jueves, 8 de julio de 2021

10. EL ÚLTIMO POEMA DE HOSHIN


El maestro zen Hoshin vivió durante muchos años en China.

Después, regresó al noreste de Japón, donde enseñaba a sus discípulos.

Cuando ya se estaba haciendo muy mayor, les contó una historia que había oído en China. Ésta es la historia:

El veinticinco de diciembre de cierto año, Tokufu, que era muy mayor, dijo a sus discípulos: «No seguiré vivo el año que viene, de modo que deberíais tratarme bien este año».

Los discípulos creyeron que estaba bromeando, pero como era un maestro de gran corazón, cada uno le trató con gran atención en los siguientes días del año que se iba.

En la víspera del nuevo año, Tokufu concluyó: «Habéis sido buenos conmigo. Os dejaré mañana por la tarde cuando haya dejado de nevar».

Los discípulos rieron, pensando que estaba chocheando y diciendo sandeces, dado que la noche era clara y sin nieve. Pero a medianoche comenzó a caer la nieve, y al día siguiente no pudieron encontrar a su maestro. Se dirigieron a la sala de meditación. Allí, donde lo hallaron muerto.

Hoshin, que relató esta historia, dijo a sus discípulos: «No es necesario para un maestro zen predecir su muerte, pero si realmente lo desea, puede hacerlo».

«¿Puedes tú?», preguntó alguien.

«Sí», contestó Hosin. «Os mostraré lo que puedo hacer de aquí en siete días».

Ninguno de los discípulos lo creyó, y la mayoría de ellos incluso habían olvidado la conversación cuando Hoshin los volvió a llamar.

«Hace siete días», remarcó, «dije que iba a dejaros. Es costumbre escribir un poema de despedida, pero no soy poeta ni calígrafo.

Dejemos que uno de vosotros escriba mis últimas palabras».

Sus seguidores creyeron que estaba bromeando, pero uno de ellos comenzó a escribir.

«¿Estás preparado?», preguntó Hoshin.

«Sí, señor», replicó el escriba.

Entonces Hoshin dictó:

Vengo del resplandor.
Y regreso a él.
¿Qué es esto?

El poema sólo tenía tres líneas, en lugar de las cuatro habituales, de modo que el discípulo dijo: «Maestro, falta un verso».

Hoshin, con el rugido de un león victorioso, gritó «¡Kaa!» y se fue.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet