miércoles, 30 de junio de 2021
LOS PROBLEMAS NO EXISTEN EN LA REALIDAD...
Comenzaré con eso de "estar perturbado" .¿Recuerdas que me referí a ello? Tú estás perturbado debido a tus apegos. ¿Qué te perturba? Alguien murió te traicionó, te rechazó; has perdido algo, tus planes se han desvirtuado, algo ha perdido el rumbo, o lo que sea. ¿Puedes pensar, ahora mismo, en algo que te haya perturbado en el pasado reciente? Adelante, hazlo. Piensa en algo que te haya perturbado en el pasado reciente o que te esté perturbando en este momento. Luego, prepara tu alma para un shock... ¡Aquí viene! Te diré la verdad desnuda; lanzaré una bomba directamente sobre ti.
Escucha esto: Nada en la realidad, nada en la vida, nada en el mundo te perturba; nada tiene el poder de perturbarte.
-¿Alguien te lo ha dicho? Toda perturbación existe en ti, no en la realidad. Podría subrayar la palabra "toda". ¡Toda perturbación está en ti! no en la vida ni en la realidad, ni en el mundo; está en ti...El sólo hecho de comprender esto ha cambiado totalmente la vida de quienes lo lograron. El solo hecho de comprenderlo, y nada más.
La realidad no es perturbadora, la realidad no es problemática; si no existiera la mente humana, no habría problemas. Todos ellos existen sólo en la mente humana. Todos son creados por la mente.
Alguien me dijo en Denver, el verano pasado:
-¿No habrá quizás algunos problemas que existan en la realidad y no en mí?
Le respondí:
- Si te sacamos de allí, ¿dónde está el problema?
- No hay ningún problema.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
martes, 29 de junio de 2021
VIVIR EL MOMENTO
Un monje Zen había sido sentenciado a muerte. El rey del país le llamó y le dijo: ‘Sólo tienes veinticuatro horas; cómo vas a vivirlas?’ El monje se rió y contestó: ‘Momento a momento; tal como siempre he vivido! Para mi nunca ha habido más que este momento, así que qué más da si me quedan veinticuatro horas o veinticuatro años? Eso es irrelevante. Yo siempre he vivido momento a momento así que un momento es más que suficiente para mí. Veinticuatro horas es demasiado; un momento es suficiente’
El rey no podía comprenderlo. Entonces el monje le dijo: ‘Señor déjeme preguntarle algo: ‘puede usted vivir dos momentos simultáneamente?’.
FUENTE: OSHO: ‘El Gran Desafío’, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com
lunes, 28 de junio de 2021
EL ARTE DE MORIR
Hace unos años un americano de renombre tuvo una crisis de identidad. Buscó la ayuda de la psiquiatría, pero no resolvió nada porque no encontró a nadie que pudiera revelarle el significado de la vida, que era lo que él deseaba conocer. Poco a poco se fue enterando de la existencia de un venerable e increíblemente sabio gurú que vivía en una misteriosa y casi inaccesible región de los Himalayas. Llegó a creer que solamente ese gurú le podría revelar lo que la vida significaba y cuál debía ser su destino.
De modo que vendió todas sus posesiones y empezó su búsqueda del gurú que todo lo sabía. Estuvo ocho años yendo de pueblo en pueblo por todos los Himalayas, buscándole. Y un día acertó a encontrarse con un pastor que le dijo dónde vivía el gurú y como debía llegar a ese lugar.
Tardó casi un año más en encontrarle, pero lo consiguió. Se presentó a ese gurú, que desde luego era venerable y tenía más de cien años de edad. El gurú accedió a ayudarle, especialmente cuando escuchó todos los sacrificios que el hombre había realizado buscándole.
-Qué es lo que puedo hacer por ti, hijo mío?-, le preguntó el gurú.
-Necesito conocer el significado de la vida-, le contestó el hombre.
A lo que, sin dudar un instante, replicó el gurú, ‘La vida’, dijo, ‘es un río sin fin’. ‘Un río sin fin?’, dijo el hombre con asombro. ‘¿Después de recorrer todo este camino para encontrarte, todo lo que tienes que decirme es que la vida es un río sin fin?’
El gurú se quedó estupefacto, anonadado. Se enfadó mucho y le dijo, ‘¿Quieres decir que no lo es?’
Nadie puede darte el significado de tu vida. Es tu vida y el significado ha de ser también el tuyo. Los Himalayas no te servirán de ayuda. Nadie más que tú puede encontrarlo. Es tu vida y solamente es accesible a ti. Solamente con el vivir te será revelado el misterio.
La vida es vivir. No es una cosa, es un proceso. No hay otra forma de conocer lo que es la vida más que viviendo, estando vivo, fluyendo, discurriendo con ella. Si buscas el significado de la vida en algún dogma, en una determinada filosofía, en una teología, da por seguro que te perderás lo que es la vida y su significado.
