Cuando nace un niño, su primer amor y su primer alimento son lo mismo: la madre. De modo que existe una profunda asociación entre el alimento y el amor; de hecho, el alimento va primero y luego lo sigue el amor.
El primer día el niño no puede comprender el amor. Entiende el lenguaje de la comida, el lenguaje natural y primitivo de todos los animales. El niño nace con hambre; necesita comida de inmediato. El amor no será necesario hasta mucho después... no se trata de una emergencia. Uno puede vivir sin amor durante toda la vida, pero no sin alimentos... ahí radica el problema. Poco a poco también siente que siempre que la madre está cariñosa le ofrece el pecho de una manera diferente. Cuando no está cariñosa, sino enfadada o triste, le brinda el pecho con mucha renuencia, o ni siquiera se lo da. De modo que el niño cobra conciencia de que siempre que la madre está cariñosa, siempre que el alimento está disponible, también lo está el amor. Esto reside en el inconsciente.
Cuando te falta una vida de amor, comes más... es un sustituto. Y con la comida las cosas son sencillas, porque la comida está muerta. Puedes seguir comiendo todo lo que quieras... la comida no te puede decir que no. Con el alimento uno sigue siendo el amo. Pero en el amor uno ya no lo es. Así que te digo, olvídate de la comida, sigue comiendo tanto como quieras. Pero empieza una vida de amor, y de inmediato veras que ya no comes tanto. ¿Lo has notado? Si eres feliz, no comes tanto. La gente cree que cuando es feliz come demasiado, pero no son más que tonterías. Una persona feliz se siente tan realizada que no percibe ningún espacio dentro. Un hombre infeliz no deja de tragar comida.
Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 222
Osho
Día 222