Un único momento puede convertirse en la eternidad, porque no se trata de duración, sino de profundidad. Hay que entender esto: el tiempo es duración, la meditación es profundidad.
El tiempo es duración: un momento que sigue a otro momento que sigue a otro momento; una hilera, una línea, un proceso lineal... pero uno se mueve horizontalmente en el mismo plano. Tic... tic... pasan los momentos... pero el plano sigue siendo el mismo.
En momentos de profundidad, de repente desciendes o asciendes. Ambas cosas son lo mismo, pero has dejado de estar en un plano horizontal... te vuelves vertical. De repente un giro, y escapas del proceso lineal. Uno siente miedo porque la mente solo existe en el plano horizontal. La mente se asusta. ¿Adónde vas?
Parece la muerte. Parece locura. Para la mente solo son posibles dos interpretaciones: o te estas volviendo loco o te estas muriendo. Ambas cosas asustan, y en cierto sentido, ambas son ciertas. Para la mente te estas muriendo, de modo que la interpretación es correcta... y estas muriendo para el ego. Y en cierto sentido te estas volviendo loco, porque vas más allá de la mente que monopoliza toda la cordura; que cree que solo aquello que se halla dentro de la mente está cuerdo, y loco aquello que hay más allá. Cruzas el limite, cruzas la línea de peligro, y nadie lo sabe... una vez que la hayas cruzado, es posible que no vuelvas.
Pero cuando vas más allá de la línea horizontal, hay eternidad, el tiempo desaparece. Un momento puede ser igual que la eternidad, como si el tiempo se detuviera. Todo el movimiento de la existencia se detiene porque la motivación se detiene.
Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 325
Osho
Día 325
Fotografía tomada de internet