La vida no te está esperando en ninguna parte; te está sucediendo. No se encuentra en el futuro como una meta que has de alcanzar, está aquí y ahora, en este mismo momento, en tu respirar, en la circulación de tu sangre, en el latir de tu corazón. Cualquier cosa que seas, es tu vida y si te pones a buscar significados en otra parte, te la perderás.
FUENTE: OSHO: ‘El Arte de Morir’, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/OSHO/TEXTOS/delsexo1.htm, Bogotá, nov-03
domingo, 27 de junio de 2021
NADIE NOS QUITÓ LA LIBERTAD QUE BUSCAMOS
Ahora te mostraré el punto de partida. No necesitarás que nadie más te señale el camino. Si perseveras en cumplir lo que te indicaré, si tan sólo le echas una mirada al lugar de partida y persistes en el intento, encontrarás el camino y, tarde o temprano, descubrirás qué significa eso de "estar atado a cosas que no existen" .
Se cuenta que un discípulo acudió cierta vez al maestro, y este le preguntó:
-¿Para qué viniste aquí?
-Mouksha - respondió el discípulo ("mouksha" es la palabra sánscrita que significa "libertad")- Vengo para obtener la libertad.
-¡Oh, ¿la libertad? - inquirió el maestro.
- Ajá.
-¡Ve y averigua quién te ha atado!
EI discípulo se fue y meditó durante una semana. Luego regresó y dijo:
- Nadie me ha atado.
-¿Y para qué quieres entonces la libertad?
En ese instante los ojos del discípulo se abrieron y logró la libertad, logró la liberación.
Si ya era libre, ¿por qué buscaba la libertad? Tú no lo entiendes porque te has atado con todo tipo de cadenas imaginarias.
Me ocuparé de esto en lo que sigue, pero paso a paso.
John Lennon, uno de los Beatles, dijo una frase maravillosa: "La vida es algo que nos pasa mientras estamos ocupados en otra cosa. " ¡Oh, qué hermosa frase! En realidad, la vida es algo que nos pasa mientras estamos sumamente ocupados en otra cosa. O, peor aun, la vida es algo que nos pasa mientras estamos ocupados sufriendo toda clase de otras cosas. Tengo una imagen perfecta para aclarar esto. Piensa que estás en una sala de conciertos, cómoda y agradablemente ubicado en tu butaca, en la oscuridad de la sala, escuchando una sinfonía y disfrutándola. De repente recuerdas que te has olvidado de cerrar tu automóvil.
¡Oh, Dios! ¿Qué haces ahora? No puedes salir, pues molestarías a los demás; ya no puedes disfrutar de la música y estás atrapado en la disyuntiva. Ésta es la imagen de la vida para la mayoría de las personas: ansiedad constante.
-¿Qué hago ahora? ¿Qué va a pasar a continuación? ¿Cómo me voy a arreglar con esto? ¿Cómo me enfrento con aquello?
Seguramente querrás saber si hay otra condición posible. ¡La hay! Si eres religioso, podrás alcanzarla, pero, ¿para qué te sirve la religión si no la sabes usar? Sigues los dogmas, las creencias y el ritual correctos; sigues todo de manera correcta, pero llevas una vida completamente equivocada.
¿Para qué te sirve? Tienes el menú, pero no tienes alimento para comer. ¿Para qué sirve? Todo eso de "¡Señor, Señor!" está bien, pero con eso no basta para que haya vida.
"¿Por qué me llamáis ¡Señor, Señor! Y no hacéis lo que digo?" (Lc 6, 46).
¿Para qué te sirve, si no la sabes usar? Bueno, ¡aquí va! : te diré cómo usarla.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
sábado, 26 de junio de 2021
jueves, 24 de junio de 2021
PECES QUE TIENEN SED Y TEMEN AHOGARSE
El poeta místico indio Kabir tiene poemas extraordinarios. Uno de ellos comienza con el verso: "Reí cuando me contaron que el pez en el agua tiene sed." ¿Qué me dices de eso? Preguntarás, sin duda:
-¿Estamos en el agua?
- Ajá.
-¿Somos peces?
- Ajá.
-¿Tenemos sed?
- Oh, ¡vamos!
- Pero la tenemos, ¿no es cierto?
Hay un texto que leí el verano pasado en algún lugar de los Estados Unidos, acerca de un cazador norteamericano en África. Contaba que había vivido allí con nativos que no temían al peligro:
-¡Era extraordinario! Ellos nos miraban a nosotros, hombres blancos, con una extraña clase de curiosidad cuando veían temor en nuestros ojos. Eso era incomprensible para ellos. Era tan incomprensible como mirar a los ojos de los peces que temían ahogarse.
Eso está muy bien, también. ¿Puedes imaginar un pez que tenga miedo de ahogarse?
