, pero yo creo que no es necesario.
T: ¿Le parece bien que yo hable con ella?
P: Me parece bien.

A cada pregunta mía se encogía de hombros, como diciendo: «No vale la pena».

Podemos empequeñecer la vida misma si se nos antoja. Mi paciente tenía un problema de evitación crónica y falta de asertividad que lo llevaba a menospreciar los hechos negativos de su pareja y a no medir sus consecuencias reales. Sólo una terapia intensa y a largo plazo logró que pudieran tener una relación más funcional. La señora logró disminuir sus episodios de conducta agresiva y mejorar el autocontrol, y mi paciente aprendió a no minimizar la información real y a ser más asertivo.

B. «Dios aprieta, pero no ahoga»

Recuerdo el caso de una mujer muy dependiente, quien se había casado con un hombre alcohólico y muy violento. La táctica defensiva de mi paciente en el momento de ser atacada por el marido consistía en taparse la cara con las manos y repetirse a sí misma en voz alta, una y otra vez: «¡Dios aprieta, pero no ahoga! ¡Dios aprieta, pero no ahoga!». Su creencia era que Dios nos presenta infinidad de dificultades para crecer y aprender, pero jamás pretende hacernos daño. Más allá del respeto que me merecía su manera de pensar, traté de hacerle caer en la cuenta de que en su caso, el que apretaba y podía ahogar no era Dios, sino su marido. Le sugerí que reflexionara sobre un dicho popular que es aceptado por las personas que compartían sus creencias religiosas:

«A Dios rogando y con el mazo dando».

Tengo serias dudas de que un ser superior nos «apriete» para que tomemos conciencia y reaccionemos, y tampoco creo que tal estrujamiento justifique la violación de los derechos humanos. Sin embargo, mi paciente estaba embebida en un monumental mecanismo de defensa muy difícil de desmontar. En una sesión me aseguró:

«Algo deberé aprender de esto, algo querrá decirme la vida». 

Le respondí que quizá la vida, la naturaleza, Dios o el Cosmos le estaban sugiriendo que corriera lo más lejos posible y denunciara al infractor, pero no me hizo caso.

Hay formas más civilizadas y humanas de aprender que someterse a la tortura (aunque algunos todavía creen que «la letra con sangre entra»). Ella pensaba que su marido era un instrumento casi divino que le permitía purificarse. No sólo lo idealizaba, lo santificaba. Un asesor religioso logró sacarla adelante y aprendió a relacionarse con su Dios de una manera menos autodestructiva.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso
Fotografía de internet