Una y otra vez, los maestros místicos del mundo se han preguntado por qué el ser humano es desdichado, por qué tiene miedo, y cosas por el estilo. Por supuesto, mientras no se ha comprendido la verdad, tiene sentido ser desdichado o sentirse atemorizado. Cuando hablo de temor no me refiero a una respuesta inmediata ante un peligro inminente; no me refiero a eso, que es propio de los animales. Me refiero al temor a lo que vendrá, a lo que sucederá; me refiero a esto. Y "esto", nos dicen los místicos, no existe; en sus mentes, simplemente no existe... ¡En ese estado vale la pena estar! , ¡es extraordinario!
Hay otra estimulante historia acerca del tema. Un mercader de camellos, un árabe que atravesaba el desierto del Sahara, acampó para pasar la noche. Los esclavos levantaron tiendas y clavaron estacas en el suelo para atar a ellas los camellos.
- Hay sólo diecinueve estacas y tenemos veinte camellos; ¿cómo atamos el vigésimo camello? - le preguntó un esclavo al amo.
- Estos camellos son animales tontos.
Hagan los movimientos como para atar al camello y permanecerá quieto toda la noche.
Eso hicieron, y el animal se quedó quieto allí, convencido de que estaba atado. A la mañana siguiente, al levantar campamento y prepararse para continuar el viaje, el mismo esclavo se quejó al amo de que todos los camellos lo seguían, excepto aquel, que se rehusaba a moverse.
- Se olvidaron de desatarlo - dijo el amo.
Y el esclavo realizó entonces los movimientos como si lo desatara...
Ésa es una imagen de la condición humana. Estamos atados a cosas que no existen; tenemos miedo de cosas que no son...
Son ilusiones, falsedades, creencias; no realidades. ¡Qué agonías pasamos por cosas de las cuales - estamos convencidos - parece depender nuestra felicidad! Pero no debería ser así, porque nuestra felicidad no depende de nada. Y no queremos verlo.
Supongo que los místicos lo entienden, porque ellos mismos han pasado por esto.
Están sorprendidos de que el ser humano se engañe, de que las personas se engañen de esta manera a sí mismas.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
miércoles, 23 de junio de 2021
LA ENTREGA EN LAS RELACIONES PERSONALES
Eckhart Tolle:
Están separados del Ser, así que inconscientemente intentan tomar energía y poder de usted. Es cierto que sólo una persona inconsciente tratará de usar o manipular a los demás, pero es igualmente cierto que sólo una persona inconsciente puede ser usada y manipulada. Si usted se resiste o lucha contra la conducta inconsciente de los demás, usted también se vuelve inconsciente. Pero la entrega no significa que usted permita que lo usen las personas inconscientes. En absoluto. Es perfectamente posible decir "no" firme y claramente a una persona o apartarse de una situación y estar en un estado de completa falta de resistencia interior al mismo tiempo. Cuando usted dice "no" a una persona o a una situación, procure que su reacción nazca de la comprensión, de una clara conciencia de lo que es correcto o no para usted en ese momento. Haga que sea un "no" no reactivo, un "no" de alta calidad, un "no" libre de toda negatividad y que así no cree más sufrimiento.
Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle
Imagen tomada del internet
martes, 22 de junio de 2021
EL AMOR Y EL EGO
He oído contar la historia de un antiguo y majestuoso árbol, cuyas ramas se extendían hacia el cielo. Cuando llegaba la estación de las flores, mariposas de todas las formas, tamaños y colores, bailaban a su alrededor. Las aves de países lejanos venían y cantaban cuando sus flores maduraban y fructificaban. Las ramas, como manos extendidas, bendecían a todos los que acudían a sentarse bajo su sombra.
Un niñito solía venir a jugar junto a él y el gran árbol se encariñó con el pequeño. El amor entre lo grande y lo pequeño es posible, si el grande no es consciente de su grandeza. El árbol no sabía que era grande, sólo el hombre tiene ese tipo de ideas. La prioridad de lo grande siempre es el ego, pero para el amor no hay grande o pequeño; el amor abraza a quienquiera que se le acerque.
Así, el árbol comenzó a amar a ese pequeño que solía venir a jugar cerca de él. Las ramas eran altas, pero las inclinaba hacia el niño, de modo que pudiera coger sus flores y frutos. El amor siempre cede; el ego nunca está dispuesto a inclinarse. Si te acercas al ego, sus ramas se estirarán aún más arriba, se pondrá rígido para que no puedas alcanzarlo.
El niño juguetón se acercaba a él, y el árbol inclinaba sus ramas. El árbol se alegraba mucho cuando el niño cogía algunas flores; todo su ser se llenaba con la alegría del amor. El amor siempre está feliz cuando puede dar algo; el ego siempre está contento cuando puede obtener algo.
El niño creció. A veces dormía en el regazo del árbol, comía sus frutos y en ocasiones lucía una corona con sus flores y actuaba como un rey de la jungla. Uno se vuelve como un rey dondequiera que haya flores de amor; y uno se vuelve pobre y lleno de sufrimiento siempre que las espinas del ego están presentes.
El niño creció aún más. Comenzó a trepar por el árbol para balancearse en sus ramas. El árbol se sentía muy contento cuando el niño descansaba en sus ramas. El amor se siente feliz dándole comodidad a alguien; el ego se siente feliz incomodando a todo el mundo.
Con el paso del tiempo, el niño recibió el peso de nuevas tareas. También surgió la ambición; tuvo que pasar exámenes; tenía amigos con los cuales solía conversar y curiosear; por tanto, no acudía con frecuencia. Pero el árbol le esperaba ansiosamente. Desde su alma le llamaba ‘¡Ven, ven! Te estoy esperando’.
Pero a medida que crecía, el niño visitaba cada vez menos al árbol. El hombre que se vuelve mayor, cuyas ambiciones crecen, encuentra menos y menos tiempo para el amor. El muchacho se hallaba ahora absorto en los asuntos mundanos. Un día que pasaba por allí, el árbol le dijo: ‘Te espero siempre, pero no vienes. Te espero todos los días’. El muchacho le contestó: ‘Qué quieres? Por qué debo venir? Tienes dinero? Ando en busca de dinero’. El ego siempre actúa según razones. El ego acudirá sólo si con ello se cumple algún propósito. Pero el amor es inmotivado. El amor es su propia recompensa.
El tiempo pasó, y el hombre era ahora un anciano. Una vez pasó por allí y se detuvo junto al árbol. El árbol le preguntó: ‘¿Qué más puedo hacer por ti? Has venido después de mucho, mucho tiempo.’
El hombre le dijo: ‘Qué más puedes hacer? Quiero viajar a países distantes para ganar dinero. Necesito un bote para poder viajar’. Con alegría el árbol dijo: ‘Pero, eso no es un problema, querido. Corta mi tronco y haz un bote con él. Estaré muy contento de ayudarte a que viajes a países lejanos a ganar dinero... Pero, por favor recuerda que siempre estaré esperando tu regreso.
El hombre trajo una sierra, cortó el árbol, fabricó un bote y se fue. Ahora el árbol era una pequeña cepa. Y sigue esperando, a que su amado regrese. Espera, espera y espera.
El hombre nunca regresará; el ego sólo va allí donde puede obtener algo, y ahora el árbol no tiene nada, no tiene nada absolutamente que ofrecer. El ego no acude allí donde no puede lograr algún beneficio. El ego es un eterno mendigo, siempre pidiendo, exigiendo algo.
Una noche yo me encontraba descansando cerca de esa cepa. La cepa susurró: ‘Ese amigo mío aún no ha regresado. Estoy muy preocupado: puede que se haya ahogado, que se haya perdido. Pudo haberse extraviado en uno de esos países lejanos. Puede que haya muerto. ¡Cuánto deseo tener noticias suyas! A medida que me acerco al fin de mi vida, me sentiría satisfecho al menos con las noticias de su bienestar. Entonces podría morir contento. Pero él no vendría ni aunque le llamase, porque ya no me queda nada que dar, y él sólo entiende el lenguaje del obtener, del recibir.’ El ego sólo comprende el lenguaje de obtener. El amor es el lenguaje del dar.
Si la vida pudiese ser como ese árbol, extendiendo ampliamente sus ramas, de modo que todos y cada uno pudiéramos guarecernos bajo su sombra, entonces podríamos comprender lo que es el amor. No existen escrituras, mapas o diccionarios para el amor. Tampoco existe un conjunto determinado de principios.
Yo estaba preguntándome acerca de lo que podría decir respecto al amor. Es difícil describirlo. El amor está simplemente presente. Probablemente puedes verlo en mis ojos, si vienes y los miras. Me pregunto si se le puede sentir como cuando mis brazos se extienden para abrazarte.
El amor. Qué es el amor? Si no lo sientes en mis ojos, en mis brazos, en mi silencio, nunca podrás entenderlo con mis palabras.
FUENTE: OSHO: Del libro ‘Del Sexo a la Superconsciencia’, Capítulo 1, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/OSHO/TEXTOS/delsexo1.htm, Bogotá, nov-03
lunes, 21 de junio de 2021
domingo, 20 de junio de 2021
EL MONJE NAGSEN
El emperador Malind envió a buscar al muy respetado monje Nagsen para agraciar a la corte. El mensajero llegó donde Nagsen y le dijo: ‘Monje Nagsen! El emperador desea verte. He venido a invitarte’.
Nagsen le contestó: ‘Si deseas que vaya, iré; pero deberás perdonarme, pues no hay ningún Nagsen aquí. Es sólo un nombre, un nombre temporal’.
El mensajero informó al emperador de que ese hombre era un hombre muy extraño. Había contestado que ira, pero que allí no había ningún Nagsen. El emperador quedó atónito. Nagsen llegó a la hora convenida en un carruaje real, y el emperador le recibió en la entrada.
-Monje Nagsen, te doy la bienvenida! -exclamó.
Al oír esto, el monje comenzó a reír: ‘Acepto tu hospitalidad como Nagsen; pero por favor recuerda que no hay nadie que se llame Nagsen’.
El emperador dijo: ‘Estás hablando en forma enigmática. Si tú no eres tú, quién ha aceptado la invitación? Quién está respondiendo a esta bienvenida?’
Nagsen miró hacia atrás y dijo: ‘No es éste el carruaje en el que vine?’
‘Sí, éste es’.
El monje dijo: ‘Por favor, suelta los caballos’. Así se hizo. El monje preguntó, señalando a los caballos: ‘Es éste el carruaje?’
El emperador respondió: ‘Cómo pueden los caballos ser llamados un carruaje?’ A una señal del monje los caballos fueron desenganchados y a otra señal suya, las varas utilizadas para atar a los caballos fueron también retiradas.
‘Son estas varas el carruaje?’
‘Cómo pueden estas varas ser llamadas un carruaje?’
Entonces fueron desmontadas las ruedas.
‘Son estas ruedas tu carruaje?’
‘Por supuesto que no; éstas son las ruedas y no el carruaje’.
El monje siguió ordenando que desensamblaran todas las partes, una por una, y respecto a cada una de ellas el emperador tuvo que decir que no eran el carruaje. Finalmente, no quedó nada. El monje preguntó: ‘Dónde está tu carruaje ahora? Respecto a todas y cada una de las partes que fuimos quitando, afirmaste que no eran tu carruaje... Entonces dime, dónde está ahora tu carruaje?’
El emperador quedó asombrado ante esta revelación.
El monje prosiguió: ‘Me entiendes? El carruaje era un montaje. Era un conjunto de cosas. El carruaje no tenía un ser propio. Por favor, ve donde está tu ego, tu ‘yo’. Verás que el ‘yo’ no está en ninguna parte: es una asociación de muchas energías, y eso es todo. Piensa en cada uno de tus miembros, en cada uno de tus aspectos. Todo será eliminado, una cosa tras otra y, finalmente, sólo quedará la nada. El amor surge de esa nada, pero tú no eres esa nada: esa nada es Dios’.
FUENTE: OSHO: Del libro ‘Del Sexo a la Superconsciencia’, Capítulo 1, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/OSHO/TEXTOS/delsexo1.htm, Bogotá, nov-03
sábado, 19 de junio de 2021
DEBE DE SER MUY DIFICÍL EMPEZAR DE NUEVO
"Debe de ser muy difícil empezar de nuevo"
Si estás pensando que lo que viene es terrible, mi respuesta es, una vez más, depende. La gente que termina una relación tiende a ubicase en dos extremos: están los que "vuelven a nacer" y se pellizcan para estar seguros de no estar soñando, porque han tenido relaciones espantosas y los que deben elaborar un duelo complicado, porque la relación no era tan mala.
Por lo general, pasados los tres primeros meses, si la relación no fue la mejor del mundo, las personas comienzan a renacer de sus propias cenizas. Pero si la relación era relativamente buena y la ruptura tuvo lugar porque nos cambiaron por otro u otra, la cuestión puede requerir ayuda profesional. En estos casos, aunque la autoestima y el orgullo herido tardan en levantar cabeza, a veces la mejor cura es una nueva relación, cariñosa y tranquila. La ternura tiene un efecto sanador en las almas aporreadas por el desamor o el engaño, incluso más que algunos fármacos.
Algunas personas piensan que: "Más vale malo conocido que bueno por conocer", y de esta manera evitan tener que empezar de nuevo. Lo único que logra este tipo de solución es el problema se multiplique de manera exponencial, porque lo "malo" se hace "intolerable". Una mujer reincidente con él mismo hombre me decía: "Ya le di una oportunidad a la relación, volvimos a estar juntos, la cosa mejoró un poco, pero ¡yo no siento nada, ya no me interesa. ¡¿Pero cómo me voy a ir otra vez?!" Suele pasar: la lejanía embelleció el vínculo, lo hizo ver más llevadero y gratificante de lo que era, pero el regreso resultó ser un regreso sin gloria. Con el mismo hombre, en el mismo lugar y de una forma similar. Sin agresiones y sin presiones asfixiantes, es verdad; pero también, sin demasiado entusiasmo ni pasión. Algo se rompió, algo hizo crack en lo profundo del alma y ya no tiene arreglo. De todas maneras, dentro de lo incómodo y difícil de la situación, mi paciente obtuvo claridad, una certidumbre que siempre fluctúa entre el dolor y la paz interior: "Ya sé que no funciona". La apacible sabiduría del desencanto, que no es tristeza ni alegría, sino verdad.
Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
viernes, 18 de junio de 2021
NOSOTROS SOMOS TRES, TÚ ERES TRES
Cuando el barco del obispo se detuvo durante un día en una isla remota, decidió emplear la jornada del modo más provechoso posible. Deambulaba por la playa cuando se encontró con tres pescadores que estaban reparando sus redes y que, en su elemental inglés, le explicaron cómo habían sido evangelizados siglos atrás por los misioneros. «Nosotros ser cristianos», le dijeron, señalándose orgullosamente a sí mismos.
El obispo quedó impresionado. Al preguntarles si conocían la Oración del Señor, le respondieron que jamás la habían oído. El obispo sintió una auténtica conmoción. ¿Cómo podían llamarse cristianos si no sabían algo tan elemental como el Padrenuestro?
«Entonces, ¿qué decís cuando rezáis?» «Nosotros levantar los ojos al cielo. Nosotros decir: 'Nosotros somos tres, Tú eres tres, ten piedad de nosotros'». Al obispo le horrorizó el carácter primitivo y hasta herético de su oración. De manera que empleó el resto del día en enseñarles el Padrenuestro. Los pescadores tardaban en aprender, pero pusieron todo su empeño y, antes de que el obispo zarpara al día siguiente, tuvo la satisfacción de oír de sus labios toda la oración sin un solo fallo.
Meses más tarde el barco del obispo acertó a pasar por aquellas islas y, mientras el obispo paseaba por la cubierta rezando sus oraciones vespertinas, recordó con agrado que en aquella isla remota había tres hombres que, gracias a pacientes esfuerzos, podían ahora rezar como era debido. Mientras pensaba esto, sucedió que levantó los ojos y divisó un punto de luz hacia el este. La luz se acercaba al barco y, 'para su asombro, vio tres figuras que caminaban hacia él sobre el agua. El capitán detuvo el barco y todos los marineros se asomaron por la borda a observar aquel asombroso espectáculo.
Cuando se hallaban a una distancia desde donde podían hablar, el obispo reconoció a sus tres amigos, los pescadores. «¡Obispo!», exclamaron, «nosotros alegrarnos de verte. Nosotros oír tu barco pasar cerca de la isla y correr a verte».
«¿Qué deseáis?»?, les preguntó el obispo con cierto recelo.
«Obispo», le dijeron, «nosotros tristes. Nosotros olvidar bonita oración. Nosotros decir: 'Padre Nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino...'. Después olvidar.
Por favor, decirnos otra vez toda la oración». El obispo se sintió humillado. «Volved a vuestras casas, mis buenos amigos», les dijo, «y cuando recéis, decid: 'Nosotros somos tres, tú eres tres, ten piedad de nosotros'».
A veces he visto a mujeres ancianas rezar interminables rosarios en la iglesia. ¿Cómo va a glorificar a Dios ese incoherente palabreo? Pero siempre que me he fijado en sus ojos o en sus rostros alzados al cielo, he sabido en el fondo que ellas están más cerca de Dios que muchos hombres doctos.
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
jueves, 17 de junio de 2021
EL CATECUMENO ÁRABE
Se hallaba un día el profeta Mahoma presentando la oración matutina en la mezquita. Entre la multitud de los fieles se encontraba un joven catecúmeno árabe.
Mahoma comenzó a leer el Corán recitando el versículo en que el Faraón afirma: «Yo soy tu verdadero Dios». Al oírlo, el joven catecúmeno sintió tanta ira que rompió el silencio y gritó: «¿Será fanfarrón, el muy hijo de puta?».
El profeta no dijo nada, pero cuando acabaron las oraciones, los demás comenzaron a increpar al árabe: «¿No te da vergüenza? Has de saber que tu oración le desagrada a Dios, porque no sólo has roto el santo silencio de la oración, sino que además has usado un lenguaje obsceno en presencia del profeta de Dios».
El pobre árabe enrojeció de vergüenza y se puso a temblar de miedo, hasta que Gabriel se le apareció al profeta y le dijo: «Dios te manda sus saludos y desea que hagas que esa gente deje de increpar a ese sencillo árabe; en realidad, su sincero juramento ha movido su corazón más que las santas plegarias de muchos otros».
Cuando oramos, Dios se fija en nuestro corazón, no en nuestras fórmulas.
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
miércoles, 16 de junio de 2021
SOMOS NADA
Un asceta errante estaba acampado en un pueblo. Un hombre se le acercó y le dijo que deseaba conocer a Dios. El asceta le preguntó: ‘¿Has amado a alguien alguna vez?’
‘No, no he caído en cosa tan mundana. Nunca me he rebajado tanto, porque es a Dios a quien deseo alcanzar’.
El asceta le preguntó de nuevo: ‘¿Nunca has experimentado las congojas del amor?’ El buscador le respondió enfáticamente: ‘Te estoy diciendo la verdad’.
El pobre hombre decía la verdad porque en el ámbito de la religión, el amor es motivo de descalificación. Tenía la seguridad de que si respondía que había amado a alguien, el asceta le pediría que se deshiciera del amor de inmediato, que renunciase a ese apego, que dejara atrás las emociones mundanas antes de solicitar su guía. Así que, aunque pudiera haber amado a alguien alguna vez, tuvo que responder negativamente.
El monje preguntó por tercera vez: ‘Dime algo. Revisa cuidadosamente. ¿No has amado ni un poco siquiera, a alguien, a quien fuera?’
El aspirante le contestó: ‘Perdóname, pero, ¿por qué insistes en la misma pregunta? No tocaría siquiera al amor con una vara de tres metros porque deseo alcanzar la autorealización. Deseo la cualidad divina’.
A esto, el asceta replicó: ‘Tendrás que disculparme. Por favor vete y acude a otro, pues mi experiencia me dice que si hubieras amado a alguien, a alguna persona, poco o mucho, si tan sólo hubieses tenido un atisbo del amor, yo podría ayudarte a expandirlo, yo podría guiarte para hacerlo crecer y probablemente llegarías a Dios.
Sin embargo, si nunca has amado, no posees nada en tu interior. No tienes una semilla que pueda convertirse en un árbol. ¡Así que ve y busca a otro, amigo mío! Si no hay amor, no veo abertura alguna para que Dios entre’.
FUENTE: OSHO: Del libro ‘Del Sexo a la Superconsciencia’, Capítulo 1, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/OSHO/TEXTOS/delsexo1.htm, Bogotá, nov-03
martes, 15 de junio de 2021
LA ESPERANZA ES LO ÚLTIMO QUE SE PIERDE
"La esperanza es lo último que se pierde"
Este pensamiento está ligado al futuro porque lleva a perseverar y esperar. ¿La esperanza es lo último que hay que perder? Si estoy en una isla desierta, es posible que la esperanza de que me encuentre un barco o un avión me conserve en pie y con ánimo. Pero si estoy en una relación destructiva con pocas probabilidades de mejoría, la esperanza puede mantenerme allí eternamente. En este caso, la esperanza es lo primero que habría que perder y no lo último y, de ser posible, reemplazarla por un realismo de línea dura, así no nos guste. La esperanza es la creencia de un futuro prometedor: si está sustentada en hechos y es racional, bienvenida, pero si es una quimera, una ilusión sin sentido que me impide avanzar en la vida, hay que desprenderse de ella.
Si ya no te ama: ¿para qué la esperanza? Si la relación que tienes impide tu autorrealización, ¿tendrías que mantener la esperanza de una supuesta liberación? ¿Y por qué no hoy, ya, ahora? Si la persona que amas viola sistemáticamente tus derechos, ¿habría que alimentar la esperanza de que un buen día recapacite y te deje de maltratar? ¿Y mientras tanto? Si no hay esperanza, habría certezas, pero ¿certezas en el amor? No creo que haya, o bueno, al menos una: "La seguridad de que nunca me vas a hacer daño intencionalmente". ¿Certeza de que siempre me amarás? Sería comprometerse más allá del azar y los imponderables. ¿No sería mejor algo más honesto y aterrizado?: "Le colaboraré a este amor para seguir amándote, haré todo lo posible para mantenerlo y hacerlo crecer con fuerza". O incluso, un compromiso miedoso pero necesario: "Puedes tener la certeza de que si algún día alguien me empieza a gustar, serás la primera persona en saberlo".
Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
lunes, 14 de junio de 2021
LA APARIENCIA NO ES LO IMPORTANTE
Un domingo, un pobre granjero salía de su casa. Al llegar a la verja, se encontró con un amigo de la infancia que venía a visitarlo. El granjero dijo: ‘Bienvenido! ¿Dónde has estado durante tantos años? Entra... pero prometí ir a ver a unos amigos y me es difícil posponer ese compromiso. Por favor descansa en mi casa. Regresaré en una hora, más o menos. Volveré pronto y podremos conversar largo y tendido’.
El amigo respondió: ‘¡Oh, no! ¿No sería mejor que fuera contigo? Mis ropas están sucias... si me pudieras dar ropa limpia, me podría cambiar e ir contigo’.
Mucho tiempo atrás, el rey le había regalado al granjero unos vestidos muy valiosos y él los había conservado para alguna gran ocasión. Alegremente los fue a buscar. El amigo se vistió con el precioso abrigo, se puso el turbante y los atractivos zapatos. Parecía un rey. Mirando a su amigo, el granjero sintió un poco de envidia. Comparado con él, el granjero parecía un sirviente. Pensó que había sido un error haberle prestado su mejor vestido. El granjero se empezó a sentir inferior. Ahora, pensó, todo el mundo miraría al amigo y él parecería ser un asistente, un sirviente’.
Intentó aquietar su mente diciéndose a sí mismo que era un buen amigo, un hombre de Dios; que sólo debía pensar en Dios y en las cosas buenas. ‘Después de todo, qué importancia tiene un hermoso abrigo o un buen turbante?’ Sin embargo, mientras más trataba de convencerse a sí mismo, más se obsesionaba con el abrigo y el turbante.
En el camino, y aunque iban juntos, los transeúntes sólo miraban al amigo. Nadie se daba cuenta de la presencia del granjero. Empezó a sentirse deprimido. Conversaba con su amigo, pero interiormente sólo pensaba en el abrigo y el turbante.
Llegaron a la casa a la cual se dirigían y presentó a su amigo: ‘Este es mi amigo, un amigo de la niñez. Es un gran hombre...’; pero de pronto explotó, ‘... y las ropas son mías’. Esto fue debido a que todos los habitantes de la casa tenían la vista fija en su amigo, observando sus hermosas vestiduras. Y en el interior del granjero se había iniciado un diálogo: el abrigo, el turbante; mi abrigo, mi turbante... y esto seguía y seguía. Estaba obsesionado con ellos y naturalmente, lo que había sido reprimido, escapó de sus labios: ‘... y las ropa son mías’.
El amigo se quedó aturdido. Los dueños de la casa también se sorprendieron. También él se dio cuenta de su impertinente observación, pero ya era tarde. Internamente se arrepintió del desacierto y se reprochó por ello.
Al irse de la casa se disculpó con su amigo. El amigo dijo: ‘Me quedé anonadado. ¿Cómo pudiste hablar así?’ El granjero le contestó: ‘Lo siento, es mi lengua. Cometí un error’. Pero la lengua nunca miente. Las palabras salen de la boca sólo si algo de lo que se dice se halla presente en la mente. La lengua nunca comete un error.
Encaminaron sus pasos hacia la casa de otro amigo. Ahora, internamente, él estaba tomando la firme decisión de no decir que las vestiduras eran suyas. Estaba fortaleciendo su mente. Al llegar a la verja de la casa, ya había adoptado la firme decisión de que no iba a mencionar que la ropa era suya. Pero ese tonto no sabía que cuanto más se imponía a sí mismo el no decir nada, más firmemente se enraizaba su sentimiento interno de que él era el dueño de esas vestiduras.
Somos lo que nuestras debilidades son. Así, enfrascado en su lucha interna, nuestro granjero entró en la casa. Comenzó con mucha cautela. ‘El es mi amigo...’ Pero mientras decía esto, se dio cuenta de que nadie le prestaba ninguna atención sino que todos miraban asombrados a su amigo y a su vestimenta. Y eso le alteró pero reanudó la presentación: ‘El es mi amigo. ¡Un amigo de la infancia! Es una excelente persona... y las ropas son suyas y no mías’.
Los presentes se sorprendieron. Nunca habían oído presentar a un amigo de esa forma. Después de salir, se disculpó por el tremendo desatino que había cometido. Indignado, el amigo le dijo que ya no deseaba ir a ninguna parte con él. El granjero se aferró a sus pies y le dijo: ‘Por favor no hagas eso. Me sentiría desgraciado durante el resto de mi vida por haber sido tan descortés con un amigo. Juro que ya no mencionaré las ropas. Juro por Dios, de todo corazón, que ya no mencionaré las ropas’.
Sea como fuere, se dirigieron a la casa de un tercer amigo. Ahora, intentó contenerse rigurosamente a sí mismo. Las personas reprimidas son muy peligrosas porque en su interior hay un volcán en actividad. Externamente están rígidas y reprimidas, pero la falta de expresión se halla absolutamente constreñida en su interior.
De modo que el granjero se había estado reprimiendo rigurosamente a sí mismo para no hablar de las ropas. Entraron en la casa. El granjero estaba transpirando profusamente; estaba exhausto. El amigo también estaba preocupado. El granjero estaba muy tenso y ansioso. Pronunció con lentitud y cautela cada una de las palabras de la presentación: ‘El... es... mi... amigo. Es un..., viejo... amigo. Es... un hombre... muy bueno’. Titubeó por un instante. Un gran impulso surgió desde su interior y se sintió arrastrado. Dijo abruptamente, en voz alta: ‘Y las ropas... Perdónenme. No diré nada acerca de ellas, pues he jurado no hablar de su vestido’.
FUENTE: OSHO: Del libro ‘Del Sexo a la Superconsciencia’, Capítulo 1, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com/OSHO/TEXTOS/delsexo1.htm, Bogotá, nov-03
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